La HISTORIA se integra en el Metro
La estación Alcázar del Genil incluirá los restos de la alberca almohade de mayor tamaño e importancia de Andalucía
El arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas confesó ayer que le emocionan por igual las técnicas de ingeniería que se han aplicado en las obras del Metro en la estación del Alcázar del Genil que la capa de limo que se ha descubierto en el lugar de la época almohade en la base del albercón que aún sirve de elemento impermeabilizante. Este contraste de lo antiguo y de lo moderno son detalles que se mantendrán gracias a la integración de parte de este embalse que data del siglo XIII, "el de mayor tamaño e importancia de Andalucía". Costará 2,4 millones de euros y la solución final abarata la inversión en un millón de euros.
La Comisión Provincial de Patrimonio aprobó el jueves el proyecto de conservación, protección y puesta en valor de los restos arqueológicos de la alberca del Genil y su integración en la futura estación subterránea para el Metro. Ayer la Junta presentó la actuación, que pretende la conservación de los restos de la alberca manteniendo los muros perimetrales en su estado original mediante un sistema estructural de apeo.
En las áreas de acceso a la estación los muros serán cortados para la instalación de las escaleras, a partir de las cuales se realizará el acceso a la estructura arqueológica. "El proyecto equipara la valía de las dos ingenierías (la histórica y la contemporánea) en la confianza de que la contemporánea afirme el valor permanente del monumento. Los pilotajes permiten ver el terreno y la historia de este lugar", apuntó Jiménez Torrecillas.
Y la historia habla de la alberca de los jardines del Alcázar, una construcción ordenada por el rey almohade Al-Muntasir y datada por los historiadores por el año 1218. El estanque, que medía 121,4 por 28 metros hasta la década de los años treinta del siglo XX, se conserva a un 50% y recoge el sistema de riego ideado por la ingeniería almohade para abastecer a la Vega granadina. "Constituía un modelo de ciudad de cómo habitar la Vega, mientras que ahora asistimos a otro de comunicaciones". Otro de los usos, aunque más de carácter secundario, era para la celebración de naumaquias, batallas navales a escala real.
Lo que llega hasta hoy es justamente el tramo de albercón del Camino de Ronda que se salvó. Jiménez Torrecillas recordó que existe una carta del arquitecto granadino Francisco Prieto-Moreno en la que apostaba por mover el trazado de la avenida para preservar la estructura. No pudo ser hace varias décadas y el Camino de Ronda no se movió y pasó justo por encima, precisamente ese trozo es el que se ha mantenido, mientras que lo demás se perdió. "La oportunidad ha sido encontrar este hallazgo muy intacto porque el alfombramiento del asfalto ha preservado su estado. Es una pieza de calidad, bien conservada e históricamente muy valiosa".
Le sorprende que el área, aún siendo urbana, "se trató en el pasado desde una ideología muy paisajística y rural. Por eso no sólo es una intervención del subsuelo, sino que también ese contenido paisajista por el modelo de desarrollo de esta parte de la ciudad".
La estación comprende dos niveles subterráneos: el vestíbulo y el andén por donde discurren las vías. El albercón será una referencia en la perspectiva de los viajeros. Hay una luz cenital que penetra por la mediana de la carretera. "Es una penumbra acogedora en la que se preserva la atmósfera", puntualizó el arquitecto encargado. Los restos rodean las estancias. "Lo histórico y lo contemporáneo se muestran desnudos". A poco que se fijen los viajeros podrán comprobar el paso del tiempo en la piedra, en los pilotes y en los rellenos, como un testigo ahora destapado.
La construcción de una bóveda anclada a la estructura general de estampidores sobre la que repondrá la solera del albercón, la conservación de los restos y los muros han obligado a modificar ligeramente los accesos norte a la estación. También se ha tenido en cuenta la situación del Palacete con el cual se alinea por medio del bulevar. Los visitantes emergerán y su vista se topará con el palacio musulmán situado en la margen izquierda del río Genil.
El delegado provincial de Cultura, Pedro Benzal, informó que el siguiente paso es que se ultime el proyecto ejecutivo. La Comisión de Patrimonio dio luz verde al proyecto al entender que son válidas las soluciones de ingeniería y "queda a la espera de la definición de materiales, acabados e iluminación para la correcta ambientación e integración de los restos, condicionado en su caso a las consideraciones de tipo arqueológico".
El informe añade que la actuación quedará condicionada "a la realización de un minucioso control arqueológico de las acciones a desarrollar por la dirección de la Actividad Arqueológica del tramo de la obra. En especial, de las labores de apeo de los muros, documentación y topografía del pavimento de la alberca y su posterior retirada, excavaciones de las tierras que quedan en el interior de la alberca y posterior reposición de los suelos".
Las obras del Metro se toparon a mediados de 2010 con el muro occidental de la naumaquia del Alcázar del Genil y la actuación se frenó. El periodista Gabriel Pozo publicó en este medio un reportaje en el que apuntaba cómo las excavadoras chocaron con un muro de argamasa similar al calicanto (arena y cal grasa) de un metro y medio de altura por todo el ancho de la zanja del Metropolitano. Es un segmento del estanque almohade en forma de U casi perpendicular a la calle. Está situado a tres metros y medio bajo el Camino de Ronda. La porción del estanque tiene una anchura de 28 metros y está cortado por los pilotes de la propia obra.
El Alcázar del Genil , en sus momentos de esplendor, entre comienzos de los siglos XIII y XVI, lució una qubba y pabellones cercanos. Además, fue famoso por sus dos grandes estanques, uno circular y otro rectangular, enorme, que es el que interrumpe la línea del Metro.
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