La Dama de Baza, diez lustros de exilio
Historias de Granada
Este año se ha celebrado el cincuentenario del hallazgo de una de las piezas más determinantes en la investigación arqueológica de la cultura íbera
En la última década ha habido varias tentativas de que la escultura volviera al lugar en donde fue encontrada, pero el Ministerio de Cultura siempre lo ha impedido
Granada/Ser periodista me ha permitido cosas que de no haberlo sido no las hubiera hecho o no hubiera podido hacerlas. Ser periodista me ha permitido bajar a una mina de plomo, hablar con Borges y con Cortázar, entrar en un monasterio de clausura, pasar toda la noche en un barco de pesca y asistir al rodaje de una película porno, por ejemplo. Ser periodista es la mejor excusa para entrar a sitios que de otra manera no podría. Mi amigo Esteban de las Heras recuerda que siendo un joven periodista recién aterrizado en Granada estuvo presente en uno de los acontecimientos históricos más importantes de Granada: el descubrimiento de la Dama de Baza. De él surgieron las primeras crónicas sobre esa escultura del siglo IV antes de Cristo considerada una de las piezas más relevantes del arte íbero. Durante este año se ha celebrado con varios actos el cincuentenario de su descubrimiento. Es el tiempo que lleva exiliada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Muchos bastetanos que soñaban con el regreso de la famosa escultura a su municipio de origen saben que se morirán sin ver cumplido su sueño.
Fue en julio de 1971 cuando la descubrió el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla Francisco Presedo, que había dejado Egipto y Sudán para hacer unas excavaciones en el cerro Santuario, necrópolis de la antigua Basti. Allí, en dicho cerro, se llevaba varios años encontrando vasijas de barro y otros enseres de la época romana y se creía que se podía encontrar restos de otras civilizaciones anteriores.
Las excavaciones de Presedo estaban financiadas por el presidente de Catalana de Gas Pedro Durán Farrell, quien presentándose como un entusiasta y mecenas de la arqueología había arrendado primero y comprado después por mil pesetas el cerro baldío al bastetano Antonio Vicente Lorente Reche. Todo el cerro excepto una franja de terreno de seis metros de ancho en línea recta paralela a un muro que limitaba con otro terreno de su propiedad y que lo tenía reservado a un campo de tiro. Después de que se descubriera la Dama de Baza, este contrato de compra-venta firmado por Durán Farrell y Lorente Reche protagonizaría uno de los más famosos litigios socioculturales de los últimos años. Pero no adelantemos acontecimientos.
Hallazgo único
Decíamos que ese verano del 71 el profesor Presedo había elegido el cerro bastetano para realizar sus excavaciones arqueológicas. Un buen día, uno de los trabajadores de su cuadrilla, Baldomero Álvarez, introdujo el palustre en un lugar determinado del cerro y tras los oportunos movimientos quedó al descubierto la cara de la escultura de una mujer. Enseguida avisó a su jefe. Se pueden imaginar la emoción que recorrió al arqueólogo cuando su equipo comenzó a descubrir el resto de la escultura. Sabía que se habían encontrado con algo importante: una mujer noble ricamente ataviada y parecida a la de Elche, que constituía hasta ese momento una de las piezas más determinantes en la investigación arqueológica de la cultura íbera. Es más, la dama de Baza podría superar en importancia a la de Elche porque había sido encontrada en su contexto original, estaba completa y en ésta aún había restos de su policromía.
Además, lo supo Presedo después, se había descubierto con su ajar funerario al completo ya que contenía las cenizas de la persona muerta a la que se cree que representaba y delante de ella un pequeño amontonamiento de armas quemadas y otros objetos propios de un guerrero. La dama estaba esculpida en piedra caliza policromada y se encontraba dentro de una cámara funeraria de 2,60 metros y 1,80 de profundidad. También había un ánfora púnica que se que se comunicaba con la superficie por medio de un embudo, a través del cual seguramente se hacían desde el exterior libaciones como ofrendas líquidas. La dama estaba sentada en un trono con alas en los respaldos y las patas trasera era garras de león. Se trataba sin duda de un hallazgo único.
Al parecer, en un primer momento se intentó ocultar el descubrimiento. El que ponía la pasta en las excavaciones, el señor Durán Farrel, pretendió llevarse la estatua antes de que la noticia la supiera el pueblo en el que se había encontrado. Pero no pudo ser porque tres días después la imagen de la Dama de Baza aparecía en primera página del periódico granadino Ideal. Alguien había filtrado la noticia. Los arqueólogos se vieron entonces forzados a comunicar la buena nueva, de manera oficial, a la Dirección General de Bellas Artes.
Francisco Presedo, tal vez agobiado por el descubrimiento y por sus consecuencias, no quiso hacer ningún tipo de declaraciones. Esteban de las Heras, acogiéndose al derecho nunca escrito que permite la cercanía entre el informador y el informante, consiguió sus primeras impresiones sobre el hallazgo porque había sido profesor suyo en Madrid y lo conocía personalmente. Pocos días después, la escultura era embalada para ser llevada a Madrid.
Todo esto ocurría sin que los propios bastetanos tuvieran verdadera conciencia de lo que allí se había encontrado. Para acallar las posibles voces discordantes, se dijo que la escultura iba a ser trasladada a Madrid para ser restaurada, pero las verdaderas intenciones eran las de llevársela para siempre. Hoy, cincuenta años después y a toro pasado, son muchos los que piensan que aquel día se debía de haber manifestado el pueblo para impedir que la dama abandonara Baza. Pero, sin duda, eran otros tiempos y todavía en la dictadura franquista las manifestaciones populares estaban mal vistas.
