El Cambio Climático: aquí y ahora

Medioambiente

El aumento de la temperatura del planeta no se combate bajando el termostato del aire acondicionado. Hay que cambiar nuestra forma de vida para que la Tierra siga siendo nuestro hogar

A medida que aumenta el dióxido de carbono en la atmósfera terrestre sube la temperatura / G. H.
Lola Ortega Reyes

16 de noviembre 2022 - 06:00

Presidenta de Árboles contra el Cambio Climático en Granada/Muchos piensan que el aumento de 1,1 grados de la temperatura media del planeta con respecto a la era preindustrial solo supone tener que bajar un poco la temperatura del aire acondicionado durante el verano y disfrutar de inviernos más cálidos y suaves. Nada de lo que tengamos que preocuparnos. Pero se equivocan. Y mucho.

En marzo de este año se midieron temperaturas entre 30 y 40 grados más altas que la media en el Ártico y la Antártida. En mayo, en Pakistán y la India, se alcanzaron temperaturas superiores a los 50 grados, incompatibles con la actividad humana. Este verano ha sido el más cálido en España y Europa desde que hay registros y también el más seco.

La sequía ha sido extrema en todo el Hemisferio norte y ha causado graves pérdidas en la agricultura e incrementado hambrunas en varios países africanos. En septiembre, un monzón hasta siete veces más lluvioso que la media, unido a la fusión de los glaciares producida por las elevadas temperaturas, ha originado unas devastadoras inundaciones en Pakistán que han afectado a más de 30 millones de personas. Incendios forestales casi imposibles de controlar han devastado Norte América, Europa y España. Mientras, en Siberia, continúa ardiendo el permafrost y los bosques amazónicos son quemados para sembrar cultivos con los que alimentar el ganado.

Las temperaturas de las aguas de los océanos durante este verano han batido récords en distintos puntos del planeta y la subida del nivel del mar se acelera, poniendo en riesgo pequeños países insulares y afectando negativamente a todas las zonas costeras, especialmente las españolas, muy urbanizadas. En España este mes de octubre ha sido el más cálido y el más seco desde que hay registros. En Granada, no llueve desde finales del mes de abril y, por ahora, primeros de noviembre, no hay lluvias a la vista y las temperaturas se mantienen superiores a 25ºC, cuando apenas deberían superar los 20ºC.

Al inicio de la Cumbre del Clima que se celebra estos días en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij, la Organización Meteorológica Mundial ha advertido que "los efectos del cambio climático se intensifican", ya que, en lugar de disminuir, los gases de efecto invernadero (GEI) que se lanzan a la atmósfera siguen marcando récords cada año. Y cuanto mayor sea la concentración de estos gases en la atmósfera (421 ppm en 2022), mayor será la temperatura media del planeta.

La Ciencia y la ONU reconocen que, con los planes actuales para recortar las emisiones de GEI de los países firmantes del Acuerdo de París, la temperatura media de la Tierra a final de este siglo superará los 2,5 grados, con respecto a los valores preindustriales, quedando muy lejos de los 1,5 grados recomendados en París, en 2015.

Además, la guerra provocada por la invasión rusa de Ucrania ha pospuesto los planes de recortes de GEI existentes en Europa y otros países, donde se ha vuelto a quemar carbón para producir electricidad, quedando postergados los esfuerzos para luchar contra el Cambio Climático.

"El cambio está ocurriendo con una velocidad catastrófica, devastando vidas y medios de subsistencia en todos los continentes" ha remarcado en Sharm el Seihj Antonio Guterres, Secretario General de la ONU.

El futuro no es muy esperanzador. Hay que disminuir drásticamente las emisiones GEI y, sobre todo, tenemos que adaptarnos a este futuro, ya presente, mucho más cálido y seco, con eventos meteorológicos extremos que afectarán negativamente a todas nuestras actividades. La producción agrícola, tanto de secano como de regadío, se verá muy mermada por la falta de lluvia, las altas temperaturas, la desertificación y la pérdida de biodiversidad, al igual que le ocurrirá a la ganadería.

