"No sé si los políticos habrán aprendido mucho de la triste crisis que pasamos"
Germán GIrela | Presidente de CSIF Andalucía
El maestro alpujarreño, que asume el liderazgo del sindicato CSIF en Andalucía, espera más diálogo por parte de la Administración y critica la "anticuada" concertación social
Granada/La vida de Germán Girela ha cambiado mucho en cuestión días. Este maestro vocacional nacido en la Alpujarra, que encontró su segunda vocación sindical de la mano de CSIF, salta ahora a la presidencia de esta institución a nivel andaluz. En su despacho provincial de la modernísima sede de Central Sindical Independiente y de Funcionarios en la calle Gonzalo Gallas se respira ambiente de trabajo y prisa por las muchas reuniones, llamadas y entrevistas que tiene que atender en sus primeros días como el máximo dirigente de un sindicato a punto de alcanzar los 65.000 afiliados andaluces. Lo que le obligará a repartir su semana entre Granada, Sevilla y el resto de provincias. Advierte, eso sí, de que "ya es hora" de que las personas de esta parte de Andalucía –la oriental– empiecen a tener más representación institucional.
–¿Empieza a ver la gente CSIF como un sindicato que no es sólo para el funcionariado?
– Cada vez más. Los empleados públicos han tenido claro desde hace mucho tiempo que CSIF era el sindicato que mejor defendía sus intereses, pero las prácticas de un sindicato moderno y serio han hecho que la empresa privada venga para que este sindicato le represente. Cada vez son más empresas las que vienen a buscarnos.
–En Andalucía, la afiliación está ya cerca de las 65.000 personas.
–Estamos en 64.700. O sea, que estamos en números muy importantes. No habrá ninguna organización en Andalucía que tenga esa afiliación al corriente de pago, que es lo que consideramos una afiliación real, y nos marcamos el objetivo seguir creciendo en afiliación porque nosotros a diferencia de otras organizaciones nos sustentamos con dineros de nuestros afiliados. Tenemos nuestra fuente en la afiliación, pero también un objetivo clarísimo que tenemos es aumentar en representación para seguir siendo los números uno en la administración pública y a la vez aumentarla en la empresa privada.
–¿Cómo va a abordar CSIF la negociación para que los empleados públicos recuperen el poder adquisitivo que han perdido?
–Eso de que no tengamos gobiernos estables no ayuda en mucho pero lo que tenemos que hacer es que se cumpla el acuerdo que se firmó en 2018 con el Gobierno central para que sea efectiva la subida salarial que tenemos los empleados públicos para el próximo año de un 2%, que tendrán que habilitar la vía del Real Decreto porque de lo contrario no habrá Presupuestos para esa fecha y ahí tendremos que hacer las presiones oportunas. Pondremos encima de la mesa es un acuerdo de mejora retributiva que será plurianual para acercarnos a ese 20% de media que han ido perdiendo los empleados públicos.
–¿Se está acabando el duopolio sindical de Comisiones Obreras y UGT en Andalucía?
–Se está acabando en la práctica, pero la Ley Sindical desgraciadamente que es muy antigua, del año 85, obstaculiza mucho que los sindicatos que estamos creciendo podamos tener participación en el diálogo social. En los partidos políticos para ser más representativo hay que tener entre un 3% y un 5% y a los sindicatos se les pide un 10%. El escenario que tenemos actualmente blinda la concertación social, la deja en manos de los sindicatos de clase, de los antiguos sindicatos de clase, y no representa para nada el pluralismo que tenemos en la sociedad actual y que nos da a los sindicatos un apoyo mayoritario aunque desgraciadamente esos trabajadores no tienen voz en la concertación social.
–Y el gobierno que hay en la nueva Junta, ¿se está abriendo al diálogo que tanto reclama CSIF?
–Desgraciadamente no se está cambiando nada en el diálogo social. El Gobierno andaluz actual entró en febrero y está acometiendo reformas que está considerando oportunas, pero no lo está haciendo desde el diálogo con las organizaciones sindicales. Nosotros reivindicamos que la ideas que se ponen en marcha, más allá que puedan contribuir a la mejora del desarrollo económico, tienen que hacerse desde el consenso con los agentes sociales y tienen que pedir opinión y acordar con nosotros la programación que tienen en marcha, ya que no lo hacen demasiado.
–¿Se sigue teniendo una mala concepción social de los empleados públicos?
–Tenemos una valoración inferior a la que mereceríamos. Al final, los empleados públicos somos los garantes de que el Estado de Bienestar funcione, los que estamos en contacto con las personas, educamos a sus hijos, los que cuidamos de su salud, velamos por su seguridad y hacemos los trámites administrativos que tienen que hacer. Y las Administraciones tienen gran parte de culpa de que no tengamos la valoración e importancia que merecemos porque no se dedican a darnos la importancia que tenemos ni a dignificar nuestro desempeño. Además, cuando viene una crisis o un bache, como ahora que anuncian vientos de recesión, los políticos gestionan de la forma más sencilla que es meter la mano al bolsillo de a los empleados públicos, algo que no facilita las soluciones. Es un mensaje perverso porque la sociedad a veces entiende que la culpa de que los baches económicos está en que los servicios públicos consumen mucha financiación y es algo que no es verdad.
-¿Se está modernizando la Administración Pública?
–Lo está haciendo, pero a paso de tortuga. Hay que avanzar en una Ley de Función Pública que consagre la profesionalización y se avance en el camino de la despolitización y la modernización. Hay mucho camino por recorrer. Tenemos que avanzar en el teletrabajo, bolsa de la conciliación familiar, en la política horas, en adaptarnos a las tecnologías en este escenario novedoso. Tener una administración electrónica mucho más potente y accesible al ciudadano que a día de hoy es muy difícil hacer trámites.
-¿Le preocupa la parálisis de la economía?
–Valoramos esa recesión con preocupación. No sé si los políticos habrán aprendido mucho de la triste crisis que hemos pasado pero la gestión política no ha sido la más adecuada. Espero que sean capaces de saber que en los salarios precarios y en la disminución de las retribuciones de los trabajadores no es la solución a la crisis. Hablábamos de mileurista en tono peyorativo y ahora es un mal menor. Hemos avanzado con un despropósito absoluto y hay que ponerle solución. Los políticos no pueden hacer valer que una persona con mil euros llegue a fin de mes.
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