1961: El año en el que la Tarasca se pegó una hostia vestida de esquiadora
Granada año a año
Franco se implica en el desarrollo de Sierra Nevada e inaugura la Facultad de Farmacia y el pantano de los Bermejales
Muere en Madrid el ex alcalde Antonio Gallego Burín y se mata en accidente de carretera Fernando Cuervo, jugador del Granada
1960: El año en que por primera vez un granadino gritó ¡gooool! delante de una tele
Granada/En 1961 vistieron a La Tarasca de esquiadora. Le pusieron unos pantalones, unas botas y unos esquíes y la sacaron en andas. El objetivo era sumarse a la promoción que ese año se llevaba a cabo sobre Sierra Nevada. Los munícipes e instituciones estaban dispuestos a romper la lanza definitiva por la montaña granadina, a la que se pretendía equipar de agradables alojamientos para los deportistas, así como de los medios mecánicos que la situaran a la altura de las más modernas estaciones invernales. Por lo pronto se dijo que había que construir una carretera en condiciones y después pensar en unos medios mecánicos y albergues para una futura estación de esquí.
Ejercía de gobernador civil José María Alfín Delgado y seguía de alcalde Manuel Sola. Ambos piensan que en la próxima visita que hiciera el jefe del Estado a Granada había que subirlo a la Sierra para explicarle las grandes posibilidades que tenía la montaña de convertirse en una moderna estación de esquí. El Caudillo viene el 30 de abril y un día más tarde le enseñan en el Albergue Universitario los planos, gráficos y proyectos que había sobre la zona. "Sierra Nevada lo espera todo del Caudillo", rezaba la pancarta puesta en los Peñones de San Francisco. Sobre la falda blanca del Veleta los entusiastas del Régimen habían hecho que se escribiera en letras gigantes y con anilina roja la palabra FRANCO. La misma palabra también había sido escrita con anilina en el Collado de las Sabinas. Más de 20 kilos de polvo colorante se utilizaron para las pintadas. Un gesto inútil porque Franco ni siquiera las vio. Sí le gustó el hecho de que fuera aclamado por centenares de deportistas de la nieve, entre los que había una "selección de gentiles esquiadoras granadinas", según decían las crónicas periodísticas sobre la jornada.
Los gerifaltes locales les expusieron a los ministros que acompañaban al Caudillo las grandes posibilidades de Sierra Nevada, la más meridional de Europa y con más horas de sol. El único sitio del continente en donde se podía esquiar por la mañana y darse un baño en el mar por la tarde, le dijeron a los que tenían que librar el presupuesto para las obras en Borreguiles, la instalación de telesillas y telesquíes y la construcción de un parador, pues esos eran los proyectos más inmediatos. Dice José Luis Entrala que fue Manuel Sola, con su verbo fácil y fluida elocuencia, el que se encargó de tratar de interesar al Caudillo de los proyectos que tenían pensados en la sierra. Franco, como era su costumbre, asentía con la cabeza, pero no decía nada. Si non e vero, e ben trovato (Si no es verdad, está bien contado), pensaría el mandamás de España.
Fue así como Sola y Alfín consiguieron tener a Franco como padrino a la hora de promocionar Sierra Nevada. Siete meses después de la visita del jefe del Estado, el Ayuntamiento compró la llamada Dehesa de San Jerónimo a la Religiosas Adoratrices, propietarias de los terrenos. Casi 2.500 hectáreas que contenían las faldas del Veleta, la Laguna de las Yeguas y la Dehesa de Dílar, Pradollano incluido. Total, un millón y medio de pesetas.
Franco nunca hacía un viaje si no iba a inaugurar varias cosas. Así que, ya que está en Granada, aprovecha la estancia para inaugurar la Facultad de Farmacia, la Escuela Virgen de las Nieves, la red de abastecimiento de aguas potables de La Malahá y el pantano de los Bermejales. Todo salió en el No-do. Fue en este viaje donde, según Tito Ortiz, en unas de sus alocuciones confundió a los granadinos con los malagueños. ¡Malagueños todos!, dijo con aquella voz aflautada que le caracterizaba.
En cuanto a la promoción de la Sierra por parte de La Tarasca vestida de esquiadora, todo iba bien hasta que empezó a llover fuertemente. En la urgencia por evitar el agua, con el traqueteo de las prisas se soltó del dragón y la pobre maniquí terminó por los suelos. El porrazo fue tremendo y muy necesaria la cirugía de la restauración. Los zumbones de la ciudad se apresuraron a dar su versión: "Lógico que se caiga… ¡si es que todavía no sabe esquiar!".
