Diego Muñoz-Cobo, un granadino con vocación internacional y una trayectoria en la UGR impecable
UGR
Ha sido premio al mejor expediente del doble grado de Derecho y Ciencias Políticas, habla con fluidez árabe, inglés y francés y prepara las oposiciones al cuerpo diplomático

Diego Muñoz-Cobo Lozano (Granada, 1998) asegura que lo suyo es buscar retos, salir de la zona de confort y "no apalancarse". La afirmación no se queda en el mundo de las palabras, sino que baja a los hechos concretos. Con 29 matrículas de honor en el doble grado de Derecho y Ciencias Políticas, ahora prepara las oposiciones para ingresar en el cuerpo diplomático. Habla con fluidez inglés, francés y árabe, y tiene conocimientos de hebreo. Estuvo un semestre en un despacho de abogados en París, donde realizó sus prácticas dentro del programa Erasmus+ y, cuando ha viajado, lo ha hecho a su manera: dos o tres meses en el extranjero que se ha costeado con trabajos en su lugar de destino, ya fuera Estados Unidos o Israel. Su capacidad de adaptarse y de esfuerzo apuntan a que su futuro será tan brillante como su etapa universitaria, que acaba despedir con el premio a los mejores expedientes académicos de su titulación, reconocimiento que compartió con Marta Lucena Pérez.
Lo del Derecho fue una elección que hizo casi por descarte. Reconoce que en el instituto no lo tenía claro. "Me gustaban las Ciencias Sociales". Dudó entre Humanidades, Traducción, "pero al final, en Bachillerato, tuve claro que ésta iba a ser mi carrera", afirma en referencia al doble grado. "No quería limitarme", asegura el joven, que estudió hasta segundo de Primaria en el CEIP Genil y a partir de tercero en Escolapios. Con los 18 años a estrenar, la política se convirtió en un punto de interés para Diego. "Y luego estaba la mención Derecho. Me pareció interesante" apostar por la doble titulación. Una vez en la Universidad de Granada "me cambió la perspectiva. Derecho me encantó", recuerda.
Derecho Internacional, Público y Civil fueron las materias que Diego encontró más afines a sus inquietudes, algo que va a contracorriente de una titulación donde son legión los que entran atraídos por Penal. También al terminar los estudios en la UGR ha seguido su propio camino. Mientras que muchos optan por el máster o preparan oposiciones para judicatura, Diego ha decidido tirar por la carrera diplomática. "Es precioso", destaca de estos estudios, que aúna otro de los aspectos que más interesan a este granadino, los idiomas. A esto se une la valoración que Diego hace de la carrera diplomática, una salida profesional que le permite acercarse a la realidad internacional desde un punto de vista práctico.
"Intento no limitarme, no apalancarme. Cuando el escenario lo he hecho mío, es el momento de cambiar". No tiene miedo a la sensación de "vértigo" que conllevan esos cambios. "Cuando ves que has ido evolucionando, es algo que te impulsa a seguir". Su capacidad de adaptarse le ha llevado a buscar nuevos horizontes cada año. De Estados Unidos destaca la "capacidad de integrar", algo que también percibe en el mundo occidental. "Cabe todo el mundo". Del mundo árabe, que también conoce por su estancia en Marruecos, reseña la capacidad de "reivindicar sus tradiciones y al mismo tiempo ser reivindicativos". Subraya el papel de la mujer en esta sociedad, apreciación que sorprende. "Es algo que no se ve desde fuera. Se produce una distorsión", explica. "Entender algo que ocurre en Francia puede ser fácil. Es más complejo cuando hablamos de Marruecos. Por eso se tiende a dar una visión simple" de su realidad. Para mantenerse al día recurre a los medios de comunicación árabes a los que tiene acceso gracias a internet.
De su paso por la UGR destaca que el diseño del doble grado ha sido "adecuado", aunque los matriculados en estos estudios han sido de los que más han sufrido con la configuración de los calendarios académicos. Por un lado Derecho tiene el de semestres abiertos, aunque ya se ha anunciado que para el próximo curso será de semestres cerrados, que es precisamente el que rige en Ciencias Políticas. "Las disfunciones se han ido puliendo. Son unos estudios con bastante trayectoria", destaca, al tiempo que señala la permeabilidad entre ambas disciplinas. "En un examen de Políticas cayó una pregunta de la que no tenía de idea. Me dije 'voy a hablar de Derecho'. Y saqué un diez. Eso demuestra que está bien" planteado el programa de estudios, asegura.
Sobre su excepcional expediente académico, reseña que las 29 matrículas son un motivo de satisfacción, pero que lo que más le interesa es "saber". "Conocer una materia a veces conlleva una matrícula. Otras no". Durante la carrera ha asistido puntualmente a clase y ha concentrado el esfuerzo de estudiar en los periodos de evaluación. Eso si, "nunca he desconectado. Si una clase no la trabajas después se queda en palabras que se pierden". Es más, advierte de que el peligro es mayor cuando mejor es el docente. "Crees que no lo vas a olvidar, pero sí". Completar esas clases para evitar que se las lleve el viento, reconoce, "requiere un poco de trabajo". De su paso por las facultades destaca a dos docentes, Ana López Frías, del Departamento de Derecho Civil -"Aprendí tanto que al año siguiente me matriculé por la tarde para ir a sus clases"- y Oaza Olariu, profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales y quien le dirigió el trabajo fin de grado.
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