Granada, la provincia más dulce
Va en su nombre el dulzor de una fruta; mucho le debe a la remolacha y la caña de azúcar. Se cumple el 150 Aniversario de la Azucarera del Guadalfeo, el último ingenio europeoMurió la azucarera Nuestra Señora del Pilar de Motril, como fueron muriendo tantas y tantas · Quedaba viva precisamente la más antigua, la fábrica Nuestra Señora del Rosario de Salobreña
Durante décadas supimos los granadinos endulzar las angustias con los pasteles de nuestras confiterías; algunas desaparecidas: Los Alpes, La Argentina, Manganell, La Campana. Otras, por ahí andan: El Sol, Alhambra y Bernina, López Mezquita, La Cruzada, Casa Isla, Flamboyant, Maritoñi o el Pasteles. Lleva la ciudad en su nombre el sabor de la granada. Pero la Patrona suena a angustia, dolor y muerte.
Murió la azucarera Nuestra Señora del Pilar de Motril, aquella que levantara el arquitecto Giménez Arévalo en 1882 y realizara su última molienda en 1984; como fueron muriendo tantas y tantas. Quedaba viva precisamente la más antigua, la fábrica Nuestra Señora del Rosario de Salobreña.
Este año de 2011 se ha cumplido el 150 aniversario de su fundación en 1861 por uno de los más grandes empresarios de nuestro siglo XIX, Joaquín Agrela. Se trajo de Inglaterra unos trapiches y se instaló en La Caleta de Salobreña; cerca de los campos de cañas y con fácil salida marítima. Con el cierre de la última fábrica de azúcar de Europa se pone fin a una cultura milenaria; como así se titula un librito conmemorativo editado por Páginas de Espuma.
Cultura milenaria, puesto que la caña la trajeron los árabes desde la India en el siglo IX, la mandamos a América y luego nos hizo la competencia desde Cuba y Puerto Rico. Perdimos estas colonias y vuelta a empezar. Las azucareras proliferan de nuevo en la desembocadura del Guadalfeo y del Guadalhorce, como la que levantaron los Larios en Torre del Mar.
Y encima, se suman las de remolacha azucarera en la Vega desde que la introduce López Rubio allá por 1882 con el ingenio de San Juan. En Granada, por falta de azúcar no sería, sin embargo yo recuerdo haberla comprado muy cara y hasta robársela a mi madre cuando la guardaba en terrones.
Mucho le debe Granada a la caña de azúcar. Todavía cierro los ojos y veo a todos esos cientos de monderos desplazados con sus familias y enseres, a lomos de borricos, en un curioso movimiento de inmigración interior desde las Alpujarras a la Costa para la dura faena de la zafra o recolección de la caña que solía durar desde abril a junio.
Faena penosa que comprendía la corta de la caña, la monda o limpieza y el acarreo a lomos de burros; y todo muy rápido para que la caña no perdiera sacarosa; y encima por caminos tortuosos. No hubo manera de introducir el ferrocarril y a estas alturas en eso estamos; encima los políticos gestores siguen cobrando todos los meses y nadie los suspende de empleo y sueldo in aeternum. Es curioso.
La larga vida de esta última azucarera granadina está llena de sonrisas y lágrimas. Debe su nombre Nuestra Señora del Rosario a que María del Rosario se llamaba la mujer de Joaquín Agrela. Continuaron la empresa sus hijos Valentín y Mariano (Conde de Agrela); y desde 1976 pasaría a llamarse Azucarera del Guadalfeo SA.
Desde las 200 toneladas de azúcar que empezó produciendo en 1862, llegó a 11.000 en 1999 pero con altibajos dramáticos: heladas, temporales que arrancaron el embarcadero, dificultades de transporte, problemas de mecanización de los campos de cultivo al ser minifundios, obsolescencia de la maquinaria, la Guerra Civil, reglamentos de la Comunidad Europea, el precio de la tierra urbanizable, el turismo…, en fin, que la última zafra se hizo en 2006 porque ya la empresa era insostenible; la producción bajó a 3.230 toneladas.
Dramático capítulo de nuestra industria azucarera en palabras del profesor Martín Rodríguez: "Después de ciento cincuenta años de mondas, acarreos, aperos, trapiches, fábricas y 145 zafras… desaparece Nuestra Señora del Rosario, la primera y última de las grandes fábricas cañero azucareras andaluzas". Tal vez la fabricación de ron resuelva el problema.
Cierran nuestras dulces fábricas tras amarga agonía. ¡Ay mi Granada, que tienes dulces tus granos y amargos los halos!
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