Ciencia por Navidad y Reyes, para todas y todos
Las ofertas que asocian ocio y ciencias son cada vez mayores, y no son exclusivas de los museos o de las aulas de naturaleza
Por estas mismas fechas, algún año atrás, discutía con mis alumnas, futuras maestras de infantil, sobre las preferencias del alumnado de dicha etapa educativa en el tema de los juguetes. Estábamos y estamos en los momentos justos. Aprovechando que las tiendas de juguetes nos inundaban con sus catálogos, se los repartí y les propuse que eligiesen juguetes como si tuviesen su edad. Al momento me preguntaron si hacían la elección como niño o como niña. Sabiendo lo que me podían contestar, les pregunté si la elección sería diferente. Contestaron que los niños probablemente elegirían con más frecuencia coches, robot, juegos de construcción, balones de fútbol; mientras que las niñas elegirían con más frecuencia los relacionados con su cuidado personal y el de otras personas; por supuesto, añadían, siempre habría excepciones. Quizá se estén preguntando qué relación hay entre los juguetes y las ciencias y la tecnología, pues en apariencia quizá no haya relación alguna, pero solo eso, en apariencia.
Las ofertas que asocian ocio y ciencias son cada vez mayores, y no son exclusivas de los museos o de las aulas de naturaleza. En la actualidad ya no es raro que ludotecas o pequeñas empresas que organizan cumpleaños no solo oferten la merienda y la típica piscina de bolas, sino también talleres de ciencias o, como mencionamos en su día, cumpleaños científicos. En estos casos es decisión de la familia escoger el lugar donde celebrar el evento. La asistencia a estos lugares suele ser puntual, mientras que en casa suelen pasar muchas horas, y es ahí donde la familia puede compartir situaciones cotidianas que propicien el acercamiento a las ciencias y la tecnología. Observar cómo se arregla un enchufe, preparar un batido de frutas, llenar un recipiente con bebidas frías o echar cubitos de hielo en el gazpacho son algunos ejemplos de dichas situaciones porque permiten la observación, la reflexión y la formulación de preguntas sobre lo que ocurre. Pero los juguetes también pueden proporcionar un contexto adecuado para aprender ciencias. Y ahí padres y madres tenemos mucho que decir tanto en la sugerencia y elección de juguetes como en el tiempo que invertimos en compartirlos con nuestros hijos e hijas.
Numerosa literatura especializada nos advierte que la familia y las experiencias extraescolares son algunos de los factores que determinan las actitudes del alumnado hacia las ciencias y la tecnología, encontrando actitudes más favorables entre quienes disfrutaron experiencias de ciencias en contextos no escolares y entre quienes, en este sentido, han tenido la familia como referente. Curiosamente este efecto positivo es mucho más patente en las chicas que en los chicos. Y es que también el género influye en la actitud hacia las ciencias.
Estudios internacionales como el ROSE (Relevance of Science Education) revelan que los chicos, en general, muestran una actitud más positiva hacia las ciencias y la tecnología y han experimentado a lo largo de su vida más oportunidades con las ciencias y la tecnología en contextos no escolares.
Los juguetes, bien elegidos, unifican los tres factores de los que aquí se habla. El factor familia y experiencia en contextos no escolares es fácil apreciarlo, pero me quiero detenerme más en la cuestión género. Todos los años por estas fechas, cuando ojeo los catálogos de juguetes para escribir la carta a los reyes (o para el señor ese de rojo que dice entrar por la chimenea) de los más pequeños de la familia, me hago las mismas preguntas ¿Por qué aparece la imagen de niño y/o niña en ciertos juguetes y no en todos? ¿Por qué esa misma imagen aparece en las cajas de algunos juguetes? Lo cierto es que no acabo de verlo claro. Actualmente las empresas que se dedican a la venta de productos intentan buscar nuevos sectores entre el público: familia monoparental con hijos, familia tradicional, solteros, solteras, casados, casadas, divorciados, divorciadas y cualquier otra combinación que se les ocurra. E insisto en los 'os' y las 'as' porque los bienes y servicios que se ofrecen a cada grupo pueden ser muy distintos. Pero las cuentas no me salen, porque pienso que si lo que se pretende es vender un producto lo mejor es ampliar el público a quien va dirigido ¿o no? Si siguen mi razonamiento estarán de acuerdo conmigo en que si no aparece imagen de persona alguna se podría entender que el producto, en este caso juguete, va dirigido a cualquiera. Ahora bien, es fácil encontrar en los catálogos ciertos juguetes asociados a la foto de un niño, una niña o ambos.
Cada vez es más frecuente que veamos a ambos al lado de la cocinita, pero no se da el caso para el taller de reparaciones (o yo no lo he visto), y no es muy habitual que en las cajas de los laboratorios de ciencias aparezca la imagen de niñas. En este caso es fácil encontrar la imagen estereotipo que la sociedad tiene sobre quienes se dedican a las ciencias, varón y con bata al lado de un laboratorio lleno de material de vidrio.
Líneas atrás indicaba que uno de los factores que influye en la actitud hacia las ciencias es el género, y que los juguetes también tenían algo que decir al respecto. Afortunadamente cada vez son menos quienes se guían por estos estereotipos, pero si lo hacen es probable que estén privando a alguien de una magnífica oportunidad de acercarse a las ciencias y la tecnología, e incluso afectando a una elección profesional en el futuro.
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