Gertie, una dinosauria que nunca ganó el Oscar
La fascinación de los dinosaurios en el papel, y de la literatura con historias de mundos perdidos, muy pronto pasó al celuloide
Recordemos que hace quince días habíamos dejado la fascinación de los dinosaurios en el mundo del papel, de la literatura de historias de mundos perdidos. Aquellos sueños impresos en pasta de celulosa pasaron pronto al celuloide, es decir al cine. Los Oscar del Cine (sin acento por citar el nombre original inglés) se entregan próximamente y son una continuación casi perfecta para nuestra historia.
Cuando se publicó la novela de aventuras El Mundo Perdido (1912), el lenguaje cinematográfico estaba aún dando sus primeros pasos. Uno de los creadores de ese lenguaje fue el director de cine norteamericano D.W. Griffith. Entre sus más de 500 películas, tan geniales como El nacimiento de una nación o Intolerancia, podemos encontrar al menos dos en que se narran las vicisitudes del hombre prehistórico, Man's genesis (1912) y The primitive man (1913). Este cine era mudo y en blanco y negro pero con unos códigos que se apartaban de la mera traslación del teatro tal como se hacía en el cine europeo de entonces. Griffith y otros muchos directores norteamericanos vieron en las historias del hombre primitivo una forma de plantear conflictos sociales de la época pero trasladados al pasado y vestidos del prestigio de la ciencia. Este prestigio tenía por entonces unas claras connotaciones racistas que emanaban del darwinismo social generado durante finales del siglo XIX. Durante décadas el cine creó y configuró unos tópicos habituales de la humanidad primitiva, el ejemplo del hombre arrastrando a la mujer de los cabellos tras conquistarla con violencia generaba no poca hilaridad en las salas de proyecciones donde una multitud de público veía las películas.
Un tópico de película que crispa los nervios de todos los profesores de ciencias es la coexistencia de la humanidad primitiva con los dinosaurios. No se trata de encontrarlos actualmente en algún lugar perdido o fantástico sino de que aparezcan coetáneos con los seres humanos en algún momento incierto de la edad de Piedra, millón de años arriba o abajo. El mundo del cine, básicamente la incipiente industria del Hollywood de la década de 1920, sabía que humanidad y dinosaurios nunca habían estado juntos pero las exigencias del guión pueden hacer milagros. ¿Cómo evitar la enorme tentación de juntar a las estrellas del cine con aquellas enormes bestias que los científicos estaban descubriendo? Dicho, escrito y filmado: los hombres y las mujeres de las cavernas tenían que convivir en todo momento, en el pasado o en el presente, en mundos ficticios o reales. Sin duda que les vienen a la memoria multitud de películas donde esto ocurre. Los más jóvenes se han criado con el fenómeno del Parque Jurásico, una película de 1993, que representa la más actual de las fascinaciones por los dinosaurios, ¡ya han pasado 22 años, toda una generación! Este atractivo del Parque se sostiene sobre la posibilidad científica de que la ingeniería genética rescate a los dinosaurios a partir de muestras de sangre o de algún otro resto que contenga ADN de dinosaurio. Ahora los profesores de ciencias se frotan las manos pensando que así sus alumnos van a estar interesados en sus explicaciones sobre los genes, las leyes de Mendel, las topoisomerasas y los diferentes tipos de borde de placas que genera la tectónica porque como los continentes se mueven entonces los dinosaurios estaban situados… No, no sigamos por este camino.
La fascinación actual por los dinosaurios, en tercera o cuarta generación, sin duda vive del cine. ¿Cómo se trasladó de las novelas de aventuras de principios del siglo XX al mundo del séptimo arte? Una buena película necesita de un buen guión, de una buena historia. Hay cientos de films inspirados en la literatura universal, miles de películas donde se nos dice que la historia está "basada en la novela de"; por ejemplo la misma película de Parque Jurásico se basa en una novela de Michael Crichton (y disculpen el ejemplo). Y así fue también con la traducción al cine del Mundo Perdido. La película (en cine mudo) se estrenó en 1925 con un gran éxito, contaba con prestigiosos actores de la época; Wallace Beery encarna al profesor Challeger (Beery fue Oscar al mejor actor en 1932) y Bessie Love actúa como la tierna hija de un explorador perdido que inicia toda la trama (B. Love fue nominada a la mejor actriz en la primera edición de los Oscar en 1929). Y por supuesto estaban los dinosaurios que aparecían en mucha mayor cantidad y con mayor protagonismo que en la novela original, eran las estrellas de la película puesto que ya el Hollywood de entonces comprendía que en aquellas fieras monstruosas estaba el espectáculo. Los comportamientos de los dinosaurios y la acción de la película se derivaba de interpretaciones científicas de la época, hoy superadas en muchos casos e incluso erróneas pero en ningún caso creadas al azar.
La animación de los dinosaurios la realizó el técnico Willis O'Brien (1886-1962) verdadero genio de la animación que creó la técnica del stop-motion animation, las maquetas animadas plano a plano. Esta técnica sobrevivió durante casi 50 años hasta la llegada de los efectos especiales creados por ordenador. O'Brien fue el primero en recrear dinosaurios en el cine, en una película de 1917 The dinosaur and the missing link: a prehistoryc tragedy. Un corto de 5 minutos lleno de los tópicos que podemos imaginar, realmente los estaba creando el mismo O'Brien. En otros cortos de animación realizados para la compañía Edison las imágenes populares de la vida prehistórica llegaron al público americano y alcanzaron gran difusión hasta la llegada del cine sonoro. Hay que recordar que buena parte de la población ni siquiera podía leer los carteles del cine mudo puesto que era analfabeta. Las imágenestenían que 'leerse' muy directamente. El realismo de las animaciones de aquellos dinosaurios de O'Brien llegaron hasta el King Kong de 1933, una película de culto por años. El Oscar a los efectos especiales no se creó hasta 1939 y por tanto O'Brien no lo pudo ganar por aquellas películas.
Sin embargo hay un dinosaurio, mejor dicho una dinosauria que se había anticipado a O'Brien y a su técnica. Procedía de los dibujos animados. En 1914 Winsor Mccay (1889-1934), un artista estadounidense polifacético, había generado uno de los primeros dibujos animados que tenía por protagonista a una simpática brontosauria, Gertie (podría ser traducido por Gertrudis). Gertie era presentada en un espectáculo de animación, medio teatro, medio vodevil, medio dibujo animado, toda una innovación para la época. Un primer dinosaurio (dinosauria) que parecía una mascota tierna, juguetona, amiga de los niños. Muchos años antes que los Picapiedra o que las series de animación derivadas del efecto Jurásico, el público ya tuvo su mascota dinosauria. Los Oscar del cine llegaron después y Gertie no pudo ser nominada, pero a mí no me cabe duda que "the Oscar goes to: Gertie, the dinosaur".
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