Coronavirus Granada: El baile más difícil

Día internacional de la danza 2020

El Conservatorio Profesional de Danza Reina Sofía de Granada cuenta con medio millar de matriculados que han visto alterada totalmente su formación

Coronavirus Granada: El baile más difícil / Efe

Las enseñanzas artísticas también han sufrido, y de qué manera, el embate de la crisis del coronavirus. En Granada, el medio millar de alumnos del Conservatorio Profesional de Danza Reina Sofía afrontan un último trimestre en el que la planificación académica ha saltado por los aires y que resulta imposible adaptar a la metodología virtual. Las limitaciones son evidentes. “La danza necesita de unas instalaciones adecuadas”, explica la directora del Reina Sofía, Paloma Fernández-Casamayor. Espacio y un suelo adecuado.El espacio es requisito para poder desarrollar los movimientos que requieren las coreografías o ejercicios de práctica. El suelo, diseñado especialmente para la práctica por parte de bailarines y bailaores, es vital para evitar caídas y prevenir lesiones. “En las casas, independientemente de que haya más o menos espacio, el suelo no es adecuado”, apunta la directora. Y ¿cómo enseñar danza si no se puede bailar?

“No se pueden hacer determinados ejercicios por riesgo de lesión”, reconoce Fernández-Casamayor. También resulta complejo trasladar a un domicilio rutinas como las que se practican en las clases de baile flamenco (con su correspondiente zapateado) o una tabla de castañuelas.

Cómo retomar las clases presenciales en un conservatorio de danza

Los conservatorios de danza andaluces ya trabajan en las medidas que serán necesarias para volver a las aulas. Paloma Fernández-Casamayor, directora del Conservatorio Profesional de Danza Reina Sofía, indica que las propuestas se llevarán a la Consejería de Educación y Deporte para que sean tenidas en cuenta. En las aulas del centro, de 70 y 100 metros cuadrados, trabajan entre 20 y 23 alumnos. “Si tenemos que mantener la distancia social, tendremos que hacer grupos más pequeños”, razona la directora, que reconoce que “trabajar con mascarillas” es especialmente complicado para los bailarines. Evitar el contacto físico también es un reto en estas enseñanzas, donde es inevitable el contacto continuo con elementos como la barra o el suelo.

La suspensión de las clases presenciales el pasado 16 de marzo tras decretarse el estado de alarma dejó sin pies ni manos a estas enseñanzas, que, sin embargo, se desarrolla con los medios a su alcance. “Mandamos tareas para asimilar correcciones, cuestiones de técnica, análisis de coreografías...”. También se trabaja la forma física con ejercicios de preparación, orientados a lo que específicamente necesita el alumnado. “La mayor dificultad es que en clase tenemos una interacción continua”, sopesa Fernández-Casamayor. La mano de los docentes es una herramienta para corregir posturas e indicar cómo desarrollar el trabajo. Esa interacción, esa ‘mano’ que guía, es “imposible a distancia” y las consecuencias de no aprender correctamente pueden alargarse en el tiempo, además de poder ser origen de posibles lesiones.

La plantilla docente del Reina Sofía recurre a grabaciones propias, a enlaces con coreografías y a todos los recursos que pueden ser aplicados para salvar estas barreras. “Es difícil encontrar material para todos los niveles”, ejercicios que se puedan hacer de forma más o menos estática. Sin giros. Sin saltos.

Además de la complejidad de la materia que se imparte, está la cuestión ya conocida de la ya famosa brecha digital. La directora del Reina Sofía reconoce que no todos sus alumnos –medio millar repartido en la provincia y también procedentes de Jaén– cuentan con medios para seguir las clases virtuales. Incluso son conexión a internet y un equipo informático, el retardo con el que puede llegar el sonido puede llegar a dificultar el trabajo docente.

Así, se han adaptado a hacer clases on line, intercambiar grabaciones entre profesores y alumnos para avanzar en el currículo e intentar facilitar enlaces con material que sea factible hacer en casa. “Quien no tenga posibilidad de seguir las clases, al menos puede visualizar vídeos y reproducirlos”.

La situación es singularmente delicada para los alumnos de cuarto de Enseñanzas Básicas y los de sexto de Profesional. Estos dos cursos marcan el avance hacia la siguiente etapa. En el caso de Básica el paso a primero de Profesional –donde eligen la especialidad que cursarán durante seis años de las cuatro que oferta en Reina Sofía, Clásica, Española, Contemporáneo y Flamenco–, y para los de sexto la posibilidad de comenzar a hacer audiciones u optar a una plaza en el Superior. En ese momento, parte del futuro se determina mediante pruebas de nivel. Y esas pruebas requieren de preparación. Fernández-Casamayor reconoce que “todo se puede relativizar, pero los de cuarto y sexto son los que más sufren emocionalmente” por esta situación. No solo queda interrumpida su formación, sino que su futuro deja de estar definido tal y como previeron. A los de sexto, además, se une que parte del alumnado del Reina Sofía también prepara la Selectividad.

Desde el centro se ve con preocupación cómo preparar a sus alumnos para que afronten estas pruebas de nivel y piden compresión e información a la Administración a la hora de diseñar tanto el calendario como el sistema de acceso. “Necesitamos garantías sanitarias y procedimentales”, concluye la directora.

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