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Carmen Pérez
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En Granada hay dos preguntas básicas que caracterizan a los turistas: ¿donde está la Alhambra? seguida de ¿cuál es el mejor sitio para ir de tapas? Cuestiones que esta semana están envueltas en una polémica pues la ciudad, bien conocida por los abundantes tentempiés que acompañan a las cañas está envuelta en una auténtica guerra.
La nota discordante sonó por primera vez el pasado lunes, cuando la Asociación de Bares y Restaurantes aseguró que los establecimientos de Granada viven con la soga al cuello como consecuencia de esta competencia brutal existente en el sector y caracterizada por unas tapas que a veces parecen raciones, eso sí, de una calidad precaria. Así, tal y como dijo el pasado lunes el presidente de esta asociación, Juan Luis Álvarez, y respaldó ayer Trinitario Betoret, existe la necesidad en Granada de "dignificar la tapa". Pero...¿De qué forma?
Algunos califican esta dignificación como cobro, aunque Betoret matizó ayer que en realidad, pagar por la tapa siempre se hace, pues en otras ciudades las bebidas son más baratas que en Granada, de ahí el plus. Sin embargo, para los empresarios de hostelería empieza a ser insostenible mantener la calidad con la guerra de tamaños, pues según Betoret competir así es imposible.
Un hecho que comparten los empresarios del Centro de la capital, que afirman que Granada ha exportado una idea a los turistas de "con dos tapas comes", que luego no es así. "Las compañías que organizan las despedidas de soltero, por ejemplo, les dicen a sus contratantes que en Granada con dos bebidas con tapa se come. De esta forma consiguen que la gente venga exigiendo esto sin pensar si es así o no", explica en este sentido Gerardo García, del bar restaurante Las Copas, situado en la calle Navas. Todos los entrevistados afirman que la tapa debe ser un detalle para el cliente, una pequeña parte de lo que pueden tomar en el restaurante de una amplia carta, pues de lo contrario las mesas de los salones permanecerán por siempre vacías.
Arroz, migas, hamburguesas de pequeño tamaño, o pescados son algunas de las tapas que estos bares ofrecen a sus comensales, a los que invitan a tomar raciones o menús de mayor tamaño, no siempre con demasiado éxito.
En esto juega un papel fundamental la manida crisis económica, que ha dejado a media España con los bolsillos vacíos, lo que sin duda también ha cambiado los hábitos de consumo. "Si antes venían a comer toda la familia, ahora se sientan y se toman varias bebidas, quizás un par de raciones y se marchan", explica Javier Navarro, del Bib-Rambla Gran Café.
No obstante todos coinciden en que implantar otros hábitos sería difícil, por que además de ser una ciudad muy turística, Granada tiene una especial atracción por parte de los estudiantes que, dado su presupuesto, siempre van a preferir una tapa grandes antes que una delicatessen. En esto, ganan sin duda los establecimientos que se sitúan en zonas claramente universitarias como Pedro Antonio de Alarcón, Gonzalo Gallas, o Plaza Einstein, donde por dos euros, sí o sí, te ponen una enorme tapa y existe una alta competencia.
Mientras todo esto ocurre y de forma sigilosa en Granada se está expandiendo otro movimiento. Son las grandes franquicias como Cien Montaditos o Lizarrán este último, que cobra la bebida por un lado a bajo coste, mientras la tapa va aparte con pinchos fríos que se eligen de una pequeña cámara frigorífica. Y es que el precio de la bebida, a la hora de "dignificar" la tapa granadina plantea el primer escollo. ¿Cobrar aparte o todo incluido?
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