Brexit, la ciencia espera
La salida del Reino Unido de la UE deja 'hueco' para que universidades de toda Europa puedan optar a los fondos que hasta ahora copaban los ingleses
Granada/A finales de febrero saltó la noticia. La Universidad de Oxford, una de las joyas de la corona del Reino Unido, había planteado la posibilidad de abrir un campus en la capital de Francia para 'eludir' los efectos del Brexit y mantener un pie -y el bolsillo- en la Unión Europa. Los intereses para tal operación -que fue desmentida por la institución académica pero que delatan la inquietud con la que se vive la 'desconexión' en el ámbito científico- son notables y no afectan únicamente a Oxford. Entre el 30 y el 40% de los investigadores que trabajan en las universidades del Reino Unido son foráneos. En cuatro años, la ciencia inglesa ha ingresado 1.500 millones de euros en ayudas de programas de la Unión Europea, como el Marie Curie o el European Research Council (ERC). Es, además, el segundo país europeo en recibir fondos del ambicioso programa H2020, entre 6.000 y 8.000 millones en cuatro años.
Los datos, aportados por el Vicerrectorado de Investigación y Transferencia de la Universidad de Granada, señalan el 'terremoto' que la salida de la Unión Europea puede suponer para la ciencia, la de allí y la de aquí. Porque con el Brexit todas las universidades europeas están haciendo cábalas sobre cómo les puede afectar, para lo malo y, también, para lo bueno.
"Perdemos todos, desde luego", valora el vicerrector de Investigación de la UGR, Enrique Herrera Viedma. "Pero puede que redunde en beneficios para los demás", añade. Un primer punto a destacar es el tema económico. Si el Reino Unido se va, todas las aportaciones que desde la Unión Europea se han hecho para financiar investigaciones en ese país quedan 'libres'. "Se estima que se llevan unos 2.000 millones más de lo que aportan" al sistema de financiación europeo, lo que obligará a "modular" el modelo. Es posible que las instituciones británicas mantengan sus vínculos con los centros de investigación de la Unión Europea -con un sistema similar al que tiene otro extracomunitario como es Israel- pero el Reino Unido saldría perdiendo. En ningún caso podrá ingresar más de lo que aporta. "Van a dejar de recibir ese superávit", indica el vicerrector.
Otra de las claves es el papel que, sin duda, ostentan las universidades inglesas como polos de atracción de talento de otros países desde hace décadas. Situaciones como el Brexit pueden hacer que esos destinos -Cambridge, Oxford, University College of London, por ejemplo, están entre las 17 mejores universidades del mundo- pierdan atractivo pese a ser enormemente prestigiosas. Así lo prevé Herrera Viedma. "Allí hay gente muy buena, y si se hace más difícil la colaboración" es factible que se produzca "incluso" un proceso de "fuga de cerebros".
Un fleco pendiente en el Reino Unido es cómo financiar con sus medios la ciencia que se desarrolle allí. El país tendrá que tejer un nuevo modelo de financiación, ajeno a las ayudas desde la UE y capaz de mantener el nivel de excelencia -altísimo- de las universidades británicas más punteras, y que tradicionalmente no han dependido tanto de su Estado como de instituciones internacionales, indica el vicerrector.
Otra de las claves del proceso y que hace que las universidades -incluida la de Granada- estén expectantes es que si el Reino Unido no está como país miembro de la Unión Europea, tampoco puede estar en los órganos de decisión. Se le cerrarán las puertas de los despachos donde se deciden dónde van los fondos, lo que puede hacer que otros países -como España- ganen peso y capacidad de determinar cómo y con quién se gasta el dinero europeo. "Hay mucha incertidumbre", destaca Herrera Viedma, que reconoce que "poner trabas" a la ciencia con decisiones políticas como el Brexit es "un error".
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