La Casa Cuna de Armilla será un vivero de empresas para jóvenes
El mobiliario del centro social de Armilla será cedido a las asociaciones y ONG que lo soliciten · Las instalaciones se encuentran actualmente abandonadas
La Casa Cuna de Armilla, dependencia perteneciente al centro social que la Diputación tiene en esta localidad, es lo más parecido al pasaje del terror. Desde hace años vive una situación de abandono absoluto que la ha enterrado en suciedad y mugre. Ayer el presidente de la Diputación, Sebastián Pérez, anunció cambios en el emblemático enclave. El mobiliario será donado a las ONG o asociaciones que lo soliciten. "En esta situación de crisis no podemos permitir venderlo a la chatarra", aclaró el presidente, que aseguró que será ofrecido a aquellas personas que hagan uso de él y lo necesiten.
Por otro lado, las instalaciones serán convertidas en un vivero de empresas para jóvenes emprendedores que no puedan instalarse en otro lugar por falta de recursos. "Queremos poner en uso el edificio cuanto antes y dar la posibilidad a los jóvenes de desarrollar su negocio", aseguró Pérez.
Entre las hileras de árboles que hacen sombra a los parques del lugar se encuentra el centro social abandonado donde el mobiliario se amontona en cada uno de sus rincones. La Casa Cuna de Armilla atendió durante décadas a niños desfavorecidos y más tarde se convirtió en un centro para personas mayores. Actualmente sólo es un edificio fantasma dentro de un complejo donde está ubicada la residencia de mayores La Milagrosa y el hospital Reina Sofía.
Dentro del edificio aún quedan colchones, camas, andadores, sillas de ruedas (algunas acondicionadas para personas terminales que según señaló el presidente cuestan unos 300 euros), etc. "Buena parte de este mobiliario se puede utilizar porque está nuevo", apuntó Pérez.
Hace unos años se invirtieron cerca de tres millones de euros para rehabilitar el centro. "Creo que se ha malgastado el dinero", aseguró el presidente, que puso como ejemplo una inversión de 150.000 pesetas en puertas que no fueron instaladas o el equipamiento de la cocina que dispone de un ascensor y de máquinas para esterilizar cubiertos, que en la actualidad tampoco tienen uso. Quizá lo más llamativo sea la capilla del edificio a la que se destinó gran parte de los tres millones de euros para rehabilitar la cúpula que ahora es la vivienda de varias familias de palomas.
El proyecto cuenta con un presupuesto de 200.000 euros y dispondrá de cinco módulos en los que trabajarán unos 40 jóvenes. Pérez explicó que para él es esencial mostrar "ciertas realidades. Una imagen vale más que mil palabras" declaró. "Los políticos somos servidores públicos y por eso quiero recuperar este edificio y ponerlo a disposición de los que más lo necesitan", declaró.
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