José Luis García Puche, el cancerbero del Cáncer

PASADO CON PRESENTE INCLUIDO

Ha dedicado toda su vida a conocer los entresijos de una de las patologías más temidas del cuerpo humano

Ha sido jefe del Servicio de Radioterapia y Oncología en el Clínico durante más de cuarenta años

Le gusta la música y el cine

José Luis García Puche, durante el encuentro.
José Luis García Puche, durante el encuentro. / A. C.

Granada/Feliz. Satisfecho. Así lo percibo porque me recibe con los brazos abiertos y una sonrisa franca a prueba de pesadumbres. El suyo es un cuerpo despojado de volumen: pequeño y enjuto, pero con un excedente de vitalidad que hace que tan pronto esté encima de una bicicleta estática como que en un laboratorio intentando descubrir el último disfraz que se pone el cáncer para asustar al personal. José Luis García Puche, que conserva el gesto aniñado y las maneras de estar de un joven, se ha convertido en un icono de la Medicina en Granada. Tiene la fama sobrada de ser un profesional riguroso y eficiente, además de humilde y poco dado a los oropeles y las fanfarrias. Ha pasado el 90 por ciento de su vida en Granada.

Estuvo dos años en el Instituto di Tumori de Milano, donde aprendió además de mucha medicina relacionada con el cáncer, que las injusticias había que combatirla desde todos los ámbitos de la vida. Perteneció al Partido Comunista de España, aquel que se movía en la clandestinidad, y a su departamento en el Clínico lo llamaban en plan chanza 'Oncologías Obreras', puesto que su jefe, él, pertenecía a CCOO y era un reducto en el que se practicaba la lucha por la reivindicación de la clase trabajadora. Conocida su querencia republicana (es presidente honorífico de la Unión Cívica Andaluza por la República), ha pasado toda su vida profesional en el Hospital Clínico San Cecilio, donde entró en 1967 y se jubiló en 2017. Medio siglo dedicado a la Oncología.

Con el equipo de Oncología en 1973.
Con el equipo de Oncología en 1973.

Con su curriculum y sus reconocimientos hay para empapelar una habitación, pero se enorgullece cuando dice que tiene la Medalla de Oro de la ciudad de Melilla y la de Plata de la Cruz Roja por su participación en las inundaciones de La Rábita en 1973. Ahora, con su experiencia y bagaje profesional, está convencido de que el cáncer algún día será controlado, una enfermedad que no será mortal en ninguna de sus apariciones. "Soy muy optimista en este aspecto. En el cáncer se ha avanzado mucho pero aún quedan barreras que vencer. En el National Geographic escribí un artículo que me pidieron sobre la cura definitiva del cáncer. Ahí explicaba que algún día esta enfermedad no será decisiva en la vida de una persona. De todas maneras, el mejor cáncer es el que no aparece".

ME ENCUENTRO BIEN

De lo primero que hablamos al sentarnos en dos estupendos butacones del hotel Abba, es de lo difícil que te resulta dejar de trabajar cuando estás jubilado pero la cabeza te funciona bien y cuando tienes la oportunidad de que la sociedad se aproveche de tu experiencia. Él, según me informa, desde que dejó el Clínico cuando se jubiló trabaja en programas y proyectos contra el cáncer en hospitales privados, además de seguir dando clases como profesor emérito en la Universidad, atender a enfermos que ha tratado siempre y poner sus conocimientos al servicio de la lucha contra esta temible enfermedad. "El día que no pueda lo dejaré, pero por ahora me encuentro bien y hay gente que me requiere, así que por eso sigo".

Yo le doy las gracias por haberme facilitado al máximo el encuentro y él me dice que él se ha llevado siempre bien con la prensa porque la ha considerado un instrumento muy útil para concienciar a la gente de que vivimos en un mundo que hay que preservar. En una sociedad informada cualquier problema tiene mejor solución, me dice. Luego le pido que me cuente su vida.

José Luis García Puche nació en Granada, en el barrio del Realejo, en el año 1947, en los tiempos en los que el cáncer se curaba con elixir estomacal y pastillas Crespo y Franco gobernaba con la bombilla del Pardo siempre encendida. También en la época en la que un hombre necesitaba al menos dos trabajos para dar de comer a la familia. Su padre era practicante y maestro. Fue su abuela Rosario la que le dio la idea de que la Medicina sería una buena materia en la que ocupar su vida.

