Colegios mayores en Granada: Abiertos durante el toque de queda

Estudiar en Granada

Estas residencias estudiantiles, que han estado operativas en el estado de alarma mientras hubo colegiales, cuentan con un protocolo anti Covid-19 para el próximo curso

En la Biblioteca del Jesús-María, en Cartuja. / Antonio L. Juárez / Photographerssports

Unos, la mayoría, eligieron irse. Otros, los menos, se quedaron, Tenían sus razones. Bien no podían regresar a sus casas por el cierre de fronteras o temían poner en riesgo a sus familiares. Los colegios mayores y sus residentes también han tenido que capear el temporal del coronavirus y del estado de alarma. “Han sido ejemplo de respuesta desinteresada y altruista”, resume Antonio Almendros, director del Gárnata y coordinador de Colegios Mayores y Residencias Universitarias de la Universidad de Granada. “Se ha hecho todo lo necesario, incluso con deterioro económico” para las residencias, que apenas han tenido ingresos en estos meses, lo que ha llevado a estos centros a recurrir a expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).

Pese a todo –lo complejo de la situación, la merma de recursos y la dureza de la experiencia personal que puede suponer no poder regresar a casa– la situación se ha normalizado. Los colegios mayores han recibido más solicitudes que otros años para estudiar y se preparan para abrir en septiembre con un protocolo que sigue las recomendaciones para evitar contagios. Así, donde haya habitaciones compartidas deberán reservarse dormitorios individuales para periodos de cuarentena. Las recomendaciones han sido preparadas por el Consejo de Colegios Mayores de España.

En el Jesús-María, en Cartuja, ha habido tiempo para todo. Cine de verano, yoga, huerto, deporte y convivencia de la que deja huella entre los 30 estudiantes que quedaron. La Congregación prestó su ayuda en todo momento. Así los destaca Yunes Kharbouch, estudiante de Odontología en la UGR. “Con el cierre de fronteras no me quedaba otra” que pasar el confinamiento en Granada. Como muchos, pensó que aquello duraría dos semanas. “Ha sido una experiencia muy útil gracias al esfuerzo del colegio”. Reconoce que su familia, en Marruecos, se preocupó con la evolución de la epidemia, “pero estaban seguros de que yo estaba bien”.

En el comedor del Jesús-María. / Antonio L. Juárez / Photographerssports

Eduardo Marín, estudiante de Matemáticas, prefirió quedarse antes que volver a Algeciras, Cádiz. “Cuando se decretó el estado de alarma mi madre me llamó para preguntarme si me iba a quedar aquí. Le dije que sí”. Destaca la “confianza” en el equipo del colegio mayor y el ambiente de estudio, además el entorno del Jesús-María. Los espacios verdes, las vistas sobre la ciudad, la tranquilidad del entorno. Todo invita a pensar que un confinamiento aquí es un poquito menos confinamiento y más un retiro voluntario, buscado. “Si alguien estaba agobiado, podría recurrir a la comunidad religiosa”, recuerda este estudiante.

También hubo momentos duros. Una de las residentes tuvo síntomas y pasó la cuarentena en su cuarto. Un grupo de compañeros voluntarios ayudó a llevar las bandejas con comida y entre todos le enviaban mensajes para aligerar esos 17 días que estuvo en su habitación, relata la directora, María Rodríguez, que también destaca la vertiente solidaria de la vida colegial. Los residentes dieron clases de castellano a un grupo de inmigrantes que fueron atendidos por los Combonianos tras llegar a la estación de autobús. Les explicaron cuestiones de cultura y gastronomía española o les enseñaron lugares significativos de la ciudad y cómo desenvolverse tanto en Granada como en la UGR.

Yunes, Carmen y Eduardo han estado confinados en el Jesús-María. / Antonio L. Juárez / Photographerssports

Carmen Gea es de la localidad almeriense de Tíjola. Vino a Granada a cursar primero de Administración y Dirección de Empresas. “No esperaba que el primer año en la Universidad fuera así”, reconoce. Ahora, al echar la vista atrás, asegura que “se me ha hecho muy corto”. Decidió quedarse para evitar poner en peligro a sus abuelos. “Vivo con ellos y me daba cosa” pensar que podía contagiarles. “Hemos hecho piña”, resume sobre cómo la sido la convivencia. “¡Ya hemos dicho que este verano tenemos que quedar para vernos!”.

Cada colegio mayor ha vivido la experiencia de una manera diferente. En el Albayzín han pasado el estado de alarma 22 personas, de las que catorce eran colegiales. Su director, Javier Murciano, destaca que “esto es una familia, y ahora más”. Contaron con un horario que fijó el tiempo de estudio y el de descanso. Todos comían juntos, aunque en el comedor también se guardaba la distancia de seguridad. El centro cuenta con un gimnasio, lo que permitió que los residentes pudieran hacer deporte.

Clausura y entrega de becas virtual en el Albayzín- / R. G.

Para el próximo año, Murciano destaca la “alegría” de que muchos de los que han pasado el confinamiento en el Albayzín quieren volver. El centro cuenta con 85 plazas que posiblemente se completen antes de septiembre. Las matrículas se formalizarán una vez que finalice el proceso de admisión en la UGR. Mientras llega ese momento, los colegios mayores han despedido el curso y a sus residentes. En el Albayzín realizaron un acto de clausura on line, como marca la nueva normalidad. “Fue diferente, pero muy emotivo”, recuerda el director.

Habitaciones preparadas para posibles aislamientos

A nivel nacional, el 85% de los colegios mayores permanecieron abiertos durante el confinamiento. Su tasa de pocupación rondó entre el 5 y el 25% de su capacidad, según los datos del Consejo de Colegios Mayores de España, que junto a Quiron ha elaborado una serie de recomendaciones. Entre éstas está cuidar que se mantenga la distancia interpersonal, reforzar la atención psicológica y el servicio médico. También se recomienda tener habitaciones individuales vacías (en aquellos colegios en lo que haya dormitorios compartidos) para casos en los que sea necesario proceder al aislamiento de un residente.

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