Goya inmortalizó a un alpujarreño de Mairena
Ayer y hoy
También pintó a su bella esposa Isabel, hoy en la National Gallery
Que nos devuelvan los ingleses el precioso retrato y se queden con los 'hooligans' del botellón y los que se bañan desde el balcón
Granada/Aprovechando el 275 aniversario del nacimiento de Goya, recordemos el retrato que hizo a un granadino, alpujarreño y liberal allá por el año 1800. En el municipio de Nevada, entre Válor, Picena y Laroles, al norte de Ugíjar y cerca de Júbar, se halla el bonito pueblo de Mairena, auténtico balcón de la Alpujarra y lugar de origen del que fuera ilustre alpujarreño, Antonio Fernando Porcel Ruiz, nacido el 15 de junio de 1755, descendiente de un militar que allí quedó tras la expulsión de los moriscos.
Granadino de fuste, según se desprende de una biografía inédita y otros documentos conservados en los archivos de Indias y de la Alhambra y de las cartelas dedicadas a este personaje que figuran reproducidas en la entrada de Mairena, su precioso pueblo natal al que aconsejo visitar si conduces suave en las curvas. Antonio Porcel presenta una muy interesante carrera política. Cursó bachiller en el colegio de San Bartolomé y Santiago, estudió Leyes en Madrid y fue nombrado Secretario de Gracia y Justicia de Indias, Académico de la Lengua, Secretario de su Majestad, Caballero de la orden de Carlos III, Ministro de la Guerra, participó en la elaboración de la Constitución de 1812… Y no sé cuantas cosas más. Murió en 1832.
Los retratos eran símbolos externos de riqueza y categoría social; ser retratado nada menos que por un pintor de cámara como era Goya, debía resultar señal de prestigio social. Los retratos de familias ilustres pasaban de padres a hijos, presidían el salón de respeto de las casas y procuraban no ser vendidos. Por eso lo que aquí destacamos ahora es la curiosa circunstancia de que el matrimonio formado por el granadino Antonio Porcel, casado en segundas nupcias el 6 de febrero de 1802 con la bellísima rondeña Isabel de los Cobos o Isabel Lobo, veinte años más joven, fuera retratado por separado por Francisco de Goya dada la amistad que con el pintor tenía desde sus encuentros con amigos comunes en Madrid.
La juventud y la belleza de Isabel ofrecían un magnífico pretexto para una preciosa obra. El retrato de don Antonio fue vendido y al final desapareció en Buenos Aires tras un incendio en 1906. Sin embargo, el magnífico realizado a su guapísima esposa Isabel queda aún bien custodiado en la National Gallery de Londres que lo compró a un particular por 405 libras en 1896.
Ha dado y sigue dando la Alpujarra hijos ilustres, pero este matrimonio de mairenero y rondeña tiene el honor de haber sido retratado por el propio Goya, el mismo que pintó a personajes conocidos de nuestra historia: Godoy, Floridablanca, Jovellanos o la Duquesa de Alba. Los descendientes del matrimonio Porcel de los Cobos hicieron copias de ambos retratos que son los que venían presidiendo el salón principal del Carmen de Peña Partida, luego llamado de los Catalanes, (el carmen pasó a la familia Miralles, catalana) situado cerca del granadino Hotel Alhambra Palace. Según el profesor Orozco Díaz, estos retratos "responden más a la complacencia de una amistad y profunda admiración que a un encargo"; por eso Goya ha recogido no solo los rasgos físicos sino también los sicológicos de los retratados.
Los vaivenes políticos de comienzos del siglo XIX (Guerra de la Independencia, Trienio Liberal, Sexenio Absolutista) hicieron que el liberal Porcel abandonara Madrid para refugiarse en Granada tras serle confiscados sus bienes y huir del absolutista Fernando VII. Doña Isabel, ya viuda y con cuatro hijos, decidió vivir en Granada como vecina del Bajo Albaicín en la Carrera del Genil, nº 19. Murió en 1842. Estaría bien que la National Gallery nos devolviera el precioso retrato de la guapa Isabel y que a cambio los ingleses se quedaran con los hooligans del botellón y con los desgreñados que se bañan tirándose desde el balcón.
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