Granada 1976: la candidatura olímpica olvidada
Granada 1976 | 50 años de la primera candidatura olímpica (Capítulo 1)
Granada Hoy comienza un serial sobre la primera tentativa de la ciudad a unos Juegos de Invierno, de la cual se cumplen 50 años
Los orígenes, el proyecto, el proceso y la caída en el desgracia de un movimiento que pudo cambiar Sierra Nevada para siempre
Granada/Granada será olímpica algún día. Pero se tendrá que dar prisa porque el cambio climático avanza inexorable, y cada año el granadino es capaz de ver con sus propios ojos que llueve menos, nieva menos, y hacen menos días con frío. Quizás tiempo atrás hubiera sido más factible, cuando el otoño llegaba tras el verano y el invierno lo hacía en el momento oportuno, y no como ahora, que las estaciones conquistan con más asiduidad climas ajenos.
Quizás hubiera sido una gran oportunidad en 1969, cuando en Sierra Nevada abundaba la nieve, la estación no era más que una pequeña aldea alrededor de una plaza, y estaba todo por hacer. En ese contexto, hace medio siglo, Granada aspiró a ser sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1976.
Introducción
Todo se fraguó en un verano de hace exactamente 50 años, en un Consejo de Ministros de Franco, desde Madrid, y tal y como se anunció, se perdió en la noche de los tiempos. Aquella candidatura nunca llegó a competir, nunca llegó a difundirse... Sus planos, su Villa Olímpica, sus instalaciones estaban diseñadas, pero se quedaron en un cajón y no vieron la luz hasta 1977, una vez caído el régimen fascista.
Fue entonces cuando se supo que un simple cambio de ministros frustró el intento serrano. De las tres tentativas de Granada para acoger unos Juegos (1992 y 2010 son las otras), la del año 1976 es la menos conocida, la ‘candidatura fantasma’, la que menos conoce el público y de la que menos información hay publicada.
El Polo de Desarrollo
Para entender cómo se fraguó la candidatura granadina a los Juegos de Invierno del 76 hay que matizar varios aspectos. A diferencia de las tentativas posteriores, la de 1969 no fue una propuesta nacida desde el Ayuntamiento de la ciudad, si no que partió desde el propio Gobierno franquista.
Con este movimiento se pretendían también justificar las multimillonarias inversiones que se realizarían en Sierra Nevada dentro del II Plan de Desarrollo, centradas en explotar el potencial turístico del macizo y su cercanía a la Costa del Sol, que ya despuntaba como destino vacacional para extranjeros.
"Era la época del desarrollismo y existía un clima de optimismo generalizado y de grandes proyectos: Barcelona planeaba una Exposición Universal para 1982, la propia Barcelona y Madrid habían aspirado a los Juegos Olímpicos de 1972, España había obtenido la organización del Mundial de fútbol 1982...", explica el doctor en Ciencias del Deporte e historiador olímpico, Fernando Arrechea.
El polo industrial de Granada iba a ser, sobre todo, turístico. Mejores comunicaciones ferroviarias, por carretera, justificar más aún la necesidad de acelerar el nuevo aeropuerto, y en la Sierra, dotar a la montaña de los remontes, las urbanizaciones y las instalaciones deportivas necesarias para convertirla en "la primera estación de Europa", según afirmó Juan Antonio Samaranch en una de sus múltiples visitas a Sierra Nevada entre 1966 y 1969.
Fraga y Samaranch
Porque en esta historia hay dos nombres clave: Manuel Fraga y el propio Samaranch, quien años después fue presidente del Comité Olímpico Internacional y en la época de la candidatura de Granada, director de Delegación Nacional de Deportes.
"Samaranch era el hombre fuerte del deporte español y había apostado por los deportes de invierno con una gran expedición a Grenoble 1968, el debut en luge y la reconstrucción de un equipo de bobsleigh. Era el contexto perfecto para que alguien empezara a soñar con una candidatura a Juegos Olímpicos de Invierno en España", añade Arrechea.
La parte política necesaria en todo este mecanismo la puso Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo entre julio del 62 y octubre del 69. Bajo su mandato se crearon en Sierra Nevada las primeras infraestructuras turísticas y se impulsaron las obras de la estación invernal más primigenia. Sus idas y venidas a Granada y al macizo fueron constantes, sobre todo a partir de 1966, con las primeras inauguraciones y los anuncios de inversiones millonarias.
El contexto
Pero hasta llegar al verano del 69, el momento en el que fraguó de forma definitiva la candidatura de Granada, hubo un contexto. Las raíces se hunden hasta 1961, cuando la provincia es seleccionada por el estado franquista como una de las cuatro estaciones invernales a promocionar dentro del II Plan de Desarrollo, y como parte de la segunda fase de impulso de la Costa del Sol.
