Granada, la provincia española que mejor aguanta el calor
Verano
Un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona coloca a la provincia a la cola en cuanto a ingresos hospitalarios relacionados con las altas temperaturas
La investigación incluye datos de más de 11 millones de ingresos hospitalarios entre los años 2006 y 2019
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Un estudio dado a conocer a las puertas de lo que promete ser un nuevo verano achicharrante coloca a Granada como la provincia española que mejor aguanta el calor. O donde al menos es más reducida la tasa de hospitalizaciones relacionadas con las altas temperaturas.
Se trata de una de las conclusiones de n equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona, centro impulsado por la Fundación La Caixa, y del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica (Inserm) de Francia. El informe realiza un análisis de los ingresos hospitalarios relacionados con las altas temperaturas estivales en España durante más de una década.
El estudio concluye por un lado que las causas de hospitalización en las que el calor tiene un impacto más notable son la obesidad, la insuficiencia renal, las infecciones urinarias, sepsis, las urolitiasis y las intoxicaciones. Por otro, apunta a que donde más ingresos hospitalarios a través de Urgencias se producen por calor es Zaragoza. Donde menos, Granada.
Y eso que aquí el calor aprieta. El pasado verano Granada fue una de las provincias donde más días se activaron los avisos por calor (amarillo, naranja y rojo) en toda España, 59 jornadas de alerta, sólo por detrás de Asturias con 65. Eso sí, en Granada hubo 21 días de nivel rojo (que implica el riesgo más alto), más que en ninguna otra provincia según el Plan Nacional de actuaciones preventivas de los efectos del exceso de temperaturas sobre la salud hecho público por el Ministerio de Sanidad.
La investigación del Instituto de Salud Global, publicada en Environmental Health Perspectives, incluyó datos de más de 11,2 millones de ingresos hospitalarios entre 2006 y 2019, señala el Instituto en un comunicado.
Esos datos se restringieron a los ingresos a través de los servicios de urgencias de 48 provincias de la España peninsular y las Islas Baleares y fueron proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística de España. Y si en Zaragoza el calor supuso un 16,6% de aumento de los ingresos hospitalarios, en Granada el porcentaje de aumento de la probabilidad de hospitalización en temperaturas estivales extremas en comparación con las temperaturas de confort es de apenas un 3,6%. A la cola de esta clasificación están prácticamente todas las provincias andaluzas, Cádiz (5,3%), Málaga (6,2%) o Jaén (6,3%).
El equipo también calculó los valores de las temperaturas medias diarias, la humedad relativa media diaria y las concentraciones de diferentes contaminantes atmosféricos (PM2,5, PM10, NO2 y O3). Con la ayuda de distintos modelos, estimaron las relaciones entre la temperatura y las distintas causas de hospitalización para la época estival (de junio a septiembre) y por provincias
El análisis estadístico mostró que las altas temperaturas tenían "un impacto generalizado en las hospitalizaciones por causas específicas". Aunque el calor aumentó el riesgo de hospitalización en todos los grupos de edad, menores de 1 año y mayores de 85 años fueron los grupos más vulnerables, con mayor riesgo de ingreso hospitalario.
También se encontraron diferencias por sexo, ya que en los días más calurosos los hombres mostraron un mayor riesgo de hospitalización por lesiones que las mujeres, mientras que éstas tuvieron un mayor riesgo de ingreso por enfermedades parasitarias, endocrinas y metabólicas, respiratorias o urinarias.
"Los mecanismos subyacentes por los que el calor desencadena resultados adversos para la salud siguen sin estar claros, pero parecen estar relacionados con la forma en que nuestro cuerpo regula su propia temperatura", afirma Hicham Achebak, investigador del Inserm y de ISGlobal y titular de una beca postdoctoral Marie Sklodowska-Curie de la Comisión Europea.
"En condiciones de estrés térmico, el organismo activa la vasodilatación cutánea y la producción de sudor para perder calor. Las reacciones subsiguientes pueden afectar a las personas de forma diferente en función de una serie de factores, como la edad, el sexo o las condiciones de salud preexistentes. Sabemos, por ejemplo, que las mujeres tienen un umbral de temperatura más alto a partir del cual se activan los mecanismos de sudoración y son más susceptibles a los efectos del calor", añade.
Obesidad y trastornos metabólicos
El grupo de enfermedades más afectadas por el calor fueron los trastornos metabólicos y la obesidad. El riesgo de ingreso hospitalario por este tipo de enfermedades en los días más calurosos casi se duplicó en comparación con los días de temperatura óptima o de confort. "Hay varias razones para explicar esto. Por ejemplo, en las personas con obesidad, las respuestas a la pérdida de calor funcionan con menos eficacia, ya que la grasa corporal actúa como aislante, lo que las hace más susceptibles a los trastornos por calor", afirma Hicham Achebak.
Humedad relativa, contaminación atmosférica y olas de calor
En cuanto a otras variables incluidas en el estudio, la humedad relativa no pareció desempeñar un papel relevante en la relación del calor con los ingresos hospitalarios urgentes, salvo en el caso del riesgo de bronquitis aguda y bronquiolitis, que fue mayor en los días con menor humedad relativa.
Además, los días de alta contaminación atmosférica parecían exacerbar el riesgo de hospitalización por calor en el caso de los trastornos metabólicos y la obesidad, así como de la diabetes, pero no en el resto de los resultados de salud.
"Observamos que los efectos añadidos de las olas de calor —o temperaturas extremadamente altas durante días consecutivos— eran pequeños y específicos para un subconjunto de enfermedades, principalmente enfermedades infecciosas no respiratorias, trastornos endocrinos y metabólicos o enfermedades del sistema nervioso, entre otras. Por esta razón, creemos que los actuales sistemas de alerta temprana de calor-salud deberían activarse no sólo durante las olas de calor, sino también durante temperaturas extremas no persistentes", afirma Joan Ballester Claramunt, investigador de ISGlobal y último autor del estudio en declaraciones recogidas en el comunicado.
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