1944: Las tortillas francesas que Morcillo se comía en el Pardo
Granada año a año
Fue uno de los años del hambre más duros y el año en el que inician las obras del Estadio de la Juventud y el tramo del tranvía de la Sierra entre Maitena y el Barranco de San Juan
Se inaugura la Facultad de Medicina, nace Miguel Ríos, empieza a funcionar el cine Albayzín e inicia su recorrido climático la 'pertinaz sequía'
Granada/Estoy seguro de que muchos de mi generación se acuerdan de aquella frase casi lapidaria que decían nuestras madres cuando rechazábamos el plato que nos ponía en la mesa con el argumento de que no nos gustaba o cuando tirábamos el pan que nos habían dado para la merendica: "Tenía que venir otra vez el año del hambre". Ellas habían pasado por tal trance y habían sufrido los rigores de las carencias alimenticias. Sabían de lo que hablaban y jamás hubieran deseado que viniera otro año del hambre.
Aunque en realidad se pasó canutas en toda la década de los años cuarenta, fueron los años 1944, 1945 y 1946 los más dramáticos, los más duros. El profesor granadino de Historia Contemporánea Miguel Ángel del Arco, ha escrito un ensayo muy recientemente sobre aquella época y se atreve a afirmar que aquello no fue hambre, sino hambruna, un concepto más amplio y con más consecuencias sociales. Para el Régimen, esa grave y prolongada depresión fue debida a los daños causados por la Guerra Civil, al aislamiento internacional y a las adversas condiciones climáticas. Para Miguel Ángel del Arco, eso fueron los tres mitos utilizados por Franco para justificar que en España se estuviera pasando las de Caín para intentar sobrevivir. La 'pertinaz sequía' del franquismo duró apenas un año. "El aislamiento internacional fue mayoritariamente voluntad del Régimen y los desastres de la guerra no fueron tan grandes como para no poder remediar los llamados 'años del hambre'", dice Del Arco.
Es posible que lleve razón el historiador y que el dictador aprovechara cualquier vicisitud para justificar aquella década de miseria, pero en 1944 u en 1945 no cayó agua en Granada ni para llenar un barreño, lo que dificultó cualquier labor de siembra y de recogida. Pero es que además íbamos de chulos por la vida. Del Arco dice que en aquella época la comunidad religiosa de los cuáqueros americanos ofreció ayuda a través del embajador español en Washington. La respuesta de Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco y ministro de Asuntos Exteriores entonces, fue significativa: "Dígale que no la necesitamos". Con un par.
Así las cosas, la gente se las inventa para sobrevivir. El cronista granadino Juan Bustos decía que fueron los años de los sucedáneos. "Se usaban la malta y la achicoria en lugar de café, miel en lugar de azúcar, boniato en lugar de patata, harina de salvado en lugar de harina de trigo, se descubrió el pan de higo… un hambre atroz que dejó miles de muertos por inanición en Granada".
También hambre, pero de goles, fue lo que sintieron los aficionados del Granada CF, que en esa temporada bajaría de nuevo a Segunda División. Había un entrenador que se llamaba Paco Bru y que por su afición al dinero la gente lo conocía por Pacobrá, cuenta Carlos Tomás Romero en Gentes del fútbol. Había hambre, pero no faltaba el sentido del humor. Menos mal.
Nace una leyenda
El año 1944 fue crucial para el desarrollo de la II Guerra Mundial. El día 6 de junio desembarcaron 150.000 hombres del ejército aliado en las costas de Normandía. A partir de ese momento se supo que Hitler tenía la guerra perdida. Un día más tarde, el 7, desembarcó en la vida Miguel Ríos, que había venido al mundo con la intención de convertirse en leyenda. Después de vender discos en la tienda de Olmedo y de pasarlas canutas en Madrid, se agarró a un micrófono con tal fuerza que aún no lo ha soltado. De esta manera ha completado una operación matemática y evidente: Granada más rock and roll igual a Miguel Ríos. ¡¡Bieeenveeeniiiidooooo!!", le cantaron sus padres.
Un par de días más tarde de nacer Miguel Ríos –el junio de ese año estuvo muy movido– se inauguró la Facultad de Medicina. Vino el ministro de Educación Nacional, un tal José Ibáñez Martín, que se comprometió en su discurso a hacer lo posible para completar el proyecto con la construcción del Clínico. Las obras de la Facultad de Medicina duraron casi tanto como las obras del Escorial: quince años. Los encargados del proyecto fueron los arquitectos Aurelio Botella y Sebastián Vilata y comenzaron a levantarla en 1931, en plena República. La guerra civil y los continuos parones por falta de presupuesto hicieron que se alargara su construcción hasta 1944. Pero es que ahí no acaba la cosa. Cuando estaba a punto de terminarse, llegan los rumores a Granada de que ese portentoso edificio columnado y de tres plantas iba a ser destinado a ser la sede de Capitanía General. Por lo visto era un capricho del general Queipo de Llano, que todos sabían cómo se las gastaba.
