Enrique Ponce: "Hasta aquí he llegado"
Toros
“Si toreara por dinero, ya no tendría ilusión”. El maestro abre la feria taurina del Corpus el 30 de mayo y se despide del ruedo de la plaza de toros Frascuelo
Con 53 años, nacido en Valencia, el 8 de diciembre de 1971 ha vuelto a vestirse de torero y despedirse de las plazas de toros, de las cuales de muchas salió en hombros. Sin lugar a dudas es una de las grandes figuras del toreo de la historia de la tauromaquia de la segunda parte del siglo XX y de la veintena de años del siglo XXI. Ha conseguido rendir a sus pies a las plazas más importantes del orbe taurino. Para muestras estos botones: el que más orejas y rabos a cortado, y el que más toros ha indultado. Quiero mirar por el retrovisor y mi vista llega al 16 de marzo de 1990, calle Xátiva, plaza de toros de Valencia tomaba la alternativa un jovencísimo Enrique Ponce, nacido en Chiva. Su padrino de ceremonia fue José Miguel Arroyo Joselito y como testigo, Miguel Báez Litri. El toro de la cesión de los trastos fue un sobrero de la ganadería de Diego Puerta, de nombre Talentoso, marcado con el número 21 y dando en la romana 505 kilos, al que le cortó una oreja. El resumen de las crónicas era: “Ponce se doctoró con triunfo”.
El toricantano afrontó una complicada travesía del desierto tras la alternativa. Solo vio pitones en cuatro festejos de escasa relevancia y muy poco ambiente. Pero llegado el mes de julio, éste le volvió a dar un crédito para estoquear en solitario seis toros y salir por la puerta grande. La mañana del festejo, en la voz de los poderdantes decidieron que, El Soro y Roberto Domínguez, se cayesen del cartel alegando diversas dolencias. El bueno de Enrique, pese a su escaso bagaje decidió, junto con sus mentores, Luis Álvarez y Juan Ruiz Palomares, matar la corrida en solitario. En tarde de intensa lluvia, con medio aforo en los tendidos, el de Chiva lució un terno blanco y oro, para enfrentarse a tres toros de Galache y otros tres de El Toril. Cortó dos orejas de su primero, y despachó al segundo bajo una gran tromba de agua, al que le cortó una oreja. La corrida estuvo suspendida durante 45 minutos. El matador decidió seguir a pesar de haber conseguido ya el triunfo. El azar y su saber aprovechar la ocasión pudieron ponerle en la rampa de lanzamiento. Y así fue.
Desde entonces, ha pasado bastante agua bajo los puentes del río Júcar, arrastrando consigo ilusiones y entusiasmos, pero la vocación de Enrique Ponce se ha mantenido incólume, aquilatada por su magisterio.
En toda su carrera, el maestro Ponce ha alcanzado la cifra de 2.099 corridas lidiadas y más de 5.000 toros estoqueados. Acumula 47 tardes en la Monumental de las Ventas, saliendo cuatro veces por la puerta grande que da a la calle Alcalá, en 1992, 1996, 2002 y 2017. Es el matador que más toros ha conseguido indultar en toda la historia, 53. Probablemente sea un ejemplar de Juan Pedro en El Puerto el último para el que obtuvo el perdón. Pero el verdadero arte no se mide por fríos números de estadística, sino en amor. El maestro ama su arte. Un amor que jamás se deja conquistar por la rutina y la misma ilusión, cosida a su ser, en la plaza de toros más importante del mundo, o la plaza de mayor capacidad en los tendidos y en una plaza de tercera categoría de un pueblo en esta piel de toros que habitamos.
Leandro Martínez Toledo, abuelo de siete nietos, solo Enrique pudo demostrar verdaderas cualidades. Con paciencia y fe fue moldeando a un chiquillo al que enseñó el arte de torear y con el que quedaría redondeada su obra: Enrique Ponce, matador de toros.
Es entonces cuando atropella los razonamientos y las pasiones, cuando la estética se convierte en belleza y profundidad, fiel a las normas del toreo clásico que mamó de José Fuentes, Curro Vázquez y de José María Manzanares. Con respeto a los cánones de la tauromaquia, a su profesión, aquel resplandor que demanaba su toreo ya no volvería a apagarse nunca. Mantuvo una proyección ascendente. Poco a poco fue consolidándose como un torero de raza, lúcido y poderoso, más proclive a la estética que a la belleza por esa tremenda facilidad que le restaba y trascendencia. Ese ha sido su común denominador. Ponce, hasta el día de su retirada definitiva, ama su arte con la misma entrega candorosa con que lo amaba el día que el “abuelo Leandro” lo puso delante de una becerra, cuando todavía era un chiquillo. El de Chiva se adecua a cada toro, le basta mirarlo a los ojos, recién salido por el portón de los sustos, para entablar con él un diálogo de confidencias mutuas. Por eso su toreo irradia esa sensación de hondura y serenidad, de delectación artística y gustosa quietud, de acoplada reverencia ante el toro al que solo se puede dominar por completo cuando el torero conoce cual es su sitio. Sus detractores siempre han dicho que tiene un patrón y que siempre torea igual, sea el toro que sea.
Ponce ha sido objeto de argumento para una elevada cantidad de libros sobre su figura. Entre ellos, “El éxito al natural”, de Alfredo Margarito y “Enrique Ponce, un torero para la historia”, escrito al alimón con el profesor Andrés Amorós.
A lo largo de las décadas como primera figura, Enrique Ponce ha recibido bastantes premios y distinciones, y entre los más importantes, en su haber está la Medalla al Mérito de las Bellas Artes concedida por el Ministerio de Cultura en el año 2007. Primer torero que consiguió dicho galardón.
Premio Nacional de Tauromaquia (2017), concedido por el Ministerio de Cultura de España, considerando no solo su trayectoria profesional como torero sino por ser "capaz de desarrollar su magisterio tanto dentro como fuera de los ruedos, contribuyendo a la proyección de la Tauromaquia como patrimonio cultural español".
Título de académico en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. Fue el primer torero académico de la historia.
Entre los más notables, consiguió el Capote de Paseo del Ayuntamiento de Almería en los años 1990, 1992, 2007, 2012 y 2014.
Dijo el Premio Nobel de 2010, Mario Vargas Llosa: “Su trayectoria es un compendio de talento natural, esfuerzo, disciplina y autoexigencia desde que era un niño”
Anunció su retirada indefinida de los ruedos el día 29 de junio de 2021 después de 30 años en la cúspide como primera figura del toreo. Esta temporada es la retirada definitiva por lo cual pisará el albero de las distintas plazas en las que fue triunfador absoluto.
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