Día de las Fuerzas Armadas en Granada: cuando Pedro Antonio se llenó de militares
DIFAS 2023
Los Reyes de España, Felipe VI y doña Letizia, presiden en plaza Einstein el desfile militar con decenas de miles de ciudadanos en las calles en una jornada de sol radiante y calor
Juanma Moreno, Paco Cuenca, los ministros Fernando Grande-Marlaska y Margarita Robles, el JEMAD y la directora de la Guardia Civil, en el palco de honor
Así ha sido el desfile de las Fuerzas Armadas en Granada, presidido por le Reyes de España
La Costa de Granada se rinde ante el Rey Felipe VI en una playa de Motril abarrotada de gente
Granada/¿Quién no ha soñado alguna vez con tener un palco en la entrada de Pedro Antonio? Ahí, en plaza Einstein, a las puertas de la noche granadina, la madrugada previa al desfile alguno que otro bromeaba: "Como alguna despedida de soltero se vaya de las manos, lo mismo se despierta en el asiento del Rey". Son las curiosidades de un desfile que ha paralizado Granada y que la ha volcado con las Fuerzas Armadas de su país. Lo que iba a convertirse por la mañana en el lugar más seguro de toda España, en un acto de homenaje solemne a todos los Ejércitos que componen las Fuerzas Armadas españolas, unas horas antes era un viernes normal en la calle de la marcha por antonomasia de Granada. Nadie hubiera dicho que al poco, los Reyes de España presidirían el desfile a pocos metros de La Marisma, el Soho, el Groucho o la Taberna Andaluza.
Son parte de los contrastes de un acto único en Granada, que ha movilizado a decenas de miles de personas por las calles de la ciudad, sobre todo en los lugares por donde desfilaba la comitiva militar. Y que "ha sido brillante", se le escuchó a un militar una vez finalizado el acto central del Día de las Fuerzas Armadas en Granada. Oficialmente lo hizo sobre la una y media de la tarde, pero tanto la previa como la resaca posterior fueron largas. Primero, porque desde casi los primeros rayos de sol, las diferentes compañías, regimientos y batallones, se ordenaban alrededor de la avenida de la Constitución con sus cánticos y con sus familias. Luego, por el atasco kilométrico que hubo en muchos puntos de la ciudad. Aunque los granadinos siguieron las recomendaciones de no coger el vehículo público, las colas para los autobuses y el Metro fueron significativas.
Desde pequeños a mayores, todo curioso que se acercó al desfile portaba su rojigualda. Otros, como si Semana Santa se tratara, se llevaban sus sillas de playa. En Ochoa 8, un bar de desayunos, no daban abasto, aunque la camarera sacó tiempo para saludar tras el cristal a un grupo de militares que "han estado desayunando aquí toda la semana". Hasta gente con la cara pintada había. "José, nos están llamando", avisa un regular a su compañero, que hacía aguas menores en uno de los servicios portátiles de la organización en el parque de Fuentenueva tras oír un toque de corneta. Los Legionarios cantaban y provocaban carreras, móvil en mano, para grabarles. Y hubo un militar que, aprovechando el traje de gala, pidió matrimonio a su novia en Méndez Núñez.
Banderas en los balcones. Más simples, otras enormes para cubrir uno o varios de ellos, y hasta ristras de ellas. No había ventana, balconada o azotea libre de gente, sobre todo en plaza Einstein, el centro neurálgico del desfile. No solo de España. Una andaluza, otra del Granada CF... Y hasta una de la II República en un ático que, aunque no fuera de gran tamaño, estaba en una ubicación que destacaba mucho. Nadie asomó por ese balcón tan privilegiado, y eso que hacía un día para eso. El sol, que en las últimas semanas ha brillado poco, salió y brilló para que todo saliera perfecto: hasta el desfile aéreo podría hacerse aunque la propia Aemet cifrara en un 95% la probabilidad de lluvia a esa hora.
Salió el sol y de qué manera. Hasta a los periodistas pedían vestir de forma solemne, pero cualquiera aguantaba con la chaqueta puesta al calor del 'Lorenzo'. Menos mal que la organización había entregado abanicos y sombreros que imitaban a la rafia, porque desde una hora y pico antes había que estar en la tribuna de prensa. Toda medida era poca, y los informadores tenían que dejar sus equipos apoyado en la valla de la Facultad de Ciencias, por Gonzalo Gallas, para que un hermoso y joven pastor alemán de la Guardia Civil revisara los contenidos de mochilas y maletas. "Tenemos varios, también pastores belga malinois. Es un gusto trabajar con ellos", comenta el agente adiestrador del can. Todo ok.
Desde prácticamente media hora antes se empezaron a suceder los actos que tenían como primer gran plato la llegada de Sus Majestades los Reyes de España a su palco de honor. Una estructura presidida por un balcón para Felipe VI y doña Letizia, con el escudo de la nación y de la Casa Real en varios puntos, y que presentaba dos mosaicos estrellados con figuras geométricas de la Alhambra en homenaje a la ciudad que acoge el desfile por primera vez, la sexta en Andalucía desde 1979.
