Concha de Luna y sus dos 'familias' al otro lado del techo de cristal
8-M
La consejera delegada de DeLuna Group es un claro ejemplo de empresaria de éxito que compagina su vida profesional y personal, además de fomentar la conciliación en su entorno
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Si hay una mujer que aúna los conceptos de 'familia' y 'empresas' en Granada, esa es Concha de Luna. Su día a día se mueve en una especie de amalgama entre su familia biológica -compuesta por Alejandra (11 años) y Juan (6)- y la que ella considera como su otra gran familia, el grupo empresarial DeLuna (responsable entre otros del Hotel Luna del centro de la capital) de la que es consejera delegada y de la que se hace cargo junto a sus hermanos, formando la tercera generación, desde que falleciese su padre hace casi cinco años, y convertida, con su ejemplo, en el empoderamiento femenino y la muestra de que es posible romper ese consabido techo de cristal, que frena a las mujeres en el mundo laboral.
"Mi día comienza a las cinco y media de la mañana", relata esta licenciada en Derecho a la que, como tantas otras madres, le falta horas del día. "Esos primeros momentos los aprovecho para organizar cómo va a ser mi agenda, como voy a gestionar el día y, después, me pongo a hacer el desayuno para los peques, les preparo los uniformes y las cosas del cole, los visto y nos vamos los tres", prosigue. Por temas de trabajo, a partir de ahí se empieza a complicar la cosa para De Luna, quien reconoce que no tiene más remedio que dejarlos en el aula comedor y "cuando puedo" recogerlos para llevarlos a las actividades extraescolares. Si no es posible, también como tantas otras madres, tiene que recurrir a la consagrada abuela "o a alguna chica" para "salvaguardar las horas que yo tengo que estar en la empresa".
Fruto de esa dualidad entre madre y empresaria, De Luna ha vivido en sus carnes la complejidad de sacar adelante sus dos familias y no le tiembla la voz a la hora de defender la conciliación laboral, que impone en su propio grupo. "En esta empresa estamos cien por cien convencidos que la conciliación es fundamental para que la empresa sea potente, para que sea competitiva y además, creo que la fórmula es un híbrido entre teletrabajo y trabajar conciliando", sentencia.
De Luna considera que "los tiempos han cambiado" y que, especialmente tras la irrupción de la pandemia y el cambio de mentalidad que trajo consigo, no tiene sentido seguir con los esquemas del pasado, de ahí que, tirando un poco de piedras sobre su tejado, considere que "la figura del empresario debe humanizarse y adaptarse a las nuevas necesidades y los nuevos tiempos" y se muestra convencida en que una mayor conciliación es igual a una mayor productividad en el entorno laboral, especialmente en una época en la que "el producir dentro de una empresa no va en función de las horas que hagas, si no de tu formación y de tu profesionalidad".
Una vez más, esa defensa del teletrabajo y la conciliación en el entorno laboral surge de la propia experiencia de De Luna, que durante los tres días que Granada convirtió el festivo del 28-F en puente educativo, tuvo que quedarse con sus hijos, algo que le fue posible precisamente gracias a poder trabajar desde casa y no tener que acudir presencialmente al trabajo. "Creo que hoy día no se debería ni siquiera de dudar o poner en tela de juicio ese tipo de acciones, porque las mamás lo necesitan", concluye la empresaria.
Relevo generacional
Concha y sus hermanos son la tercera generación al frente del grupo DeLuna y Alejandra y Juan están llamados a ser la cuarta, aunque los deseos de la primogénita parecen estar muy lejos del grupo empresarial. Así las cosas, en la reciente Empresarias del futuroEmpresarias del futuro, organizado por Cámara Granada, la joven reconoció que su sueño es ser astrofísica, pero "se ha criado en un ambiente empresarial y no duda siquiera que algún día será empresaria", reconoce poco después su madre.
Bromas aparte, la campaña de Cámara corre paralela a una serie de carteles que, con motivo del 8-M, decoran toda la ciudad y entre los que aparece una Concha de Luna, con una edad cercana a la de su hija, cuando era mujer, pero no empresaria y tenía a su padre, en ese momento al frente del Grupo, como referente. De él aprendió, reconoce ahora De Luna, "la manera de gestionar, la manera de tratar a sus empleados, que para él eran parte de su familia".
Aquella joven creció y formó parte de las mujeres que irrumpieron en el mercado laboral rompiendo los roles de género para siempre. Y entonces se convirtió en madre y tuvo que empezar a lidiar con el trabajo y la maternidad, una época que recuerda como "un caos absoluto" por tener sentimientos encontrados "porque quería atender a mi hija, pero también a la empresa y no quería abandonar a ninguno de los dos, y no era algo fácil de gestionar".
Once años después, la pequeña Alejandra se enfrenta a un horizonte similar, pero más fácil al caminar a hombros de gigantes como su madre, que cree que ella (y también su hijo) "lo va a tener, desde el punto de vista de formación educacional y cultural, más fácil", y a reglón seguido apostilla que, aunque "gracias a dios" las mujeres "están incorporadas completamente al mercado laboral, ellas no deben, o mejor dicho, no pueden dejar de formarse y no pueden dejar de evolucionar y adaptarse a las nuevas tiempos para que la empresa vaya modernizándose a la par que ellas".
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