De la calle San Juan de Letrán a la Facultad de Derecho: así han sido los incendios más importantes en Granada
Incendios
El ocurrido hace siete años en un bloque de pisos del barrio de los Pajaritos es el caso más grave de un bloque de viviendas calcinado por el fuego en la capital nazarí, pero no se parece en nada a lo ocurrido en Valencia
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En Granada, no se han producido incendios de la magnitud como el que se vivió este pasado jueves en el barrio valenciano de Campanar. Ningún incendio ha llegado a calcinar todo un bloque de viviendas de arriba a abajo hasta los cimientos, porque según valoraba el jefe de los Bomberos de Granada, Gustavo Molino, a este periódico, los bloques de pisos "están pensados para que los incendios se produzcan desde dentro hacia afuera, y que las viviendas contengan las llamas". En el caso de Valencia, los indicios apuntan a lo contrario, a que este se propagó desde el exterior hacia el interior. "Esto va casi contra natura", ha destacado.
Sin embargo, existen casos muy parecidos por magnitud y por despliegue de medios en la capital nazarí. Los más grandes fueron el incendio del Auditorio Manuel de Falla en 1986, cuando un extrabajador prendió fuego y destruyó toda la sala de conciertos sin daños personales; y el ocurrido en San Juan de Letrán hace apenas siete años, que sí tuvo una víctima mortal.
El caso del auditorio granadino fue de los más sonados, pues muchos recuerdan aquella noche del 11 de agosto de 1986 con angustia mirando hacia una colina de la Alhambra en llamas, sin saber si el fuego era en el monumento, en el Cármen de los Mártires, o en el propio auditorio. El autor del incendio había sido un conocido pirómano, antiguo trabajador del auditorio, que le metió fuego al sitio donde trabajaba porque lo habían despedido.
Su escenario y las principales salas de audición quedaron totalmente arrasados por las llamas, y el Ayuntamiento declaró oficialmente el incendio como “catástrofe pública”. El auditorio, que en ese momento pasaba por uno de los mejores de Europa en cuanto a calidad de audición, tenía un mecanismo automático contra incendios que se ponía en funcionamiento cuando detectaba en cualquier parte del edificio un ascenso de temperatura. Pero aquel día, no funcionó.
El más reciente, ocurrido en noviembre de 2017 en la calle San Juan de Letrán, puede ser el que más se asemeje al acontecido en Valencia hace unos días. Un hombre de 53 años que era cliente de un bufete de abogados ubicado en el edificio provocó con gasolina un incendio a las 05:14 horas del 25 de noviembre, "por desavenencias con los letrados". Las llamas afectaron a las siete plantas del edificio, un total de 25 viviendas. A consecuencia de las llamas, 32 personas resultaron afectadas por inhalación de humo con lesiones de diversa consideración y una mujer de 73 años vecina de la tercera planta falleció. Por un momento se pensó que podía haber sido un fallo eléctrico en el rellano el responsable de las llamas, y la Policía Nacional, que se hizo cargo de la investigación, incluso llegó a difundir por Internet las imágenes del autor de las llamas para localizarlo.
También se recuerda como de los más destacados otro incendio en el que fallecieron dos personas en enero 2004, en un edificio ocupado en la calle Lavadero de Zafra con las puertas y ventanas selladas. Cuatro okupas hicieron un fuego para calentarse, y las llamas se propagaron rápidamente por un colchón y la basura acumulada. Los otros dos consiguieron huir para no ser arrestados.
Incluso dos de los edificios patrimoniales con más solera de la ciudad también se han visto en algún momento golpeados por las llamas. La escena de la Facultad de Derecho, en pleno centro de Granada, ardiendo en una noche de septiembre de 2014 todavía se rememora en la ciudad, mientras que otros se acuerdan del incendio ocurrido el 21 de septiembre de 2000 en el Colegio Nuevo de la Abadía del
Sacromonte, que obligó a trasladar los más de 30.000 volúmenes de su valiosa biblioteca para ponerlos a salvo de las llamas.
El jefe de los Bomberos de Granada ha destacado que, en casos como estos, de incendios de grandes magnitudes, lo fundamental es la coordinación, e ir activando los protocolos y las formas de actuación en función de la gravedad. "Lo primero y fundamental sería movilizar todos los medios disponibles, e incluso convocar a los bomberos que estén de descanso para que acudan a trabajar", ha relatado.
"A partir de ahí, hay que analizar y coordinar para tratar de evacuar a los civiles y que los bomberos, que se juegan la vida, puedan hacer su trabajo de forma segura. Los edificios ya se construyen en base a una normativa, al código técnico, y este establece los requisitos. Todos los materiales tienen que cumplir con las especificaciones de resistencia al fuego", ha analizado Molino.
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