Salud sin fronteras
José Martínez Olmos
La IA y la humanización
manuel amezcua. profesor de la ugr e investigador del botellón
En el año 2006 el investigador Manuel Amezcua, inició una investigación para conocer el fenómeno del botellón. Eran tiempos de convocatorias masivas, de protestas vecinales y de creación de espacios para el consumo de alcohol a las afueras de las ciudades que ahora la capital se ha propuesto eliminar. Después de participar en las comisiones para buscar una solución al polémico recinto, su equipo de investigación se ofreció para abordar un auténtico reto: idear una propuesta alternativa a que contente a jóvenes y vecinos a partes iguales. Un auténtico reto que asume con la esperanza de que los nuevos munícipes se comprometan. Tras el cambio de gobierno, será el nuevo alcalde de Granada, Paco Cuenca quién decida el futuro de este espacio. Manuel Amezcua sigue ofreciendo su trabajo y sus conocimientos.
-Usted es enfermero y profesor de la Universidad de Granada. ¿En qué momento se interesa por el fenómeno del botellón y el alcohol?
-La idea surgió hace diez años. En un principio queríamos analizar el botellón desde la perspectiva de la salud pero muy pronto nos hicimos otra pregunta: ¿cómo es posible que exista este consumo intensivo de alcohol por parte de los jóvenes con un marcado tinte universitario teniendo en cuenta que son los más formados y los que más información tienen?. Así, decidimos analizar el fenómeno desde una perspectiva más social teniendo en cuenta que además los jóvenes estaban siendo instrumentalizados en ese momento por los políticos.
-¿En qué fase comienzan su análisis? Granada ha tenido problemas con el botellón desde los años 80.
-A nosotros no nos cuadraba lo que los medios de comunicación decían sobre los jóvenes, que tenemos una juventud de gente inconsciente que no saben lo que hacen y solo van a pasarlo bien. Nosotros impartimos clase en disciplinas universitarias, nuestros alumnos hacen botellón… no se puede decir que no conozcan los riesgos. Y, además, en ese contexto vimos cómo se les utilizó políticamente lo que nos produjo una cierta perplejidad. Los partidos se acusaron unos a otros. En ningún momento se escuchó la voz de los jóvenes que se estaban utilizando.
-¿Qué le pareció como solución la construcción del botellódromo? Se extendió por toda España incluso en municipios de pequeño tamaño...
-En esa época todo el conflicto desembocó en confinar a los jóvenes en una zona donde pudieran hacer lo que fuera de ese lugar estaba prohibido: beber alcohol. Esto no tiene ningún sentido desde el punto de vista de la convivencia. Se confina a delincuentes, en algunos casos a enfermos… pero no a los jóvenes a quienes, además, se les lanza el mensaje de ojo, aquí no puedes beber pero en el botellódromo sí y además todo lo que quieras e independientemente de la edad. Como consecuencia, ahora nos enfrentamos a una difícil situación. Durante cerca de una década ese mensaje se lo hemos dado a los jóvenes. Les hemos dicho que se puede beber, los menores también, con desmesura, que no hay problema. Solamente con un requisito: que tienen que hacerlo en los lugares donde no molesten. Lo que me parece peor es que ahora el problema se ha vuelto a destacar pero no porque se haya tomado conciencia de la barbaridad que supone construir un botellódromo si no porque los vecinos se han molestado.
-¿Y qué piensan los jóvenes de todo esto? Ustedes hablaron largo y tendido con ellos.
-Nosotros hicimos un diseño etnográfico. Nos acercamos al botellón desde las ciencias sociales y desde la antropología con la misma metodología. Formamos parte de ese fenómeno para observarlo desde dentro y plantear las entrevistas. Para ello se optó por contar con observadores adiestrados. Y fue entonces cómo conocimos los tres motivos fundamentales por los jóvenes van al botellón: para estar juntos, pues el tema de la convivencia a esas edades es fundamental incluso con gente que no se vayan a hablar en toda la noche; consumir barato ya sean bebidas o alimentos y, simplemente pasarlo bien. Cabe destacar que los jóvenes rechazan la idea de que al botellón van a emborracharse, aunque reconocen que hay gente que se emborracha. Ellos más bien, focalizan el problema en quienes no deberían estar allí, los más jovencitos. Quienes en general van a atracarse de alcohol y terminan con riñas: los menores de edad.
-Diez años después los grupos municipales le han puesto fecha de cierre para el botellódromo. ¿Qué futuro le ve a esta medida?
-El anterior equipo de Gobierno en el Ayuntamiento de Granada ha hecho una encuesta que desvela que el 80% de los jóvenes no quieren que se cierre. Normal, es a cambio de nada. Nosotros nunca hemos planteado una solución concreta. Nosotros podemos emitir recomendaciones o propuestas pero no tenemos autoridad suficiente para decir qué hay que hacer. Eso sí, siempre hemos sido muy críticos con el botellódromo por permitir a los jóvenes hacer lo que quieran en un recinto sin ningún tipo de control y creemos en un modelo muy distinto.
-¿Cree que los jóvenes aceptarán a estas alturas un cambio de rumbo? El Ayuntamiento ha permitido esta práctica durante más de una década.