Los estudiantes de Medicina daban clases en una especie de cuchitril que había por la Plaza de la Universidad y estaban muy ilusionados con su nueva Facultad. El decano de entonces era Miguel Guirao Gea y alentó a los estudiantes a invadir las nuevas instalaciones antes incluso de que las obras estuvieran acabadas. Una rebelión en toda regla en aquellos tiempos en los que las revueltas no estaban bien vistas. Le echaron huevos al asunto.
Pero salió bien la cosa. La Facultad de Medicina se inauguró como tal. La misma que dejó de funcionar en 2015 y la misma que muchos desean que se convierta en un museo de la Medicina. No estaría mal una rebelión como la de aquellos estudiantes para conseguirlo.
El ministro de Educación aprovechó su venida a Granada para inaugurar la exposición de Gabriel Morcillo en la Casa de los Tiros. El autor no exponía desde hacía 30 años y había cierta expectación en el mundo cultural por la muestra. Marino Antequera contó en su crónica del acto que no recordaba una exposición tan ambiciosa en Granada desde la de Ignacio Zuloaga en el Carmen de los Mártires en el año 1920. Gabriel Morcillo era muy bueno pintando retratos. Fue uno de los retratistas de más éxito entre la aristocracia española y la alta burguesía granadina. Por eso lo llamó Franco para que le hiciera uno. El Generalísimo y su esposa lo invitaron varias veces a almorzar en su casa mientras pintaba el cuadro y cuando regresaba a Granada sus colegas le restregaban la suerte que tenía por comer nada menos que en el Pardo. Un día, el pintor reunió a los colegas, abrió un pequeño paquete que traía y apareció una tortilla francesa chuchurría por los efectos del paso de las horas: "Esto es lo que me dan de comer en el Pardo", dijo el pintor, espantando así las muestras de envidia de sus compañeros.
Con el pan debajo del brazo
En 1944 termina la reforma de la ermita de San Isidro. Y para celebrarlo La Hermandad de Labradores repartió pan entre los necesitados. En las hemerotecas hay una foto de esa anciana que lleva dos hermosos panes que le han regalado los labradores. En octubre se celebran elecciones sindicales y según las fuentes oficiales, fueron a votar el 95 por ciento del censo laboral. Era lo normal en aquellos comicios. Los trabajadores temían que si no votaban podían perder el curro. ¡Ah! Y los resultados siempre se sabían de antemano.
También en junio, el día 6, hizo su primera salida en pruebas un nuevo modelo de tranvía con una línea más aerodinámica y con interior más confortable. Los viejos modelos estaban ya muy estropeados y había pintadas en los vagones. En un cartel que debía poner "Habilitado para 60 asientos", los bromistas les borraban la 'i', la 'e' y la 't'. Así quedaban 60 AS N OS'. Los nuevos modelos se habían construido en los Talleres de Tranvías de Granada.
En noviembre el arquitecto Prieto Moreno presenta el proyecto para la construcción del Estadio de la Juventud, pero ya hablaremos de él cuando se inaugure pomposamente en 1946. El apego que le tenía el gobernador civil, José María Fontana a Sierra Nevada (era un consumado esquiador), hizo que se implicara en la prolongación del tranvía entre Maitena y el Barranco de San Juan, cuyas obras se iniciaron en 1944. Eran 3,5 kilómetros y se iba a invertir un poco más de un millón y medio de pesetas. Fontana también anuncia que el ministro del ramo, Antonio Peña, se había comprometido con él a estudiar el proyecto que había hecho el ingeniero José Pérez Pozuelo de construir un teleférico desde el Barranco de San Juan hasta el Albergue. El teleférico tendría una capacidad para 40 personas y el viaje iba a durar 15 minutos. Por entonces no había asociaciones ecologistas que se opusieran a la iniciativa, pero había cambios de gobernadores y de ministros que pensaran que aquello era algo que debía esperar. Al final el proyecto del teleférico durmió el sueño de los justos en el mismo cajón en el que dormía el tren de Motril.