"Granada se convierte en la Plaza Real de España", metaforiza el speaker, uno de los tres que tuvo el espectáculo, minutos antes de la llegada de los Reyes. Es un acierto de parte de la organización poner a un narrador y altavoces en varios puntos del recorrido para explicar lo que está sucediendo, quién desfila, a qué se dedica cada unidad, cada avión, cada tanque o cada compañía. En esa 'plaza de España' iban a desfilar los "defensores de la paz y la libertad", lema de este año de la celebración. Como si fuera una cuenta atrás, la narración de la llegada de los monarcas sonaba similar a una Vuelta Ciclista hasta que por fin, pasado el mediodía cinco minutos, Felipe VI y doña Letizia fueron recibidos por el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y la ministra de Defensa, Margarita Robles. El Rey vestía ataviado con el traje de verano de la Armada, blanco impoluto con banda roja alrededor de la cintura. La Reina, primaveral y elegante, con una falda midi de flores y blusa también de color blanco de la firma española Boüret.
Posteriormente, los monarcas saludaron al jefe del Estado Mayor de la Defensa, Teodoro Esteban López Calderón, alcalde de Granada, Paco Cuenca. "En funciones", masculló en voz baja Carmen Lois, asesora de comunicación del PP de Granada. A la futura alcaldesa, Marifrán Carazo, no le ha pillado como regidora el desfile por apenas dos semanas. Estaba en una tribuna a la derecha del palco principal, presidido por Felipe VI y doña Letizia, flanqueados en el lado izquierdo por autoridades militares, además de la ministra de Defensa; y por el otro el lado institucional con la directora general de la Guardia Civil, Mercedes González; el alcalde Cuenca (que se marchó minutos antes para recibir a los Reyes y sus invitados a un almuerzo en el Carmen de los Mártires), el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández; el presidente del Parlamento andaluz, Jesús Aguirre; el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; y el presidente de la Junta, Juanma Moreno.
Antes del desfile en sí sucedieron varios de los momentos más emocionantes por su carga sentimental para los militares, pero también para muchos ciudadanos. De entrada, con la primera mujer paracaidista que ha portado la bandera española desde el aire hasta aterrizar en plena plaza Einstein: María del Carmen Gómez Hurtado. Tanto ella como su guía en el vuelo, Óscar García García, se lanzaron desde un T-12B del 721 Escuadrón del Ejército del Aire a una altura muy considerable, tanto, que ambos eran inapreciables. Pero apenas dos minutos después se fueron haciendo más y más grandes hasta que la bandera al aire, de 54 metros cuadrados y 15 kilos de peso, se hizo visible hasta tocar tierra. Se izó la bandera en un mástil para la ocasión, situado frente a la clásica parada del U. Y después el homenaje "a los que dieron su vida por España". El momento más solemne, donde el Rey abandonó su procesión para saludar ante una corona de flores después de la lectura de los militares fallecidos el último año. La Patrulla Águila acercó ese recuerdo al cielo con un primer pase pintando de rojo y gualda el azul cielo granadino.
Después empezó el show, el desfile. El nuevo speaker le dio hasta un tono deportivo, normal puesto que el estruendo de los cazas obligaba a levantar la voz. El espectáculo del desfile aéreo lo pusieron desde los grandes bombarderos y aviones de carga hasta los helicópteros, pero cómo sonaban los Harrier y los Eurofighter, que cortaban el aire y casi el sonido. Llegaban al desfile desde la Vega en dirección Sierra de Huétor. Después el desfile motorizado, que bajaba desde Severo Ochoa hasta Méndez Núñez. Los tanques bajando por esa avenida en diagonal de Granada capital, al igual que otros como los Centauro o vehículos todoterreno más ligeros o de ingeniería. Espacio también para los más modernos coches de la Guardia Civil o los equipamientos con los que cuenta la Unidad Militar de Emergencias, conocida por todos por su papel durante las primeras semanas de la pandemia de Covid.
Y por último, el desfile a pie con hasta 45 escuadras, compañías, bandas y mandos. Como siempre, la Legión, con su marcha de 160 pasos por minuto, exaltó a los más patriotas junto a la cabra, Julio César. Toda la coreografía estaba medida al milímetro. En el suelo, una banda roja indicaba a los jefes de compañía que debían levantar el saludo al Rey. También el sable. Otra amarilla a los 4-5 metros activa el saludo de la compañía que gira la cabeza al lugar que ocupan los monarcas, al igual que se presentan los estandartes a ese mismo lado. Otra línea blanca marca al jefe del grupo gritan "Viva España", a lo que acompañan los militares, otra línea amarilla deshace el saludo. Ya han pasado revista. El cortejo de caballistas cerró el desfile. 3.180 militares, de los 2.750 estaban en tierra. 335 en el cielo, el resto a caballo. 59 aviones, 27 helicópteros, 13 acorazados mecanizados, 103 vehículos y 36 motos después, a las 13:21 horas, el Día de las Fuerzas Armadas tocó en retirada.
"¡Viva el Rey!", gritaban desde los edificios cercanos. En un momento de silencio una niña se acordó de la Reina con otro "viva". Letizia, que parecía estar en ese momento ensimismada, giró la cabeza desde su palco, buscando con la mirada el lugar del que procedía el halago. Con un ademán de la mano hizo un saludo casi inapreciable. Los Reyes se van en su coche oficial a la recepción municipal. La avenida empieza a vaciarse. Un barrendero de Inagra limpia los excrementos del paso de los caballos. Un camión militar está aparcado en la esquina donde estaba El Peruano. Saben.
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