Granada grita "No a la reforma"

economía La protesta contra las medidas del Gobierno, un éxito de convocatoria

Casi diez mil personas secundan la manifestación, que transcurre sin incidencias · El PP y Rajoy son los blancos favoritos de los asistentes, muchos de los cuales reclaman a voz en grito una huelga general

Un asistente, caracterizado de Rajoy vestido de muerte y portando un 'Manual de esclavitud'.
Un asistente, caracterizado de Rajoy vestido de muerte y portando un 'Manual de esclavitud'.
Guillermo Ortega / Granada

20 de febrero 2012 - 01:00

El día probablemente no era el más adecuado para secundar una manifestación. Por un lado estaba lo del horario, un domingo a las once de la mañana, lo cual implicaba, si no madrugar, salir de las sábanas calentitas más pronto que cualquier domingo.

Por otro, el tiempo. Después de un par de semanas gélidas, resulta que el sol, ayer, estuvo más por la labor de calentar. Y no son pocos los que gustan de aprovechar esas circunstancias para coger el coche e irse por ahí a orearse un poco.

Y encima estaba el fútbol, un Granada-Real Sociedad a cara de perro, 22 jugadores con el cuchillo entre los dientes y luchando por quedarse en Primera. Un partido que, además, podía verse en muchos bares a cambio de una consumición.

Muchas tentaciones, para resumir. Pero ninguna de esas cosas impidió que la movilización convocada ayer por UGT y Comisiones Obreras contra la reforma laboral fuese un auténtico éxito de participación. Algunos organizadores hablaban de 15.000 asistentes, lo cual podría considerarse exagerado. Pero más creíble resulta esa cifra que la cicatera (5.000) que proporcionó la Policía Local. No se la creían ni ellos. De hecho, un par de agentes reconocieron, por supuesto extraoficialmente, que estaban convencidos de que allí habría entre 7.000 y 8.000 personas.

Eso último parece más razonable si se tiene en cuenta que mientras la cabecera ya había llegado al final del trayecto, la Plaza del Triunfo, todavía había gente subiendo por Reyes Católicos. Lo que quiere decir que la Gran Vía estaba ocupada por completo. Y eso es mucha gente, esa evidencia va a ser difícil de negar.

No fue la manifestación festiva que se acostumbra a hacer en fechas señaladas, tipo 1 de mayo. No había batucada (lo cual en cierto modo fue un alivio, porque tanto ruido después de un sábado por la noche no es lo que recomiendan los médicos) y sí muchísimas banderas de los sindicatos. En cuanto a las consignas, se corearon las de costumbre ("Obrero despedido, patrón colgao", por poner un ejemplo) pero también otras dirigidas especialmente al partido que ejerce el Gobierno ("Dónde están, no se ven, los niñatos del PP" o "Te va a votar, te va a votar, te va a votar tu p... madre") y contra el que lo preside.

Rajoy, pese a no acudir, fue de hecho el gran protagonista. En una pancarta se le veía empuñando una pistola y la leyenda "Manos arriba, esto es un contrato". En otra se convertía en Michael J. Fox en el cartel de una película rebautizada para la ocasión como Regreso al pasado. Y una tercera, realmente ingeniosa, pintaba a Lisa Simpson preguntándose lo siguiente: "Entonces, si el país va mal durante tres meses, ¿podemos bajar el sueldo a Rajoy o, si no, despedirle?"

Y sonó muchísimo (en la furgoneta que abría la marcha y también en grupos que lo cantaban) la versión del Resistiré del Dúo Dinámico que ha popularizado El Gran Wyoming. Se entonaba con simpatía, pero estaba claro que había un poso de amargura.

En el centro de la cabecera, Ricardo Flores (CCOO), Manuela Martínez (UGT) y Luis García Montero, el encargado de leer el manifiesto final, sostenían una pancarta en la que, bajo la leyenda principal ("No a la reforma laboral") se leían los tres principales argumentos en contra: "Injusta con los trabajadores, ineficaz para la economía, inútil para el empleo".

En primera línea, tres fantasmas reclamaban desde sus sábanas blancas "estabilidad laboral, salario digno y dignidad laboral". Acompañaban a un Rajoy vestido de muerte, con su guadaña y todo, que sostenía un Estatuto de los Trabajadores del Siglo XXI, subtitulado Manual de la esclavitud.

Más atrás, nutrida presencia de Izquierda Unida (que no se olvidaron de corear, por cierto, el lema-puya "Ahora sí le joe, la reforma al PSOE"), representación, también, de los propios socialistas, de formaciones políticas como Equo o Partido Andalucista (que reclamaba un Plan de Empleo Prioritario para Andalucía, o lo que es lo mismo, un Plan Pepa, que es lo mejor que podría traer el año del bicentenario), y de organizaciones sociales variopintas: de parados, consumidores y hasta jubilados.

También hubo sitio para posturas más radicales, organizaciones como Izquierda Anticapitalista que fueron las que con más ahínco solicitaron una huelga general (aunque Ricardo Flores, poco antes, les había pasado literalmente por la izquierda pronosticando más de una y más de dos) y, al final del todo, grupos anarquistas reivindicando "la lucha" como "único camino", gritando que "con esta reforma vamos de culo" mientras andaban de espaldas para dar más realce a la expresión, y conformes con la protesta pero no con quienes la convocaron. Prueba de ello, los cartelitos que llevaban algunos: "Cinco millones de parados y dos quietos", bajo las fotos de los líderes de UGT y Comisiones Obreras.

Y, como en toda manifestación, los hubo que anduvieron como por libre, con su propio cartel de elaboración casera. Llamaron la atención varios, pero por aquello de sintetizar habrá que quedarse con dos: uno que pedía a Rajoy que no confundiera a las personas con garbanzos, que es curioso pero no demasiado explícito, y otro, muy currado, que recordaba una cosa que escribió Martin Niemoler (y que se atribuyó a Bertold Bretch) cuando los nazis empezaron a hacer de las suyas. Ese que empezaba: "Primero vinieron a por los comunistas, pero yo no hablé porque no era comunista".

Reflexión final, aportada por el que lo portaba: "Se ha dado por seguro que lo escribió uno cuando era de otro pero el caso es que sigue teniendo vigencia".

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