Muertes que lamentar
En 1961 la esperanza de vida de las mujeres era de 65 años y la de los hombres de 62. Tres o cuatro años más tenía el ex alcalde de Granada Antonio Gallego Burín cuando murió en Madrid en 1961. Fue el 13 de enero y ese día la ciudad de Alhambra se vistió completamente de luto. Su muerte constituyó una sincera muestra de dolor porque había sido un personaje público muy querido y, sobre todo, respetado. Las sombras de su mandato eran las propias del régimen dictatorial que representaba, pero es el que había. Miles de personas se unieron al dolor de la familia cuando sus restos mortales regresaron a su casa de la plaza de Santa Ana. "Esencialmente humanista, ganivetiano por su granadinismo, Gallego Burín, cuya aristocracia personal se fundamentaba mucho más en su acopio cultural y su acrisolada cortesía que en su título nobiliario, configuró la personalidad más apropiada, en términos deseables, para encarnar y desempeñar la presidencia del municipio granadino", escribió Ladrón de Guevara en el obituario.
También muere ese año el escultor Juan Cristóbal, especializado en arte urbano e imágenes monumentales. Son suyas las estatuas de Manuel de Falla y el monumento a Ángel Ganivet que hay enfrente de la Fuente del Tomate. E igualmente nos deja en 1961 la cantaora granadina María Amaya Fajardo, más conocida por La Gazpacha, nombre artístico que adoptó después de ganar el mítico concurso de Cante Jondo celebrado en Granada en 1922. La Gazpacha fue una magnifica saetera y le cantaba en Semana Santa a muchas imágenes que salían en los desfiles procesionales. María Amaya murió el 3 de noviembre, tres días después de su última actuación en la zambra de Manolo Amaya. Por entonces casi todos los artistas gitanos se apellidaban Amaya.
En 1961 se rueda en Granada buena parte de la película Aprendiendo a morir, cuyo protagonista principal era Manuel Benítez El Cordobés, por entonces el torero de moda. El diestro, que popularizó el lance llamado el salto de la rana, había sido corneado por un toro en la Maestranza de Granada unos meses antes y curado por el doctor Juan Pulgar, el sempiterno cirujano del coso granadino. Pero ahora regresaba como actor. El guion de la película lo escribió Tico Medina. El periodista nacido en Píñar cobró por el trabajo un Seat 600. La película cuenta de forma almibarada la vida del diestro y su relación con el famoso Pipo, su apoderado. Sirven de escenario para la filmación el hotel Alhambra Palace, el Carmen de los Mártires (convertido en un colegio) y el coso de la Avenida del doctor Olóriz.
Ese año visita Granada Mario Moreno Cantiflas. El cómico mexicano estuvo muy amable con los granadinos que se le acercaron. Se hizo fotos con ellos en el Patio de los Leones y hasta dio mil pesetas para el monumento a la Virgen de las Nieves. En diciembre se inaugura el Palacio del Cine de Granada, un proyecto del empresario cinematográfico Plácido Toro y del arquitecto Juan de Dios Wilhelmi Castro, que comenzó a edificarse en el año 1959, en la céntrica Plaza de Gracia. Fue considerado en su tiempo como uno de los mejores cines de Europa. Ese año, el fotógrafo y director de cine granadino José Val del Olmar recibe en el prestigioso festival de Cannes el premio técnico a cortometraje Fuego en Castilla.
La remodelación urbanística más importante que se lleva a cabo en 1961 en Granada es la de la Plaza de Isabel la Católica. Para aumentar la permeabilidad circulatoria de la Gran Vía y el barrio de San Matías, el Ayuntamiento había permitido el derribo del teatro Gran Capitán, el palacio de los Luque y el antiguo edificio de Correos y Telégrafos. Asimismo, habían sido demolidas algunas de las casas que el hijo Álvaro de Bazán había encargado a un escultor genovés. Y todo para empezar a construir poco tiempo después ese llamado ‘edificio de los espejos’ en cuyos bajos estuvo el Banco de Santander y que tanta polémica causó al considerarse que no era digno para ese lugar: rompía la estética de las construcciones de la Gran Vía. Para remediar parte de la cagada urbanística y el terrible impacto visual que causaron tantos espejos en una fachada, el Ayuntamiento hizo que se trasladara en 1962 el bonito conjunto escultórico de Mariano Benlliure -en el que se ve a Isabel la Católica aceptar las proposiciones del navegante Cristóbal Colón- desde el Paseo del Salón a dicha plaza.
Más noticias urbanísticas. Ese año, el once de agosto, el Ayuntamiento aprobó un proyecto presentado por la compañía de transportes Alsina Graells para la construcción de una estación de autobuses, que entraría en servicio en mayo de 1964 y que tuvo en uso hasta 1995. Otra noticia importante ese año es la compra por parte del Ministerio de Educación Nacional del Hospital Real, que había sido construido por los Reyes Católicos después de la Toma de Granada y en 1835 había pasado a la Diputación Provincial, que instaló allí un asilo de ancianos y la llamada Casa de los Dementes. Con la compra, pasa a ser Biblioteca Universitaria diez años más tarde y posteriormente se instalaría el Rectorado y los servicios centrales de la Universidad de Granada. También ese año pasa a la titularidad pública el conjunto de Torres Bermejas, que cuenta con una denominación BIC debido al importante patrimonio histórico y arqueológico que contiene. Torres Bermejas albergaba hasta entonces prisiones militares.
