Gelu, los secretos de una vida
Pasado con presente incluido
Fue la cantante que más discos vendió en España en la década de los sesenta. Obtuvo tres discos de oro y realizó seis giras por Europa y América
A los 23 años, tras casarse en la Basílica de la Virgen de las Angustias, se retiró del mundo de la canción
Jamás he conocido a nadie tan poco apegado a un pasado tan glorioso. Durante una década estuvo en lo más alto del pódium de la música y ella lo recuerda como una anécdota, como algo que le tenía que ocurrir en su vida porque le gustaba mucho cantar. Lleva adherida a su mentalidad como una rémora gustosa aquellas canciones que tararearon los jóvenes de los años sesenta del siglo pasado. Pero no se vanagloria de ello ni veo en ella atisbo alguno de creer que estaba haciendo algo importante.
Su timidez va en proporción directa a su humildad y cuando se expresa siempre lo hace amparada por una de esas sonrisas enigmáticas en las que se guardan los secretos de una vida. María de los Ángeles Rodríguez Fernández, Gelu, fue una de las primeras chicas ye-yé de España. Sus canciones eran de las más escuchadas en la radio y se convirtió en la cantante que más discos vendió en nuestro país en la década de los sesenta.
Gelu era aquella muchacha granadina que pedía felicidad a gritos y después de seis tequilas y al ritmo de la lluvia, se preguntaba “por qué por qué los domingos por el fútbol me abandonas”. Grabó más de cien canciones y consiguió tres discos de oro: por Los Gitanos en 1960, por Siempre es domingo en 1962 y por El partido de fútbol en 1963. Hizo seis giras por América con éxitos clamorosos de público y fue tan popular en los años sesenta que su nombre fue utilizado como reclamo publicitario en productos tan dispares como perfumes, naranjas y zapatos.
Los críticos musicales decían de ella que transmitía como nadie la ilusión y la alegría de la juventud. Hasta que un día, casi de golpe y porrazo, se apartó de los focos y decidió dedicarse a la familia. Llegó a aburrirle el ‘artisteo’, como ella llama a esa circunstancia de ir de escenario en escenario por todo el mundo. Hoy lo recuerda todo desde la distancia que un pasado asumido: sin miedo, sin rencores, sin reproches. Agua pasada.
La conversación con ella resulta sumamente agradable. No ha perdido ni un ápice su querencia por Granada y me cuenta que viene a esta ciudad dos o tres veces al año con su marido Santi. Aquí vive uno de sus hermanos y tiene alguna familia que visitar en Navidad y en Semana Santa. Cuando habla lo hace con una sonrisa permanente, con sus finas y delicadas manos sirviendo de acomodo a su barbilla. Guarda en su rostro los rasgos de una belleza que encandiló a toda una generación, unos rasgos de notoria contundencia racial que remiten a la carátula de un disco o a la efigie de un cartel de promoción. Sus bonitos ojos verdes no han perdido encanto, si acaso algo del destello que otorga la edad. Gelu es aquella cantante cuyas canciones necesitamos rebuscar de vez en cuando en el archivo desmantelado de nuestros recuerdos.
Navidad en Granada
Ha venido a Granada con su marido Santi Palau y quedamos en el hotel en donde se hospedan. Santi me dice por teléfono que Gelu es muy reacia a salir en los medios de comunicación y que ha accedido al encuentro con un periodista local porque es para un periódico de una ciudad que siente suya y que ama. “Si me piden que haga algo por Granada, no puedo negarme”, me diría después la cantante. Las butacas de la recepción del hotel sirven de acomodo para la charla.
