El amor en tren de Alta Velocidad
Estreno de los Avant entre Granada y Sevilla
Estudiantes, trabajadores y turistas, el perfil del usuario del nuevo tren Avant Granada-Sevilla
El servicio ha permitido a algunas parejas pasar más tiempo juntas
Granada · Sevilla/Fernando y Andrés tienen 21 años y portan a su espalda dos voluminosas mochilas. El reloj daba las 6:40 de la mañana y todavía no sabían cómo había que subirse a un tren como el Avant que, a esa hora, tenía que partir desde Granada hasta Sevilla. Un trabajador de Renfe les gritó "¡montarse que sale ya!, Después buscáis el coche". Pero no era verdad, porque en el primer día importante, en la primera jornada laboral en la que Granada reestrenó tren directo (y rápido) con Sevilla, la salida se demoró diez minutos. Los retrasos, una afluencia de viajeros en aumento exponencial, y el redescubrimiento del tren como medio de transporte desde Granada, fueron la nota que dominó el segundo día de la Alta Velocidad regional.
Tanto Fernando como Andrés llevaban unas horas frenéticas. Los dos habían perdido la noche anterior el autobús que les llevaba a Córdoba y a primera hora de la mañana tenían clase en la Facultad de Derecho, donde estudian como alumnos de intercambio procedentes de Aguascalientes, México. Córdoba va a ser un lugar recurrente en la crónica de este primer día de 'fuego real' para la nueva relación Granada-Sevilla por tren. Para empezar, de los siete pasajeros que se subieron en Andaluces, más de la mitad no llegaron a Santa Justa. Cuatro terminaron su recorrido en Córdoba Central. Como fue el caso también de Pablo y Rocío.
Pablo es periodista, tiene 28 dólares en la billetera de la edad, y se dedica a divulgar los logros científicos de la Universidad de Córdoba. Rocío, de 34, deja a su marido en Granada para irse la laboratorio del que es técnica. A los dos sólo les une que el trabajo lo tienen en la ciudad de los califas y el amor lo tienen a los pies de la Alhambra.
"Me viene bien porque puedo alargar el fin de semana hasta el lunes y llego en buena hora para trabajar", cuenta Pablo, cuyo modus operandi pasa por coger el tren los lunes, aunque los viernes prefiera un BlaBlaCar. "Compensa más ir en tren antes que alquilar un piso en Córdoba", se muestra tajante y sorprendente Rocío, que tiene en su poder uno de los abonos de viaje que abaratan el coste del billete, tanto en Avant como en AVE. Podría decirse que es el tren del amor, que permite ver a la novia más tiempo o vivir con el marido sin necesidad de separarse por el trabajo.
La historia de 'los 7 del Avant del lunes’'es prolija. Adela es farmacéutica y a última hora del domingo decidió coger el tren para ir a Sevilla a una reunión. Entre ella y los estudiantes mexicanos, en el viaje habrían ido cuatro pasajeros. Más claro, al menos, lo tenía Diego, jubilado que, aunque como a todos les parece caro el billete simple, le gusta viajar en tren y aprovechó el nuevo servicio para ir a Sevilla a hacer un papeleo. Atrás se quedó el autobús, "aunque es mucho más económico", dice.
Como en el primer día, los retrasos estuvieron presentes, pero no lo suficientes para ser tan graves y motivar la indignación tuitera. Por ejemplo, el tren de las 6:40 llegó a Sevilla 21 minutos tarde, mientras que el de las 12:15 arribó a Andaluces con exactamente la misma demora. Todo fue cuestión de tráfico y de ajustes en las tres líneas de Alta Velocidad que utilizan los Avant, que ahora soportan 8 circulaciones diarias más. En el primero del día, el tren Serie 114 salió de la base de Antequera tarde y llegó a Granada apenas diez minutos antes de salir. Mal empezaba la cosa. Y algo raro pasaba cuando en la Bifurcación de La Chana, en el tramo de vía junto al Cortijo del Conde, el convoy se quedó parado ocho minutos mientras se reorganizaban los tiempos. En el de mediodía de Santa Justa, casi lo mismo. Al menos, la comodidad de los asientos y la posibilidad de caminar hacen que el tedio no llegue a apoderarse del viajero.
Una Alta Velocidad aún en pañales. "Al principio es normal. Con las semanas todo se irá ajustando, como pasó con el AVE", dicen desde Renfe. En los viajes de lunes se notaba que quedaban detalles por pulir. En los trenes de regreso a Granada, las pantallas y la megafonía interior no anunciaban correctamente las paradas, y era el maquinista quien de propia voz las cantaba. O el propio retraso, que se acrecentó en Antequera mientras se esperaba a que el Avant que había salido de Granada a las 13:20 llegara para evitar cruzarse por el camino. Y es que claro, una de las consecuencias de la decisión política de no hacer la variante de Loja o haber puesto la doble vía en Granada es hacer encaje de bolillos para que ningún tren se cruce por la vía única.
Ya en el trayecto de regreso el perfil del viajero había cambiado. De los estudiantes y trabajadores a los turistas. Maheen y Jamal son un matrimonio pakistaní encantador que hacía crujir las patatas de una bolsa sacada de las máquinas de vending del tren (que no tiene cafetería). Se subieron en el Avant de casualidad, ya que compraron directamente el billete en Santa Justa. "¿En 2017 no había tren entre Granada y Sevilla, verdad?", preguntaba ella al periodista recordando la primera vez que estuvo en la ciudad, a la que ahora lleva a su esposo. Ambos querían saber más de Granada, a dónde ir y qué ver además de la Alhambra, sobre todo él, ingeniero de profesión. Dos maletones de dimensiones considerables delatan un viaje digno de Michael Portillo, de esos que define una experiencia de vida.
Con más jolgorio vivieron las dos horas y 44 minutos del trayecto Mariana y Blanca. Sobre todo la primera, viuda del gran bailaor granadino Mario Maya, que destaca las bondades del tren por encima del coche y, sobre todo, del autobús. "Es que llegas al centro de las ciudades. Felicidades a los granadinos", comentaba alborozada, celebrando poder volver a la Granada que tanto devociona. "Además, Renfe me permite viajar con mi mascota y no me obligan a meterla en una maleta. Eso no se lo haría nunca", añade como motivo de más peso aún.
Tras pasar el tramo de la discordia en Loja donde, por cierto, ya se ve cómo están alzando los pilares que quedan para terminar el viaducto sobre Riofrío, el Avant vuelve a correr hasta los 251 por hora a partir de Tocón. Antes, incluso, había recogido a una decena de personas en Loja, donde se puede ir y volver a Granada por 10 euros, e incluso por unos 2 euros con los bonos de viaje. Un chollo para lojeños y granadinos.
A la llegada del tercer Avant, a eso de las tres de la tarde, una imagen lo resumía todo: la Estación de Granada tenía seis de sus siete vías ocupadas por trenes, cinco de ellos de servicio de pasajeros (el otro era una vagoneta de mantenimiento). Sería lo lógico en cualquier terminal ferroviaria, pero no en Granada, donde tras cinco años de aislamiento y de pérdida de presencia, este medio de transporte habían quedado relegado al olvido. Y costará que el granadino lo recupere del ostracismo. Si ven así la estación, costará menos. Por eso, lo de estos días de inauguración, y pese a polémica por los precios, es otro paso más. El AVE, los Avant. Falta el tren de toda la vida.
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