A vueltas con la búsqueda de Lorca

Tribuna

Laura García-Lorca muestra su "desazón" por los ataques y críticas lanzados por Gibson

Laura García-Lorca con el legado del poeta recién llegado al centro de la Romanilla
Laura García-Lorca con el legado del poeta recién llegado al centro de la Romanilla / Álex Cámara
Laura García-Lorca - Sobrina del poeta y presidenta de la Fundación Lorca

16 de mayo 2019 - 23:19

No sin cierta desazón me veo en la obligación de dirigirme a usted para replicar una entrevista con Ian Gibson de Alba Rodríguez, publicada el 15 de mayo en su diario, en la que se recogen unas valoraciones con las que estoy en desacuerdo.

Dice Gibson: "La familia Lorca es un desastre. Laura ha llegado a decir que no quiere que encuentren los restos de su tío… no hay derecho a traer aquí la Fundación cuando Granada no ha encontrado a su poeta".

No me he apartado nunca del "Parecer" publicado el 12 de septiembre de 2003 por los seis sobrinos y herederos de García Lorca: Vicenta Fernández-Montesinos García, Concepción Fernández-Montesinos García, Manuel Fernández-Montesinos García, Gloria García-Lorca de los Ríos, Isabel García-Lorca de los Ríos y Laura García-Lorca de los Ríos. En líneas generales dice lo siguiente:

Por lo que se refiere a la iniciativa de exhumar el cadáver de Federico García Lorca y los de las personas fusiladas junto a él en el Barranco de Víznar surgen dos cuestiones. Una de carácter general, la referente a la memoria histórica, y otra particular, la exhumación de cada cuerpo individualizado. Es decir: hay una memoria pública y una memoria privada.

Los sobrinos carnales de Federico García Lorca, sus legítimos herederos, manifestamos nuestra opinión unánime ante ambas cuestiones. Por lo que se refiere a la primera, la recuperación de la "memoria histórica", la aclaración de la verdad sobre los acontecimientos pasados que han tenido efectos para la colectividad, somos decididos partidarios de que no se deje de remover ni una sola piedra para que esa verdad salga a relucir y sea conocida por todos.

"Las circunstancias de su muerte son suficiente conocidas, no requieren remover sus huesos"

Si para que se sepa esa verdad hay que hacer exhumaciones, por doloroso que sea el proceso, no nos opondríamos nunca a que dichas exhumaciones se llevaran a cabo. Es perfectamente legítima cualquier iniciativa en este sentido siempre que vaya encaminada a despejar e iluminar lagunas que pueda haber en la memoria pública.

Pero esta cuestión de carácter general trae consigo otra de carácter particular, la memoria privada, lo que pasa con los restos mortales individuales.

Estamos convencidos, y en ello basamos nuestras opiniones, que las circunstancias de la muerte de Federico García Lorca, por lo que se refiere a la constatación de la memoria histórica, son lo suficientemente conocidas como para que, en su caso particular, no haya necesidad de remover sus huesos. Parece mentira que a estas alturas alguien pueda creer que una negativa a la exhumación de los restos mortales del poeta implique no querer recuperar la memoria de su asesinato.

Federico García Lorca fue una víctima del alzamiento fascista de unos perjuros generales, con Francisco Franco al frente, que despreciaron su juramento al orden establecido por la Segunda República. Fue una víctima más de aquel inicuo régimen que tuvo que echar mano del asesinato y del terror, porque sin ellos nunca habría podido imponerse. Que sus restos mortales estén más allá o más acá dentro del paraje donde se sabe que fue enterrado –porque esto también se sabe–, nada va a aportar a la verdad histórica.