-A los jóvenes les haremos un gran favor si les damos mensajes claros. No se trata de decir que el botellódromo está prohibido sino que es inaceptable. El Ayuntamiento debe afirmar que no lo va a promover y que va a hacer lo imposible por impedirlo de tal manera que el chico que quiera ir a emborracharse lo tenga que hacer muy a escondidas, pero puede hacer otras cosas. Yo creo que hay que invertir en iniciativas. Seguro que algunas de estas ideas pueden ser rentables. Pero ahora mas que hablar de rentabilización hay que hablar de inversión. Son demasiados años sosteniendo un modelo inaceptable desde todo punto de vista. Es una cloaca, al día siguiente tiras de la cadena y queda limpio.
-Ustedes se ofrecieron voluntarios para buscar soluciones. De hecho, la comisión creada por el anterior equipo de gobierno esperaba su proyecto.
-La solución no pasa porque nos descerebremos unos a otros sino por escuchar a los jóvenes, dialogar con ellos, permitirles que se expresen abiertamente para que propongan alternativas y en eso vamos a basar nuestro proyecto. Porque al final nosotros estamos convencidos de que al final son ellos quienes nos van a proponer la solución. Desde el mundo de la adultez siempre hacemos lo mismo. Ponerlos a correr con la idea de que si los cansamos no podrán irse por la noche por ahí. Si nos pusiéramos de acuerdo. Estamos convencidos de que se puede dar una vuelta a esta situación de forma que Granada se convierta en el epicentro de la solución. En un lugar emblemático para ofrecer un modelo alternativo. Pero es que hay muchísimas ciudades donde predomina otra forma de ocio y donde se estimula la creatividad de los jóvenes.
-Pero, ¿apoyarán el cierre?
En el corto plazo son los políticos los que tienen la capacidad de tomar decisiones. Nuestro ofrecimiento siempre ha sido trabajar en el medio y el largo plazo porque nuestras metodologías solo se pueden aplicar así. Y, los resultados no van a ser inmediatos, es mas, seguramente van a ser nefastos de manera inmediata. Ahora bien tenemos que ser sensatos en la defensa de un modelo diferente. En eso si vamos a trabajar. Y ojalá ahora con el nuevo ayuntamiento hagamos algo. Trabajando en ese sentido y apoyándonos en otras iniciativas. Espero que los nuevos munícipes estén dispuestos.
-¿Y en qué se basa esa propuesta alternativo? ¿Conocen casos de ciudades donde haya sido un éxito?
-Nuestro planteamiento pasa por pensar en otro modelo de ciudad. Creemos que hay que crear espacios donde haya intercambios generacionales. En Granada hay jóvenes en todos sitios. Uno va a las terrazas y también hay jóvenes. Abogamos por una ciudad más abierta y multitud de iniciativas, favorecer su creatividad. y sobre todo creer en ellos. Son los que nos van a gobernar en el futuro. De hecho, yo le doy clase a los jóvenes de primero y ya veo a grandes futuros gestores. O los vemos o nunca vamos a creer en ellos.
-Pero abrir la ciudad parece difícil con la actual Ordenanza de la Convivencia.... Está prohibido casi todo.
-Hay que hacer concesiones. Hay que abrir la ciudad, no podemos estar permanentemente cerrando los espacios y comercializando con el suelo público como ocurre con las terrazas. No se puede beber en la calle salvo que lo hagas en un espacio público donde hay una terraza que el Ayuntamiento consiente pues obtiene un beneficio. Entonces, ¿se puede beber en la calle o no? Vamos a ponernos de acuerdo. Lo mismo ocurre con la publicidad. No me parece razonable que la ciudad esté inundada de anuncios que fomentan el consumo de alcohol. El Ayuntamiento no debería permitir que se haga apología estimulando el consumo de bebidas alcohólicas entre los jóvenes. Y mucho menos situarlas en lugares donde están transitando. Tendremos que ponernos de acuerdo. Los jóvenes se van a rebelar. Si prohibes y no das nada a cambio…
-¿Cree que aceptarán estas concesiones los vecinos de la ciudad?
-Hay que fomentar la tolerancia plena. Porque no pienso que los ciudadanos seamos intolerantes pero sí con los jóvenes. Las cosas que hacen deben ser tan tolerables como las que hacen los devotos, la quienes les gusta el fútbol, o las romerías. Tenemos una actitud tolerante con todos menos hacia los jóvenes, sobre todo cuando estigmatizamos. Pienso que tenemos una juventud francamente estigmatizada, algo deberíamos de hacer. Abramos la ciudad. Dejemos que explosione de iniciativas. Renunciemos a este estado policial donde todo esta prohibido y hagamos que sea más tolerante y que la gente explosione su creatividad.
-Hablan mucho de participación. ¿Desean incorporar a alguien más al debate?
Planteamos hablar con todos los colectivos pero repensar una ciudad mucho más abierta y permeable a la creatividad y a las iniciativas. Nuestras líneas van por ahí. Eso estamos dispuestos a proponer. Metodologías concretas, organización de eventos...
-El pasado cinco de mayo Paco Cuenca se convirtió en alcalde de Granada. ¿Qué le ofrecen?
-Sería una pena que ahora que de alguna forma hemos tomado el toro por los cuernos esto se diluyera. Nuestra idea es retomar la comisión en el momento en que se estabilice el gobierno y seguir haciendo nuestro ofrecimiento. No sabemos la capacidad de respuesta pero algo tendrán que hacer el cierre del botellódromo está decretado para septiembre.
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