Construcciones Otero, la quiebra del gigante de Granada que sorteó la crisis
Economía
La histórica firma de la provincia, fundada en 1956 aunque con orígenes que se remontan a 1942, entra en un proceso de concurso de acreedores con 20 millones de insolvencia
La situación de la empresa granadina afecta a proyectos como el centro comercial Jaén Plaza, la rehabilitación de la A-66 en Salamanca y el Museo de Camarón en San Fernando
Granada/Hace algo más de dos años, el 22 de septiembre de 2017 para ser más exactos, la empresa granadina Construcciones Otero celebraba su 60 aniversario con una gala por todo lo alto en el Monasterio de San Jerónimo que reunía a buena parte de la sociedad política y empresarial granadina así como amigos, proveedores y clientes. En realidad la empresa ya tenía 75 años en aquella fecha –se originó en Cataluña en 1942– pero celebraba sus seis décadas registrada como tal y lo hacía mirando al mañana, con la historia que le quedaba por escribir tras haber sorteado tantas dificultades, incluida la crisis económica del ladrillazo... Pero el futuro inmediato ha sido esquivo para Construcciones Otero, que el pasado 20 de enero entraba de manera voluntaria en concurso de acreedores tras la publicación de la resolución del Juzgado de lo Mercantil Número 1 de Granada.
Se certificaba así la quiebra de un gigante del ladrillo en la provincia, actualmente con sede en el Parque Empresarial del Cortijo del Conde tras sus inicios en Maracena, que afronta un periodo complicado ante la imposibilidad de afrontar los pagos a sus acreedores con un pasivo que alcanzaría los 20 millones de euros de insolvencia.
Esta histórica empresa granadina al filo del hundimiento tiene sus raíces en Tarragona, la provincia en la que en 1942 un hombre llamado Eligio Otero empezó a desarrollar una actividad empresarial que daría paso en 1956 a la fundación de la firma como sociedad limitada. Años más tarde y con José Enrique Otero –el hijo del fundador– al mando, la empresa trasladaría definitivamente su sede a Granada donde inicia un camino de expansión que acabaría situándola como una de las enseñas punteras de la edificación de esta provincia y de Andalucía llegando a contar con oficinas en Málaga, Sevilla, Madrid y dos delegaciones fuera de España en Marruecos y Dinamarca.
En 2018 contaba con 220 trabajadores directos y repartía su actividad en diferentes áreas desde residenciales a hoteles, edificación industrial, restauración del patrimonio, carreteras, obras hidráulicas y tecnología del agua.
En aquel año de 2018 el empresario José Enrique Otero comentaba a a a este periódico que su empresa era de las pocas del sector que no había hecho concurso de acreedores y que solamente habían tenido que hacer un ERTE (Expediente Temporal de Regulación Empleo) aunque la idea era ir recuperando trabajadores poco a poco. Asimismo, el veterano empresario reconocía en otra entrevista a Granada Hoy que el secreto de esta firma, que ha ejecutado numerosas obras públicas a lo largo de su historia, había estado en que siempre les adjudicaron contratos "por ser los más baratos sin estar en baja temeraria" y se enorgullecía de que nunca habían recibido una demanda por una obra mal hecha.
Pero en el año 2018 empezaron los problemas económicos que han derivado en el proceso concursal. Según la auditoria económica de aquel ejercicio, la facturación superó los 39 millones de euros pero registró pérdidas por valor de casi dos millones acumulando más deuda y un fondo de maniobra que alcanzaba valores críticos indicando un panorama poco alentador para sostenerse a medio plazo. Fue entonces, cuando esta empresa familiar –el actual administrador es Enrique Otero perteneciente a la tercera generación– buscó inversores para ampliar capital.
Sin embargo, aquella operación no parece haber dado sus frutos y la falta de liquidez ha obligado a la empresa a entrar en concurso de acreedores donde arrastra también a sus filiales. La demanda de mano de obra más cualificado y el consiguiente aumento de los materiales han ido minando las cuentas del grupo Otero, al que se le han ido acumulando las facturas sin pagar a sus proveedores hasta llegar a una situación muy delicada de proceso concursal.
El Museo de Camarón, la A-66 de Salamanca y el Jaén Plaza, proyectos colgados
Una de las grandes obras en las que está involucrada la empresa de Construcciones Otero es la del centro comercial Jaén Plaza, en la capital de la provincia vecina, como proveedor del grupo almerienses Alvores. Un proyecto que está encontrando dificultades en el camino, principalmente por la delicada situación de la firma granadina inmersa en concurso de acreedores.
El promotor Alvores está despejando las quejas de los empresarios jienenses que han denunciado los impagos en las actuaciones correspondientes a Jaén Plaza, ya que la firma almeriense que ejecuta el centro comercial asegura que pagó a Otero los 195.000 euros que reclama el empresario jienense Manuel Alba de la firma Aglomerados Andaluces.
Otro de los proyectos que está retrasándose por la situación de Construcciones Otero es la rehabilitación en la provincia de Salamanca de la carretera A-66 entre Guijuelo y Sorihuela, donde se produjo un parón en esta actuación del Ministerio de Fomento adjudicada a la empresa granadina que está inquietando a los usuarios de esta infraestructura.
Precisamente, el grupo familiar con sede en el Parque Empresarial del Cortijo del Conde tuvo que renunciar hace unos meses a la construcción del Museo de Camarón en la localidad gaditana de San Fernando. La falta de liquidez de Construcciones Otero obligó al Ayuntamiento de San Fernando a modificar el proyecto el pasado verano y ceder el contrato a Bauen Empresa Constructora, lo que conllevará un incremento del coste de 700.000 euros en el museo de homenaje al cantaor.
"Me da mala espina"
Aunque, más allá de las obras institucionales hay particulares a los que el derrumbe de la empresa granadina les ha afectado duramente. Es el caso de Juan Carlos Pérez Sánchez, un madrileño responsable de una pequeña empresa de cerrajería, que denunciaba hace unos meses un impago por valor de unos 50.000 euros que le estaba llevando a la desesperación.
"Lo cuento porque todas las empresas que me han dejado de pagar siempre empezaban así y ojalá me equivoque con esta pero me da mala espina y poco a poco todas estas constructoras que se creen que las pequeñas empresas que luchamos para pagar nuestros impuestos y tener un poco beneficio estamos para financiarlas", señalaba este pequeño empresario en el mes de septiembre.
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