-Nací en La calle Fábrica Vieja, el 12 de febrero de 1945. Al poco tiempo nos mudamos a una calle del barrio de Cartuja. Éramos tres niñas y un niño. Mi padre era funcionario y un amante de la zarzuela. Recuerdo que en mi casa siempre estaba la radio puesta y que a toda la familia nos gustaba cantar. Por lo visto yo lo hacía muy bien, por eso mi hermana envió a Radio Granada una solicitud para un concurso de cante que había. Me llamaron y tuve que cantar a través del teléfono y a palo seco. Aquel concurso se llamaba ‘Música al azar’ si mal no recuerdo y trabajaban entonces en Radio Granada Pepe del Real, Mercedes Domenech y Juan María Mancera, que era el que dirigía el concurso y el que me dijo que me tenía que pasar por el estudio. Lo hice y canté a través del micrófono. Y ahí empezó todo.
Las eliminatorias del concurso fueron en los estudios de la emisora y con la canción Noche de ronda pasó a la final, que se celebró en el Teatro Isabel La Católica, donde cantó Malagueña. Se proclamó campeona y empezó a ser muy conocida en Granada. Gelu estudiaría piano y canto en el Conservatorio, pero no llegó a acabar ningún ciclo. Tampoco terminó bachillerato en el instituto. Ella lo que quería era cantar. Sus padres, según me cuentan, eran un tanto reacios a todo aquel mundo en el que su hija quería entrar, aunque su padre se convertiría después en su representante y en su mejor aliado artístico. Fue a raíz de ganar el concurso de Radio Granada cuando comenzó a enhebrar contratos para cantar.
-Mi primera actuación en serio fue en Los Jardines Alberto, que están por la Alhambra. Después estuve contratada para cantar en el Balneario de Lanjarón con el trío Los Nevada. Hubo una persona que me ayudó mucho en mis comienzos, se llamaba Manolo Garrido. Gracias a la radio y a los periódicos empecé a ser conocida. Por cierto, Gelu no era mi nombre artístico, era el nombre que me había puesto mi madre porque le gustaba mucho. Yo era Gelu de niña antes de ser Gelu cantante.
Juan María Mancera le dio al padre de Gelu una carta de recomendación para ir a Radio Madrid. Todo el mundo le decía que Granada se había quedado pequeña para ella. La carta era para Jose Luis Pecker. En Radio Madrid le hicieron unas pruebas y le dijeron, con pésimo ojo clínico, que no servía para cantar delante de un micrófono. Gelu volvió un tanto desilusionada a su tierra natal, pero no derrotada. Cuentan las biografías que hay sobre ella, que su padre recurrió entonces a Tico Medina, que a su vez le recomendó a Jesús Álvarez, que trabajaba en la incipiente Televisión Española. Jesús Álvarez, con mucho mejor ojo clínico, puso a Gelu, en un programa musical junto a Monna Bell. A los pocos días era conocida en toda España.
Superventas
Después firmaría su primer contrato artístico con el hotel Felipe II de Madrid, donde cobraba la 'suculenta' cantidad de 600 pesetas por gala. Un dineral para aquella época.
-Pero todo el mundo me decía que si quería triunfar de verdad tenía que irme a Barcelona, en donde estaban casi todas las discográficas importantes. Me fui en un principio con mi madre a casa de una tía que tenía allí. Poco después mi padre pidió una excedencia y se fue con la familia a Barcelona. Allí actué en un programa que tenía Joaquín Soler Serrano. Me oyeron los de una casa de discos que se llamaba La Voz de su Amo y empecé a grabar con ellos.
A partir de entonces Gelu se convierte en una de aquellas chicas ye-yé de los años sesenta que transforma en éxito de ventas todo lo que canta. Casi todas sus canciones consiguen un récord de audición. No había guateque que se preciara de serlo si no se ponían las canciones de Gelu. Me cuenta que era la casa discográfica la que imponía los temas que debía de cantar y que a falta de canciones propias había que versionar a otras cantantes como Petula Clark o cantantes italianas como Mina o Rita Pavone, con quienes su voz guardaba un cierto parecido. La versión de la canción inglesa Downtown le dio uno de sus grandes éxitos. Lo mismo que Siempre es domingo, Renato, Enamorada y El partido de fútbol, que la convirtieron entre 1962 y 1964 en la principal voz femenina española y en una de las mayores vendedoras de discos.
