La Biblioteca del Albaicín en la Iglesia de San Nicolás
ayer y hoy
La primera biblioteca pública del Albaicín iba a ser instalada en la recién incendiada iglesia de San Nicolás
La Granada republicana de 1932 contabilizó 73 huelgas y docenas de incendios
Granada/Apenas se estudian en las escuelas los convulsos años que les tocó vivir a nuestros padres y abuelos. Algunos prefieren olvidar y otros recordar. Cuentan los estudiosos que de los años que duró la República, el de 1932 fue el más movidito para los sindicalistas y para una patronal dura de pelar; 73 huelgas, la mayoría de carácter político y las demás reivindicando subidas salariales o mejoras en las condiciones de trabajo. Pero lo que más preocupaba a los granadinos eran los desórdenes públicos y los desastres provocados por extremistas que ponían en peligro la convivencia y hasta la propia República recién nacida; bombas, tiroteos e incendios sin medir las consecuencias.
Aunque las huelgas empezaron en enero en las azucareras de Motril y Salobreña duraron todo el año, pero hubo algunos meses muy calientes; en agosto los desordenes fueron muy graves: se incendia el Casino Cultural, la fábrica de cerámica de los Morales en Fajalauza, el convento de las Tomasas, la Iglesia de San Nicolás... Y no fueron los únicos incendios. Continuaron los petardos y los tiroteos a casas, tranvías y hasta despachos institucionales. Asaltos a armerías, a bares, se destrozan escaparates, choques con la Guardia Civil y detenciones varias. De nada servían las amenazantes palabras del nuevo delegado del Gobierno de la República en Granada, señor González López, nombrado por el ministro Casares Quiroga, sustituyendo a Fernández Vega. De "turbas irreflexivas" calificaba el gobernador a los alborotadores e incendiarios. Aunque este González duró tres días en el cargo. Fue peor el remedio.
El incendio de la Iglesia de San Nicolás fue lamentado por todos; las pérdidas fueron cuantiosas y el edificio quedó prácticamente destruido; apenas se mantuvo el muro exterior y el campanario y para colmo una viga cayó sobre dos niños que jugaban con las campanas quedando malheridos.
Pero llegó la ocurrencia en diciembre de 1933. Granada no tenía más biblioteca pública que la establecida en el antiguo Casino del Paseo del Salón. En uno de los plenos del Ayuntamiento, al teniente alcalde señor Guerrero se le ocurrió la idea de instalar una biblioteca en el solar de la iglesia incendiada. Argumentaba que el Albaicín era un barrio muy atrasado, ocupado por una población trabajadora con escaso acceso a la cultura y aquel edificio semidestruido ofrecía el lugar idóneo. El alcalde Ricardo Corro duda si el solar es de la Iglesia o del Estado y deja en suspenso el tema. Había que valorar no solo la propiedad sino las posibilidades materiales que ofrecía el edificio, para lo que se consultó al arquitecto municipal señor Rodríguez Orgaz, que aseguró ser una buena idea ya que, puesto que el exterior de la iglesia se había conservado, era mucho más barato adaptar el interior y ocupar como centro de lectura la nave central que hacer una biblioteca de nueva planta. Sería cuestión de cubrir la nave con una claraboya de cristal transparente para iluminar el interior sin abrir huecos en los muros de la iglesia. Sería también bueno conservar lo que quedaba del monumento a cuyos gastos de reparación no podría atender la Iglesia en esos momentos.
Quedó en suspenso la cuestión. Los acontecimientos hacían pensar en todo menos en abrir bibliotecas. Habría que esperar a que casi 40 años después, y gracias a la iniciativa de la Asociación de Padres con la activa participación del infatigable albaicinero Miguel Carrascosa, se abriera a unos metros de la Iglesia de San Nicolás una bien nutrida Biblioteca Municipal. Hoy es una realidad del Ayuntamiento y Junta de Andalucía. Por su parte, una asociación de Amigos de San Nicolás se desvive por restaurar a duras penas el templo incendiado hace 85 años. Y en eso andamos.
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