Buen gusto y calidad en Antonio Pérez
Una espectacular fuente de mármol del siglo XVI, con su escudo familiar grabado, da la bienvenida al Restaurante Antonio Pérez. El surtidor alegra con su sonido toda la estancia y le presta un toque de distinción. La bonita cabeza de piedra de un león parece advertir que estamos entrando a un lugar de calidad. Los propietarios actuales no quisieron tocar absolutamente nada de lo que el fundador de este local puso en su día. Ni siquiera le cambiaron el nombre. Hicieron bien, porque Antonio Pérez no sólo era muy conocido y querido en esta ciudad sino que su restaurante está lleno de guiños a uno de los lugares más bonitos de Granada, la Fundación Rodríguez Acosta. Este restaurante es un homenaje al Carmen Blanco, incluso está ubicado en la calle Pintor Rodríguez Acosta. En las paredes cuelgan cuadros de J.G Montero, todos imágenes granadinas y en el pequeño reservado del comedor, un fresco recuerda a los jardines que diseñó en su casa-estudio el famoso artista.
Un horno de leña es otra de las señas de identidad de este local que es punto de encuentro diario de muchos granadinos. Esparce su agradable aroma y en invierno es una gozada verlo funcionar. Las tapas son de calidad y la comida, muy buena. Los lomitos de sardina en aceite de oliva, las mollejas de cordero, la merluza a la brasa o el rabo de toro son algunas de las especialidades de la casa. También prestan mucha atención a platos que hunden sus raíces en nuestro pasado andalusí, por ejemplo, el rape mozárabe, el pez espada a la miel, el lenguado en crema de almendras o la caldereta de cordero. Los postres son maravillosos, porque tienen absolutamente todos los helados de Los Italianos, incluidas tartas como el zucotto. Otra opción es elegir el pastel de crocanti de almendra que hace la famosa Cristina o el tocino de cielo de la cocinera, María, dueña del Antonio Pérez junto a su marido, José. En este negocio familiar el encargado es uno de los hijos, José García, gran experto en vinos. Siempre se respira buen ambiente, tanto en la zona de barra como en la de comedor y ahora en la terraza. Después del verano tienen previsto abrir, enfrente del local, un bar de copas.
La luz tamizada, la mezcla del mármol y el barro, algunas celosías, la forja, los manteles blancos y otros elementos decorativos hacen que comer aquí se convierta en una experiencia relajante, sin sobresaltos. Los productos, además, son de primera calidad porque los dueños actuales tienen granja y la carnicería de José Palometas en el mercado de San Agustín. Por supuesto, celebran eventos.
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