Pero el entusiasmo del gobernador civil José María Fontana por lo visto era inagotable. Inaccesible al desaliento, empieza a organizar unos campeonatos de España de esquí para el año siguiente, aun a sabiendas de las dificultades que de tal evento se derivarían debido a las restricciones de combustible para los vehículos. José Luis Entrala dice en su libro sobre Granada que antes de las limitaciones se consumían en la capital y provincia de Granada 320.000 litros de gasolina mensuales y que tras entrar en vigor la norma restrictiva sólo se consumía la cuarta parte. "Han dejado de circular 595 automóviles y motos particulares y solo 285, entre taxis y coches de médicos, circulan este mes por Granada". El mes era febrero.
El arquitecto y conservador de la Alhambra Prieto Moreno llevó ese año a todos los representantes de la ciudad a contemplar en todo se esplendor el aljibe del monumento nazarí, que había estado cerrado durante mucho tiempo. Dicen las crónicas de la época que los visitantes se quedaron impresionados al ver esta construcción que tiene una capacidad máxima de acumulación de unos 1.632 metros cúbicos de agua, siendo uno de los más grandes que se conservan en toda España. Se construyó alrededor del 1.600 con la intención de disponer de un gran depósito que no sólo fuera capaz de asegurar el suministro de la propia Alhambra sino de una buena parte de la ciudad.
El bautizo en la Casa de la Lona
El director general de Regiones Devastadas, José Moreno Torres, visitó la provincia y en Guadix inauguró el nuevo Cuartel de la Guardia Civil, el asilo de ancianos y el grupo escolar Padre Poveda. No faltaron el gobernador, el arquitecto Prieto Moreno y el NO-DO, como no podía ser menos. Ese año, el bautizo de una niña abandonada al nacer en el hospicio y prohijada después por un matrimonio humilde de la Casa de la Lona revistió caracteres de acontecimiento social sin precedentes en el Albaicín. El arzobispo fue el encargado de administrar el bautismo a la pequeña, que fue apadrinada por el alcalde Antonio Gallego Burín. Hubo una simpática fiesta en el patio del corral de vecinos en el que vivían casi 500 personas, Esa niña, si vive, será ya octogenaria. La Casa de la Lona se llamaba así porque durante bastante tiempo fue fabricado como fábrica de lonas para la navegación en el siglo XIX. El corral de vecinos fue derribado en 1970 y en estado absolutamente ruinoso, fruto de un largo y ruinoso abandono. Dice Juan Bustos en sus crónicas, que de haberse conservado adecuadamente con las mejoras pertinentes, "el patrimonio ambiental de la ciudad hubiera seguido disfrutando en nuestros días de una interesantísima construcción representativa de la arquitectura popular de una época".
Allí mismo, en el Albaicín, se inauguró ese año el cine Albayzín, en la plaza del Aliatar. Por dos reales se podían ver las películas en blanco y negro de la época y olvidar un poco las adversidades de la vida. El local sufrió un incendio en 1952 del que solo se salvó el proyector. Tomo prestados los datos de la crónica de Amanda Martínez que en su 'Te recuerdo' cuenta que el incendio fue provocado por un vecino borracho, cañero de profesión, que le metió fuego a su vivienda en un intento de quitarse la vida quemándose a lo bonzo. Los bomberos no pudieron reducir el fuego y tuvieron que pedir ayuda al servicio de extinción de incendios de la Fábrica de Pólvora porque el agua salía con poca presión y las bocas de riego estaban rotas. Total, que el cine quedó reducido a cenizas y el cañero ni siquiera pudo suicidarse porque se curó después de las heridas en el Hospital de San Juan de Dios. El Albayzín Cinema pudo abrir sus puestas diez años más tarde de mano de los empresarios del Isabel la Católica. Estuvo funcionando hasta 1970 en que el local fue adquirido por el Ayuntamiento.
La Semana Santa de ese año de 1944 ganaría mucho con la salida por primera vez de la Cofradía de Jesús de la Sentencia y María Santísima de las Maravillas. La cofradía aprobó los estatutos en febrero y las imágenes de José de Mora (la del Cristo) y Pedro de Mena (la de la Virgen) pudieron en abril salir de procesión. Una maravilla.
También 1944 será el año en el que nuestra poeta Elena Martín Vivaldi encuentre la voz interior precisa para escribir poemas como Eternidad: "Y porque junto al cielo de mi gozo/tuve el encanto cálido del ansia/y frente a tantas adversidades/florecerá serena mi sonrisa". La poeta cantaba así a la esperanza de salir indemne de aquellos tiempos, tiempos de aguja sobre un bastidor difícil, que diría Trina Mercader.
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