La existencia de una fosa común es parte de la verdad histórica. El Barranco de Víznar es un lugar de memoria que ha de preservarse a toda costa. En los tiempos actuales, existe el peligro de que, una vez desenterrados y trasladados los cadáveres, los lugares de las fosas den paso a colonias de chalets. Esto sí que sería desvirtuar la historia. Y no olvidemos que ésta se compone también de lugares que no deben desvirtuarse, que deben permanecer desnudos de todo ornamento encubridor

"El Barranco de Víznar es un lugar de memoria pública que ha de preservarse a toda costa"

En todo caso hay dos opciones: la de mantener el lugar del enterramiento de los asesinados políticos como lugar de la memoria colectiva, pública y civil, sin entresacar ni seleccionar ningún cuerpo de los que allí reposan, y otra, la opción civil, privada, también respetable: la de los particulares que quieran honrar a sus muertos, pero sacándolos del contexto de su muerte.

Desvirtuar el lugar de la memoria pública exhumando los cadáveres puede llevar a que por ahí se abra una puerta al olvido definitivo. Lo que no es leal es mezclar las dos posturas.

Para 1955 la Dictadura de Franco ya había intentado violar ese lugar de la memoria pública, buscando precisamente la exhumación del cadáver del poeta con el pretexto de que recibiera las honras fúnebres debidas a un escritor tan importante. Como es natural la familia se negó a tales pretensiones. Entendía entonces, como entendemos ahora, que Federico García Lorca era testigo –mártir– de la represión colectiva y que en cierto modo su nombre y su fama protegían y arropaban a los miles de víctimas anónimas pero unidas –también en la muerte la unión hace la fuerza– por un destino común, y obligaba a recordar un episodio que el poder quería desnaturalizar, borrando su carácter político.

El derecho de los particulares que quieren enterrar a sus muertos en otro sitio es el derecho de la memoria privada. A nuestro juicio es una opción que difumina la potencia de la memoria civil, pública, pues las muertes no fueron privadas, sino públicas. Como es bien sabido, nunca hemos entorpecido el deseo de las familias de los fusilados junto a Federico García Lorca. Prueba de ello son las excavaciones que han tenido ya lugar.

"Existe el peligro de que, una vez desenterrados los cadáveres, las fosas den paso a colonias de chalet"

Se reitera con razón que Federico García Lorca pertenece a toda la humanidad. Pues bien, esa pertenencia universal se percibe mejor en la actual situación, y no en el caso que su cadáver sea recobrado por sus familiares: en ese momento, la verdad histórica dejaría de pertenecer a la memoria pública para integrarse en la memoria privada.

Nuestra postura no es aislada. Entre las muchas voces que nos avalan tendremos siempre en el recuerdo las palabras que escribió Marguerite Yourcenar a Isabel García Lorca en una carta fechada el 10 de mayo de 1960 después de visitar el Barranco de Víznar: "...yo me volví para contemplar aquella montaña desnuda, aquel suelo árido, aquellos pinos jóvenes creciendo vigorosos en la soledad, aquellos grandes plegamientos perpendiculares del barranco por donde debieron de discurrir antaño los torrentes de la prehistoria, Sierra Nevada perfilándose majestuosa en el horizonte; y me dije a mí misma que un lugar como aquél hace vergonzante toda la pacotilla de mármol y de granito que puebla nuestros cementerios, y que cabe envidiar a su hermano por haber comenzado su muerte en aquel paisaje de eternidad (...) no cabe imaginar más hermosa sepultura para un poeta."

Es falso que en el Centro Lorca no se pueden consultar los documentos del poeta

En sus primeras y rigurosas investigaciones, Gibson contribuyó a la formación de esta postura, y luego a la construcción del parque de Alfacar en el lugar que él mismo indicó. Hoy le parece "un desastre". No resulta fácil conciliar ambas posturas.

Dice Gibson respecto del Centro García Lorca:

"No tengo gran opinión, pero por lo que veo no se pueden ver los documentos de la Fundación… eso me parece aberrante".

No es cierto. No debe de ser amplio el campo abarcado por su mirada. Por ejemplo, no parece haber visto que una parte de esos documentos se integra en la exposición Desde el Centro. García Lorca y Granada, abierta al público actualmente. Por lo demás el archivo ha empezado a funcionar en Granada con el mismo protocolo que tenía cuando estaba en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en la cual se conserva una copia digital íntegra.

Atentamente,

Laura García Lorca

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