Corrala con sabor a asador

En rdfss de los clientes. En la Corrala del Carbón, el comensal se traslada a un pintoresco patio de vecinos del siglo XIV. El comedor interior de este céntrico restaurante, ubicado en una antigua fábrica de la calle Mariana Pineda -cerca del Ayuntamiento de la ciudad-, representa una balconada andaluza en la que no falta detalle, desde macetas y vasijas de barro hasta ropa tendida en la baranda.
Ya desde la calle se puede atisbar el encanto del establecimiento. En la entrada, el agua fluye de un pilar coronado por el poema del mexicano Francisco de Icaza "Dale limosna mujer que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada". Objetos antiguos, fotografías en blanco y negro y un estilo decorativo tradicional salpican el resto de zonas del establecimiento.
De hecho, no son pocos los turistas que confunden el local con el cercano Corral del Carbón -la posada nazarí más antigua de Europa reconvertida en Oficina de información turística que le da nombre e inspiración- o que sencillamente entran en el restaurante con la intención de tomar fotografías, atraídos por la peculiar decoración que marca el estilo de la casa, fundada en 1997. Sus propietarios, la familia Anaya, han mimado cada rincón de La Corrala del Carbón para convertirla en casi un museo.
Pero aunque la original puesta en escena de La Corrala del Carbón es uno de sus atractivos, lo más destacado del restaurante es su gastronomía, bien conocida y valorada por los vecinos de la ciudad y la provincia. Como asador tradicional, priman en su carta las carnes a la brasa, como el chuletón de buey, la presa ibérica o el entrecot de ternera.
Para abrir boca, el restaurante cuenta con una amplia variedad de entrantes, donde los huevos estrellados con prueba de matanza, las berenjenas a la miel de caña, las mollejitas de cordero lechal al moscatel macerado con tomillo o los corazones de alcachofa fresca -tanto salteados, como rebozados- suelen aparecer en la mayoría de comandas.
Entre los segundos, tampoco pasan desapercibidas otras suculentas sugerencias, entre las que se encuentran el foie de pato casero, el cochinillo al horno, la paletilla o pierna de cordero, el codillo asado a la mostaza de Dijón o el rabo de toro.
En la bodega, La Corrala del Carbón pone a disposición del cliente una carta de vinos de carácter clásico, donde el comensal siempre acierta, que también incluye crianzas, riberas y vinos de Granada para chatear en la barra, una buena opción para abrir o saciar el apetito gracias a las elaboradas tapas que prepara la cocina del local según la temporada.
Tampoco debe marcharse el visitante sin probar el vermú de elaboración propia del restaurante, un preparado con notas de naranja, ginebra y sifón que invita a repetir a todo el que lo prueba.
Los postres caseros, como el de Lágrimas de Boabdil (hecho con almendra tostada y frambuesa), la tarta de queso o la tarta de chocolate estilo Corrala, endulzan la experiencia, mientras que, para las altas temperaturas que se presentan, nada mejor que una cassata recién traída de la heladería de Los Italianos. Y si la vianda se alarga, la sobremesa puede proseguir en la gintonería Escudo 11, ubicada en las inmediaciones y que la familia Anaya también regenta.
Junto al servicio de almuerzo y cenas ofrecido de lunes a domingo por un atento equipo de camareros y expertos cocineros, La Corrala del Carbón también ofrece, en cualquiera de sus dos salones, menús especiales en fechas señaladas, como Navidad o San Valentín, así comidas para grupos con presupuestos adaptados a las peticiones de los clientes.
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