Desmantelamiento del PCE
Ese año, el clandestino Partido Comunista en Granada estuvo a punto de desaparecer definitivamente en la provincia. Y todo por una acción considerada irresponsable. Resulta que el 14 de abril, coincidiendo con el aniversario de la República, un grupo de comunistas granadinos saltaron por la noche las tapias del cementerio para poner una corona de flores cruzada con una bandera republicana sobre la tumba del maquis Ricardo Beneyto Sapena, alias Ramiro, que había sido jefe de la guerrilla andaluza y que fuera fusilado en las tapias del cementerio granadino en 1956. El hecho atrajo la atención de la Policía que, tirando del ovillo, consiguió saber quién había elaborado la corona. Había sido una mujer del Albaicín, a la que se la había encargado un vecino suyo llamado José Fernández Carmona. Tal y como se las gastaban las fuerzas de seguridad de entonces, es fácil imaginar la somanta de palos que tuvo que recibir el susodicho para que cantara el nombre de sus correligionarios. Un total de 204 personas fueron encarceladas y los periódicos del Régimen se ufanaban en sus ediciones del 28 de abril de que había sido desmantelado definitivamente el PCE en Granada. Dos años más tardes el comité central de dicho partido, acostumbrado a renacer de sus cenizas, nombra a Francisco Portillo para recomponerlo.
Algunos de esos comunistas encarcelados trabajaban en la Fábrica Nacional de Pólvoras y Explosivos de la Real Artillería, una factoría que llegó a tener el millar de trabajadores y que dotó de servicios la zona con la construcción de viviendas, escuelas, o el teatro Aranaz, donde se representaban obras y se proyectaban películas de cine mudo. En 1961 la fábrica se transfirió al Ministerio de Industria y se creó la empresa Santa Bárbara, ahora gestionada por General Dynamics.
El 13 de mayo, miles de granadinos acudieron a una gran concentración popular para asistir a la coronación de la Virgen del Rosario, cuya imagen había sido colocada en una de las galeras que participó en la batalla de Lepanto. Fue el arzobispo Rafael García y García de Castro el encargado de coronar a la imagen en un acto que contó en su desarrollo con la visita de su tocaya la Virgen del Rosario de Cádiz, que llaman La Galeona. La Virgen gaditana había sido traída en barco hasta Motril y desde ahí en helicóptero a la plaza del Triunfo. Muchos de los que hoy peinan canas se acuerdan del helicóptero con la Virgen volando sobre la ciudad y de los actos multitudinarios que se organizaron para la ocasión. La corona había sido elaborada por Miguel Moreno Grados y su hijo Miguel Moreno Romera. Los periódicos dijeron que al menos 150.000 personas habían asistido a la coronación.
En 1961 Miguel Ríos se marcha a vivir a Madrid, pero volverá pocos años después a Granada y escribirá una canción inolvidable llena de nostalgia por su tierra. Se había ido a la capital de España a triunfar en la canción el año en que reinaba el twist en las pistas de baile. El cantante pasó la nochevieja con unos paisanos y con la madre del torero Carlos Arruza. En la Universidad de Granada, una de las más adelantadas de España, ese año comienza a enseñarse Lengua y Literatura catalana y a impartirse clases de ruso con la creación del primer centro de Russkiy mir. En marzo se celebró el primer concierto Juventudes Musicales y en diciembre se crea una residencia para pintores en la Fundación Rodríguez Acosta que permitirá reunirse y trabajar a lo largo del año a un elevado número de pintores y escultores de todas las nacionales. En aquel año no hubo rincón en Granada que no fuera pintado.
Y a partir de 1961, con la implantación en Granada de un sector de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, empezarían a verse por las carreteras unos señores con casco y vestidos de verde que te multaban si corrías más de la cuenta con el coche o si hacías alguna barrabasada al volante. Precisamente debido a un accidente de automóvil moriría en mayo un jugador del Granada CF llamado Fernando Cuervo, un centrocampista procedente del Avilés que había sido fichado la temporada anterior. Pero no fue esa la única congoja que abatió ese año a los jugadores rojiblancos. Las derrotas fueron tan frecuentes que quedaron los últimos en la clasificación, lo que significaba el descenso de nuevo a Segunda.
Termino con los natalicios. Ese año vinieron al mundo el escritor Ángel Olgoso y el científico José Antonio Lorente. El primero un maestro del cuento corto y el segundo un experto en genética, dos genios en lo suyo.
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