Carpinteros en Sierra Nevada

Tres especies de pájaros de esta familia pueden encontrarse en nuestro entorno de altas cumbres Las actuaciones de naturalización de pinares están favoreciendo su expansión

Pico Picapinos.
Ignacio Henares

01 de julio 2016 - 01:00

LOS popularmente conocidos como 'pájaros carpinteros' son especies que en Sierra Nevada están asociadas a masas forestales maduras, tanto bosques de encinas y robles como en diferentes pinares. Están incluidos en la gran familia de las aves Piciformes, que incluye más de 200 especies con nombres comunes muy variados, en función de cada localidad: pájaros carpinteros, picamaderos, pitos, picos, picatroncos, picapinos, chupasavias y torcecuellos. Tienen una distribución cosmopolita, con la excepción del continente australiano, la isla de Madagascar y las regiones polares. En Andalucía, podemos observar cuatro especies: pito real, torcecuello, pico picapinos y pico menor. En la Península Ibérica hay siete pícidos, además de los anteriores, el pico dorsiblanco, pico mediano y picamaderos negro.

La familia Picidae agrupa a especies de tamaño pequeño a mediano con colores variables, desde los pardogrisáceos a los verdosos, pasando por la combinación de blancos-negros y rojizos. Tienen patas cortas y fuertes, con dedos enfrentados; la cola está transformada para servir de apoyo y los picos son fuertes y cónicos que utilizan para alimentarse o construir sus nidos, generalmente en troncos de árboles. Las lenguas son finas, puntiagudas y con pequeñas cerdas, para extraer su comida. La dieta está compuesta de insectos, tanto adultos como larvas.

Otras características comunes del grupo son su reclamo insistente y repetitivo, el vuelo ondulado y una especial habilidad para trepar por los troncos. La mayoría indican su presencia tamborileando, que no es otra cosa que el golpeteo repetitivo que con el pico realizan sobre los troncos y ramas de los árboles, y que es audible a gran distancia.

Las especies presentes en Sierra Nevada son tres:

Es el más grande de la familia en el área mediterránea, estando ampliamente distribuido en la región eurosiberiana, aunque la subespecie sharpei, presente en Sierra Nevada se circunscribe al área Peninsular Ibérica.

De tonos verdosos, con el obispillo más amarillo y las partes bajas más blanquecinas. El píleo (parte de arriba de la cabeza) y la nuca son de color rojo, el ojo es blanco-amarillento y está rodeado de un antifaz negro; y su bigotera es negra. Ambos sexos son muy similares, el macho tiene el centro rojo de la mancha negra de la bigotera, mientras que la hembra carece de ese rojo. Los juveniles son parecidos a los adultos en el patrón de colores de su plumaje, pero este está cubierto por un profuso moteado.

Se posa frecuentemente en el suelo para comer hormigas y otros pequeños insectos que recoge con su larga y pegajosa lengua. Fácil de encontrar en Sierra Nevada, ocupa cualquier hábitat menos la alta montaña, estando presente desde el piso termomediterráneo (donde es más escaso) hasta los 2.000 metros de altitud (en bosques repoblados de coníferas).

Su óptimo coincide con las áreas forestales del piso mesomediterráneo, donde prefiere frondosas y planifolias. No desdeña las áreas de relieve poco abrupto y llanuras cerealistas siempre que haya árboles dispersos donde nidificar, tal y como ocurre en la vertiente norte, en las comarcas del Marquesado del Zenete y del Río Nacimiento.

Sedentario en el área de estudio, es especialmente ruidoso en época de celo, cuando marca los territorios donde nidifica. Su reclamo es muy característico, es una especie de relincho o carcajada larga y resonante. Su canto va acelerando y es descendente en tono.

Ampliamente repartido por todo el Paleártico, el pico picapinos posee un plumaje muy llamativo y su identificación no ofrece dudas cuando se le distingue posado contra el tronco de un árbol. Es el único pájaro carpintero con una combinación de colores negro, blanco y rojo que se encuentra en Sierra Nevada.

Se le detecta en primavera por su tamborileo y durante el resto del año por un reclamo similar a un chasquido o un tímido chillido menos frecuente. El tamborileo fuerte y de largo alcance es una de las características más conocidas de este pájaro, ya que golpea con extraordinaria rapidez y en cortos intervalos 12 veces seguidas la superficie sin corteza de un árbol seco o hueco. Este sonido, como el de una corta ráfaga de ametralladora, sorprende a quien no lo ha escuchado antes. Ambos sexos tamborilean y su significación pudiera ser netamente amorosa o de llamada entre los miembros de una pareja. Su voz es aguda y fuerte, un ¡¡kiick-kiick!! repetido e insistente que parece una señal de alarma, pero que en realidad el pájaro utiliza como nota de vuelo, de comunicación, etc.

En Sierra Nevada es escaso, no se encuentra en las zonas secas estando limitado a zonas forestales con árboles maduros entre las altitudes de 800 a 1.400 metros, aunque se le ha escuchado en alguna ocasión en el robledal de Pórtugos o en Puente Palo, en la vertiente sur, a mayor altitud. Los machos poseen una mancha roja en la nuca.

Su dieta alimenticia es muy variable e incluye huevos y frutos. Durante gran parte de la primavera y verano se alimentan de insectos que, por supuesto, no desdeñan el resto del año. La gama de insectos capturados entre la madera incluye todos los perforadores y sus larvas: lepidópteros, coleópteros, dípteros, himenópteros, etc. por lo que tienen un importante papel ecológico de regulación de sus poblaciones. Es también frecuente en esta especie el complemento de su dieta con la ingestión de los piñones, para lo que han desarrollado una extraordinaria habilidad.

El más especial de los pícidos presentes en Sierra Nevada parece desafiar las características comunes de la familia ya que no tamborilea, no construye nidos en los troncos y suele posarse y comportarse como un paseriforme, trepando por los troncos en raras ocasiones. Come preferentemente hormigas y otros insectos que captura en el suelo.

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