–Mi abuela tenía dos amores: Dios y el ginecólogo Alejandro Otero, y no sé en qué orden. Era matrona y trabajaba con él. En mi casa se hablaba mucho de ese hombre que impulsó la asistencia sanitaria en Granada, al que se quería mucho. Tenía yo 14 años cuando murió Alejandro Otero en México. Me acuerdo de que aquel día se lloraba mucho en mi casa y yo, que no sabía nada, por casualidad había visto en el periódico que se había muerto Stalin también. Estando todos apenados, inocentemente pregunté: ¿Estáis llorando porque se ha muerto Stalin? No te quiero contar las miradas que recibí, jajaja. La ilusión de mi abuela era que yo fuera ginecólogo, pero no me vio terminar la carrera porque murió de cáncer de útero cuando yo tenía 18 años. Pero es que mi madre murió después de cáncer de mama. Yo creo que eso fue lo que hizo, al terminar Medicina, decidirme por la Oncología, cuando ésta aún no era considerada una especialidad.

José Luis García Puche hizo el Bachillerato en el Padre Suárez y la carrera la cursó en la Facultad de Medicina de Granada. Nada más terminar ingresó en el llamado Instituto de Oncología del Hospital Clínico San Cecilio, que financiaba la Fundación San Francisco Javier y Santa Cándida. Entre medias le tocó cumplir con la patria.

Al lado del busto del fundador del Instituto dei Tumori de Milán.
Al lado del busto del fundador del Instituto dei Tumori de Milán.

–Hice la mili como oficial médico en Madrid. Recuerdo que durante el campamento hicimos una huelga de hambre y sed en apoyo de un soldado que servía en la cantina. Lo habían castigado y nosotros creímos que el castigo era injusto. En aquellos tiempos una rebelión de ese tipo hubiera sido motivo para enviarnos a todos al Sáhara, pero uno de los huelguistas era hijo de un oficial de alta graduación y eso hizo que no nos castigarán. De todas maneras a mí me enviaron a Lorca, en Murcia, a una especie de regimiento de castigo. Estuve atendiendo como médico a 1.500 soldados, además de oficiales y familiares. Pero lo pasé bien. Fue toda una experiencia.

Al terminar el servicio militar volvió al Instituto Oncológico. José Luis me cuenta que aquellos primeros años lo más que se hacía en la lucha contra la enfermedad eran los cuidados paliativos y que los resultados eran poco gratificantes porque había pocos recursos y en esa patología los avances por entonces eran escasos. Casi todas personas con cáncer se morían irremediablemente. Tal vez, me cuenta, que eso le sirvió para plantearse un reto en su vida: conocer todo lo relacionado con esa maldita enfermedad para combatirla mejor. El cáncer era, y aún lo es, algo más que una enfermedad. El miedo reverencial a padecerlo, la condena a muerte que su diagnóstico significaba y todo aquel misterio asociado retaba su imaginación y sus ganas de trabajar. En la medida que comenzó a entender la naturaleza de la enfermedad y la manera de combatirla, se le hizo muy atractivo este campo de la Medicina.

EN MILÁN

El contacto con la literatura científica especializada afianzó su dedicación. En el Instituto de Oncología acabó la licenciatura y se incorporó como médico interno. Hizo su tesis doctoral y se dedicó exclusivamente a la Cancerología. Luego, con una beca postdoctoral pudo estar en el Instituto dei Tumori de Milán, donde encontró de manera definitiva todos los elementos que configuraban y daban significado a su dedicación profesional.

–Aquellos dos años en Milán fueron muy importantes en mi vida. Además de trabajar en el que se considera el mejor centro de tratamiento del cáncer, tuve mucho contacto con el Partido Comunista de Italia. Participaba en los mítines explicando o dando consejos para prevenir el cáncer de mama. Mi rebeldía estaba justificada, había muchas injusticias que reparar. Por ejemplo, no podía concebir que el hijo de un catedrático tuviera más privilegios que cualquier otro alumno a la hora de obtener el doctorado u otra cátedra. ¿Sabes? Yo fui el primer presidente del comité de empresa del Clínico. Me dolía mucho la desigualdad. Me fui a Milán con la esperanza de la democracia y vine cuando anunciaron que el rey de España era el motor del cambio y era nombrado sucesor de Franco. No entendía nada. En el año 1978 tuve que elegir entre la Medicina y la Política y elegí la Medicina.