Todo en el mismo paquete. Ya por aquel entonces, el Ayuntamiento de Granada, por su cuenta e impulsado por el alcalde Manuel Sola, había mandado hacer el estudio y la redacción del Plan Municipal de Sierra Nevada y se había creado Cetursa, la que a día de hoy sigue siendo gestora del complejo invernal.
A partir de 1965, los diferentes planes para Sierra Nevada toman cuerpo. Cetursa presentó ante la delegación provincial de Información y Turismo el llamado Plan de Ordenación Urbana del Centro de Interés Turístico Solynieve. Es decir, el origen de la actual estación de Sierra Nevada. La pequeña plaza rectangular que hay sobre las actuales taquillas y varios bloques de edificios con una cafetería en los bajos. Estaba en papel y quedaba plasmarlo en la realidad.
Pasaron dos años hasta que se concluyeron las obras de esta primera fase de Sierra Nevada. Se habían invertido 105 millones de pesetas para urbanizar la plaza Solynieve y construir el primer hotel con el mismo nombre (para 143 personas y 38 habitaciones). Además estaba el buque insignia, el Parador de Turismo, levantado en la zona de los Peñones de San Francisco y que costó 155 millones de pesetas sobre terrenos de la Universidad de Granada cedidos al Ministerio de Turismo. Podía acoger a 84 clientes y se podía llegar a él a través del telesilla de Pradollano.
Las fases
Todo este complejo lo inauguró Manuel Fraga el 4 de diciembre de 1966, en una "Jornada de júbilo", según el titular del diario Patria, y entre agasajos y reconocimientos varios por parte de la Sociedad Sierra Nevada. El por aquel entonces ministro también fue el encargado de realizar la primera llamada telefónica desde la Sierra gracias al centro emisor que se instaló en el Pico Veleta.
Pero la importancia de la visita de Fraga es que ya se empezó a hablar de las sucesivas fases de desarrollo de Sierra Nevada. La segunda ya se había adjudicado por 150 millones a Cetursa y estaría lista para el año siguiente. La previsión era levantar el telecabina Pradollano-Borreguiles, junto al telesilla hacia el Parador, con una longitud de 2.135 metros, 40 cabinas para 4 personas, con una capacidad para transportar a 400 esquiadores a la hora, además de dos telesquíes en Borreguiles, construir un restaurante para 400 personas por turno, mejorar la carretera de acceso, y un trampolín para saltos.
En pleno desarrollo de las obras, cuando prácticamente estaban acabadas, apareció la primera referencia en prensa sobre una posible candidatura de Sierra Nevada a unos Juegos. Fue en diciembre del 68 en ABC, aprovechando un repaso a las actuaciones en el complejo, cuando el periodista apuntó a “pensar a larga distancia en la posibilidad de una Olimpiada Blanca en las altas cumbres de Sierra Nevada”.
1969: el año clave
En estas llegó 1969, el año clave de la candidatura de Granada. El Ayuntamiento acaba de sacar el pliego de condiciones para la subasta pública de la tercera fase del plan Sierra Nevada, la más exigente.
Contemplaba un telecabina de Borreguiles al Veleta en el plazo de un año, un restaurante giratorio en el mismo pico Veleta, otro telecabina en la Laguna de las Yeguas y el acondicionamiento de pistas en la zona, un helipuerto, 13 telesquíes (uno de ellos en el valle de San Juan, ahora protegido por el Parque Nacional), y lo mejor: 2 pistas de saltos en el circo de Borreguiles, 4 pistas de patinaje, 6 de curling, una de bobsleigh, y acondicionar la pista Veleta-Pradollano. Esto ya se parecía más a la planificación de unos Juegos Olímpicos.
Marzo del 69 precipitó muchas decisiones. El 24 de marzo, Manuel Fraga inauguraba la estación invernal tras darse un baño de multitudes en la capital y quedó maravillado por los proyectos turísticos alrededor de Sierra Nevada. También estuvo presente Juan Antonio Samaranch, desde aquel momento un habitual en Granada.
Apenas una semana más tarde, regresaba el Delegado Nacional de Deportes a la estación con motivo del Gran Premio Internacional de la FIS, junto al vicepresidente del Comité Olímpico Español, el teniente Agulla Jiménez-Coronado. Entre otras manifestaciones, el futuro presidente del COI aseguró que Sierra Nevada "se convertirá en la primera estación de Europa" por sus "inmejorables posibilidades para la práctica de los deportes de nieve".
En este contexto, se anunció la construcción de varios hoteles de lujo en Borreguiles y Pradollano y la aceleración de la construcción del aeropuerto, para el que Iberia se comprometió en poner un vuelo diario entre Granada y Málaga.
Todo este compendio de inversiones supondría, al final del término de la tercera fase, una inversión superior a los 1.000 millones de pesetas de la época. Si ya ahora es una millonada, hace medio siglo era un dispendio enorme. Hacía falta justificarlo. Y alguien tuvo una idea.
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