El aumento de la temperatura de las aguas del mar y su acidificación disminuirán la productividad de los océanos decreciendo la actividad pesquera. La imparable subida del nivel del mar destruirá muchas infraestructuras costeras y las altas temperaturas harán nuestras costas menos deseables para los turistas que las situadas en el norte de España o Europa. Las elevadas temperaturas trasformarán las ciudades en lugares solo habitables en los interiores climatizados, siendo las personas con menos poder adquisitivo las más vulnerables a sufrir problemas de salud derivados de las altas temperaturas y la contaminación, como ya ocurre.

A pesar de todos estos datos, hay muchos negacionistas que creen que el Cambio Climático es una invención de los científicos o que no es debido a la actividad humana, sino a ciclos naturales de nuestro planeta. Como ya ocurriera con el tabaco, las grandes empresas del petróleo han negado durante años el efecto que tiene la quema de sus combustibles fósiles en el Calentamiento del Planeta y han presionado y comprado voluntades de gobernantes, políticos y técnicos. También hay gente que acepta la idea del Cambio climático, pero piensa que es algo que nos afectará en un futuro lejano, por lo que no es momento aún para tomar medidas drásticas que pueden poner en riesgo nuestra sociedad del bienestar.

Pero lo cierto es que hay que tomarlas. ¡YA! Por ejemplo, pidamos a los gobernantes que hagan de la emergencia climática una prioridad, pongamos paneles solares fotovoltaicos en casas, comunidades de vecinos y edificios públicos que los hagan autosuficientes y frenemos la expropiación de terrenos agrícolas para la implantación grandes huertos solares. En su lugar, instalemos las placas en los miles de kilómetros de márgenes de carreteras y ferrocarriles que son públicos.

Hagamos depuradoras en todos los pueblos y ciudades para reciclar el agua que consumimos y después usarla en la agricultura o la industria. Incrementemos el transporte público no contaminante, de forma que disminuya el uso del coche privado. Transformemos las ciudades en lugares más habitables y sostenibles, incrementando el espacio para los desplazamientos en bicicleta, aumentando las zonas verdes y el arbolado callejero para luchar contra el efecto isla de calor y evitar que las elevadas temperaturas nos impidan salir a la calle.

Limitemos el uso de abonos químicos, plaguicidas y herbicidas en la agricultura, favoreciendo los cultivos ecológicos y el comercio de proximidad. Disminuyamos el consumo de carne para evitar las emisiones de GEI que las macrogranjas producen. Desarrollemos una economía circular para reducir los residuos. En otras palabras, descarbonicemos al máximo nuestra economía.

Finalmente, es necesario que protejamos los árboles que aún tenemos y plantemos miles de millones más. Ellos son los sumideros del dióxido de carbono que vamos a seguir produciendo en muchas de nuestras actividades diarias.

Para que se puedan tomar las acciones antes descritas es imprescindible que los ciudadanos estén informados, que conozcan cuáles son las terribles consecuencias de no limitar la subida de temperatura de nuestro planeta. No podemos crecer indefinidamente en un planeta finito, no podemos verter miles de millones de toneladas anuales de gases contaminantes a nuestra atmósfera sin que haya consecuencias negativas para nuestro planeta.

La Tierra, en su conjunto, se comporta como un ser vivo que se autorregula y que actualmente está sufriendo una "enfermedad" provocada por los seres humanos. Pero se recuperará y volverá a alcanzar de nuevo su equilibrio, quizás en miles o millones de años, pero lo conseguirá. Y nosotros, los miles de millones de personas de los países desarrollados responsables de esta catástrofe global tendremos que cambiar mucho nuestra forma de vida si queremos que la Tierra siga siendo nuestro hogar, nuestro único y privilegiado hogar.

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