José Luis García Puche fue el que diseñó, junto con Plácido Guardia y Justo Cabrera, el plan de los cuidados paliativos en los enfermos de cáncer. Fue un encargo de la Junta de Andalucía. También fue uno de los médicos que intervino en la refundación Asociación Española contra el Cáncer, de la que fue presidente, y no hay profesional que disienta del grado de compromiso de este profesional con el campo de trabajo que eligió. Es autor de 140 trabajos científicos y de cuatro libros sobre el cáncer. Cuando habla de su ocupación, se le resplandece el semblante de niño travieso.

–He recibido muchos parabienes en mi vida, pero me siento orgulloso, por ejemplo, de la medalla de oro que me concedieron en Melilla. Allí no había un servicio oncológico en condiciones y a mí me parecía una injusticia que una ciudad española careciera de tal servicio. Montamos uno en el Hospital Comarcal y enviamos una oncóloga. Pero al poco tiempo la oncóloga se fue y el servicio, con casi un centenar de pacientes, se quedó empantanado. Estuve yendo a Melilla durante 13 años una o dos veces por semana a atender a aquellos enfermos. La ciudad me reconoció esta dedicación y me concedió la Medalla de Oro.

Otro ejemplo de su dedicación a esta enfermedad es cuando se rompió la bomba de cobalto con la que se trataba a los enfermos de cáncer.

Con Justo Cabrera, con el que diseñó el plan  de los Cuidados Paliativos
Con Justo Cabrera, con el que diseñó el plan de los Cuidados Paliativos

–Fue en 1980 y yo era ya jefe del servicio de Oncología. Estuvimos seis meses sin bomba de cobalto. ¿Qué hicimos? En Jaén sí funcionaba una nueva que habían adquirido, así que todos los días íbamos en un autobús hasta allí para que los enfermos recibieran sus sesiones de radioterapia.

EN GENYO

No hay en Granada unidad o servicio oncológico que no cuente con la experiencia de José Luis García Puche en este campo. Me cuenta que una de las novedades en investigación oncológica es la biopsia líquida, una prueba que estudia distintos fluidos y que ayudará a saber, por ejemplo, respuestas a tratamientos. Se conoce ya como la técnica que revolucionará la oncología y la forma de tratar el cáncer y en la que está trabajando en Genyo junto a su hijo, el inmunólogo José Luis García-Pérez.

–Los avances en este campo harán que en breve se pase a la clínica y se comience a ampliar su uso en los hospitales, dando el salto del laboratorio al paciente. Y Granada tiene mucho que decir en este campo porque hemos conseguido que sea la sede de la Sociedad Internacional de Biopsia Líquida, creada en mayo de 2017 a raíz de un congreso sobre este avance celebrado precisamente en Granada. Acoger la sede central de esta sociedad es muy beneficioso para los grupos de investigación y para Granada ya que supondrá contratar personal y aumentar el movimiento de investigadores. Esta sociedad tiene como misión coordinar todos los grupos de investigación oncológica relacionados con la materia. Esto hará que científicos y expertos en cáncer de todo el mundo puedan llegar a Granada a validar sus investigaciones o a conocer los estudios que aquí se realizan y los medios. La biopsia líquida facilita el seguimiento de los pacientes con cáncer, ver la respuesta al tratamiento y cambiar en función de lo que se considere mejor para su estado. En definitiva, valorar incluso una respuesta de forma precoz. Esta técnica sirve para cualquier tipo de cáncer, aunque hay más experiencia en los tumores de mama, colon, próstata o pulmón.

José Luis García Puche sale un día a la semana a darse una caminata de 20 kilómetros con un perrillo que encontró en 2015. "Fue el perrillo el que me encontró a mí", corrige. Le gusta mucho la música, afición que comparte con su mujer Nani. José Luis estuvo casado en primeras nupcias a los 25 años y tuvo tres hijos. Con Nani dice que encontró el amor que siempre había buscado y siente que, desde entonces, el sol sale todos los días de manera distinta. Le gusta las películas en blanco y negro. Orson Wells y Clint Eastwood son sus cineastas preferidos. Y Ava Gardner, cómo no, la actriz con la que todos hemos soñado alguna vez, es su favorita entre las antiguas bellezas de Hollywood. También le gusta ser un manitas en su casa, afición que ha descubierto recientemente.

–Me gusta arreglar cosas… Y algunas veces lo consigo, jajajaja".

stats