Tiene solo 19 años cuando conoce al cantante Tito Mora, con el que mantiene un romance que a punto estuvo de acabar en boda. Con él grabará dos discos. También colabora con Los Mustangs y actúa a menudo en Portugal, donde es muy conocida. Al año siguiente hará una gira por América, New York incluido. Es la época italiana de Gelu y la mayor parte de sus canciones proceden del país trasalpino. Entre 1963 y 1965 es declarada por los oyentes del programa ‘Discomanía’, de Raúl Matas, mejor cantante femenina española. Entonces no había listas de ventas, pero el citado programa de la cadena Ser era escuchado por un millón de personas cada tarde. En 1966, Gelu se presenta en el Festival de Mallorca y en el Festival de la canción Mediterránea, finalizando entre los primeros cinco puestos en las dos ocasiones, con Reír, reír, reír y Yo quiero vivir, respectivamente.
Cambio de vida
Pero a todo le llega la decadencia y el cambio de los gustos musicales apareció con la nueva década de los setenta. Según algunos críticos musicales, Gelu fue toda una innovadora, mezclando cha-cha con fox-trot, incluso pionera del flamenco-rock, pero no fue más allá porque estuvo mal aprovechada y peor encarrilada por su casa discográfica. En 1969 graba su último disco con el sello Marfer. Lo deja todo porque conoce al cantante catalán Santi Palau y decide cambiar el rumbo de su vida.
-La verdad es que ya estaba harta de tanto ‘artisteo’. Creí que ya no valía la pena seguir en ese mundo de la música. Recuerdo que mi padre me dijo que si lo dejaba era para no volver. Y así lo hice. Conocí a Santi y nos casamos en Granada, en la Virgen de las Angustias. Aquello fue un disloque. Se congregó una gran multitud y hasta hubo un accidente porque un muchacho se cayó de un sitio al que se había subido para verme y se rompió una pierna. Luego tuve a mi hija y consideré que su cuidado era incompatible con el trabajo de cantante. Y ahí acabó todo. El último concierto lo di en el Paseo de los Tristes. Siempre he dicho que una retirada a tiempo es una victoria. Después me llamaron muchas veces para grabar y participar en programas de televisión, pero ya no quise. Bueno sí, una vez me llamaron Joaquín Prats Y Fernando García de la Vega y fui a televisión y hace diez años más o menos hice una fugaz aparición en el programa de ‘Los mejores años’ cantando un trozo de su El partido de fútbol. Pero han sido apariciones puntuales, nada más.
Me cuenta Gelu que su carrera tuvo muchas satisfacciones, pero recuerda con cariño algunas, como cuando estaba paseando por la calle y una pareja joven se le acercó para anunciarle que habían tenido una niña y que iban a ponerle de nombre Gelu. O cuando fue la encargada de hacer el saque de honor en un partido entre el Real Madrid y el Barcelona. O cuando comprobó que en Portugal la querían mucho y que allí era tanto o más conocida que en España.
Gelu pasa ahora la tranquilidad de los días en su retiro familiar, en un pueblecito de Lérida. Dice que le gusta viajar y que lo ha hecho últimamente con su hijo Jaume Palau, que se dedica a escribir sobre localidades y escenarios en los que se han rodado películas famosas. Y también me cuenta que, como a su marido Santi, le duele mucho ver lo que está pasando en Cataluña con ese afán de independentismo que allí se ha instalado. “Yo soy andaluza y española y tanto mis hijos como yo y Santi hemos pasado largas temporadas en Granada, a la que nos encanta venir. ¿Cómo vamos a renunciar a ello? Es inconcebible lo que está pasando. Espero que algún día se den cuenta”, dice con un mohín de tristeza en su rostro.
Cuando me despido de ella y de Santi, tengo la sensación de que he conocido a dos de esas personas que te hacen más agradable la existencia.
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