En los tribunales
Fue entonces cuando se abrió el debate judicial que llegaría hasta el Tribunal Supremo. ¿Quién era el dueño de la escultura encontrada? Por ese tiempo había un vacío legal sobre este tipo de descubrimientos. Por un lado, Durán Farrell se creía el propietario de la escultura porque había sido encontrada en los terrenos que había comprado. Pero también se la disputaba Lorente Reche, el primitivo dueño de los terrenos, porque demostró que el hallazgo había sido hecho en esos seis metros que él se había reservado. Un lío.
En un primer momento el juez de Baza dijo que parecía evidente que las excavaciones habían comenzado en los terrenos del industrial catalán pero el hallazgo se había hecho en esos seis metros del bastetano. Aun así, el Ministerio de Educación y Ciencia designaría después, por su propia cuenta, al presidente de Catalana de Gas como único beneficiario de la indemnización que marcaban las leyes vigentes al respecto. Lo que llevaría al señor Lorente Reche a emprender, a su vez, la acción judicial en reclamación de sus derechos. Después de varias sentencias, el Supremo determinó que el Estado se quedaría con la pieza, pero pagaría al bastetano el 50 por ciento del justiprecio de la famosa escultura: 450.000 pesetas.
Para contentar las posibles reivindicaciones, el Gobierno encargó tres réplicas de la Dama de Baza al escultor madrileño Miguel Ángel Peinado. Tuvieron un coste de 800.000 pesetas. Una de ellas se quedó en Baza, otra se puso en el aeropuerto de Granada y la tercera, para contentar a los catalanes, está en la Fundación Durán-Vall Llosera, creada en memoria de Pedro Durán Farrell, el que adquirió los terrenos bastetanos para las excavaciones. Allí está junto con miles de piezas arqueológicas que fueron encontradas en el Cerro Santuario de Baza.
Por entonces la legislación permitía al titular de los terrenos a quedarse con los hallazgos, aunque la misma normativa abría la puerta a que el Estado se hiciera con lo que tuviera un valor excepcional mediante un procedimiento de expropiación, compensando con el abono de un justiprecio.
Francisco Presedo murió hace algo más de veinte años. Ha pasado a la historia de la Arqueología como el hombre que descubrió la Dama de Baza. Pero no todo fueron alegrías para él con este descubrimiento. Es más, se ha publicado en unas confesiones que le hace a un colaborador suyo: "He tenido tantos problemas con la Dama de Baza que si lo llego a saber no la saco", dijo. No solo estuvo de por medio en el litigio por la propiedad de la escultura, sino que después se le achacó haber intentado erróneamente paralizar el proceso del desgaste de la policromía de la misma con un bote de laca de la peluquería, cosa que ya ha sido subsanada. Recientemente la estatua ha recuperado gracias a la tecnología actual la paleta de colores con la que fue pintada hace unos 2.500 años.
Ahora, pasados los años, queda claro que tanto Durán Farell como Francisco Presedo fueron dos personas claves en este descubrimiento. Uno porque fue el que financió las excavaciones y el otro porque sabía en dónde había que hacerlas.
La lucha para que vuelva
El caso es que Baza sigue luchando por el regreso de su dama. Hay políticos de izquierdas que dicen que fueron las autoridades franquistas las que 'saquearon' los restos arqueológicos y han solicitado al Ministerio de Cultura español que los devuelva a su legítimo lugar de descanso. Y hay quien ha dicho que al trasladarla a Madrid para su restauración y al no devolverla se actuó de forma parecida a como lo hicieron los ingleses con los descubrimientos en Mesopotamia y Egipto o los franceses cuando invadieron España y se llevaron de aquí obras de arte.
Entre los políticos que se están moviendo para la vuelta de la dama está la senadora Pilar González, que fue del Partido Andalucista y ahora es de Adelante Andalucía. Ella, que fue también alumna del profesor Presedo, presentó en 2009 y 2020 sendas iniciativas para que la imagen vuelva a Baza. Sin embargo, el Ministerio de Cultura se niega alegando que afectaría a la integridad de la colección de piezas de arte ibérico existente en el Museo Nacional de Arqueología. Además, alega que se trata de una pieza muy frágil para ser trasladada y conservada. Sin embargo, Pilar González ha dicho que ahora hay "garantías técnicas suficientes" para asegurar su traslado, cuyo coste se ha cifrado en 300.000 euros, y su conservación en el Museo Arqueológico local, que cuenta con un espacio de 900 metros cuadrados para exponer sus piezas y ha sido reacondicionado en fechas recientes gracias a una inversión de dos millones de euros. El caso es que Madrid no ha consentido el traslado a Baza de la estatua ni siquiera para este 50 cumpleaños de su hallazgo.
En los últimos años, el Ayuntamiento de Baza, la Diputación de Granada y el Parlamento andaluz han aprobado también una serie de resoluciones reclamando el regreso del tesoro arqueológico a su lugar de origen sin lograr mucho más. Si la Dama de Elche, mucho antes encontrada, aún no ha vuelto a la ciudad alicantina, me temo que mucho menos lo haga la de Baza.
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