Insectos especialistas en alta montaña

Con enorme plasticidad ecológica y gran éxito evolutivo, los insectos han desarrollado sorprendentes estrategias para sobrevivir a más de 2.000 metros

Insectos especialistas en alta montaña
Ignacio Henares

21 de agosto 2015 - 01:00

LA vida es 'muy dura' en la alta montaña y sólo los especialistas han conseguido superar las condiciones hostiles de las cumbres nevadenses. Las especies de insectos que viven por encima de los 2.000 metros han de soportar unas temperaturas extremas, bajísimas en invierno, con muchas jornadas en números rojos, con el termómetro siempre por debajo del cero, y por el contrario muy elevadas en verano ya que el suelo puede alcanzar en las jornadas soleadas del estío hasta los 60 grados cuando la temperatura ambiental se sitúa en torno a los 30. A ello hay que añadirle la gran diferencia entre las temperaturas diurnas y nocturnas en una misma jornada.

Otras condiciones meteorológicas se suman a estas adversidades de las temperaturas como son los vientos fuertes y frecuentes, la escasa pluviosidad entre primavera y otoño, la humedad relativa muy baja, o la alta insolación, con niveles por encima de lo normal de radiaciones ultravioletas e infrarrojas.

Un grupo tan amplio como los insectos, con una enorme plasticidad ecológica y con un gran éxito evolutivo, tiene muchos representantes capaces de vivir en zonas muy elevadas que han desarrollado diferentes estrategias para adaptarse a estas difíciles condiciones y para poder vivir en estos lugares con una vegetación también especialmente adaptada a todos estos contratiempos.

MÚLTIPLES ESTRATEGIAS

Los insectos que han conseguido sobrevivir en la alta montaña, han desarrollado diferentes respuestas tanto morfológicas como fisiológicas y han adaptado su comportamiento y ciclos biológicos a estos especiales ecosistemas.

Melanismo. Muchas especies, singularmente entre los escarabajos, tienen tonos oscuros y negros. Esta adaptación les permite 'activarse" muy rápidamente con los primeros rayos de sol; al estar activos durante el mayor tiempo posible se evita la depredación por otros animales y se incrementa el tiempo disponible para alimentarse.

Apterismo. La ausencia total de alas o tenerlas muy reducidas supone otra adaptación importante para los insectos. Ello se explica porque los ecosistemas de la alta montaña tienen unas dimensiones reducidas por lo que las alas no suponen una ventaja competitiva para desplazarse en estos lugares con climas áridos y ventosos. Tampoco son necesarias para huir de los enemigos pues son muy reducidos y es mucho más fácil utilizar el mimetismo o encontrar refugio en las piedras o en el matorral espinoso.

Mimetismo. Entre los ortópteros y algunos lepidópteros (especialmente con las alas plegadas), entre otras especies, encontramos una adaptación a los colores y a las formas del medio para pasar desapercibidos de sus depredadores.

Otra de las características más visibles es la adopción de formas más gruesas, redondeadas, que sirve para aminorar la pérdida de calor y facilita el mantenimiento del metabolismo interno. Cuando las temperaturas descienden estas especies buscan refugio penetrando bajo tierra. Las piedras, el suelo e incluso la nieve con el efecto iglú hacen que el microhábitat de estos insectos se mantenga con temperaturas por encima de 0 grados, evitando su congelación y permitiendo el estado de letargo hasta la llegada de la primavera.

Pero sin duda la adaptación más importante la encontramos en los ciclos biológicos para aprovechar los cortos periodos vegetativos; para completarlos algunas especies tardan varios años.

EXTRAORDINARIA BIODIVERSIDAD

Sierra Nevada es un punto caliente de diversidad biológica en el contexto europeo también para la entomofauna. Hasta ahora se han contabilizado cerca de 3.800 especies de insectos en Sierra Nevada, pertenecientes a 110 grupos diferentes, de las cuales 143 son endémicas, exclusivas de Sierra Nevada. De los 215 taxones amenazados que recoge el Libro Rojo de los Invertebrados de Andalucía, en Sierra Nevada se encuentra medio centenar de especies.

Los diferentes grupos de escarabajos con 1.300 especies clasificadas, son el orden de insectos más diversificado en Sierra Nevada, coincidiendo dicho predominio con los datos conocidos a escala nacional y global. Le siguen en importancia numérica los dípteros (moscas y mosquitos) y las mariposas, mientras que los dipluros (que incluye un conjunto de organismos ciegos, despigmentados y carentes de alas) es el grupo que menos especies aporta. En cuanto al número de endemismos, son los escarabajos, seguido de los dípteros e himenópteros (abejas, avispas y hormigas), los que cuentan con valores más elevados. (Más información en Los insectos de Sierra Nevada, 200 años de historia. Ruano, F., Tierno de Figueroa, M., y Tinaut, A. 2013).

BIOINDICADORES DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Sierra Nevada es un espacio privilegiado para el seguimiento del cambio climático por su gradiente altitudinal y por su posición biogeográfica, (al sur del continente europeo y muy próxima al mar Mediterráneo. Los insectos son unos buenos indicadores de este fenómeno ya que a través de ellos podemos percibir con nitidez ciertos efectos del cambio climático. En el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada (http://wiki.obsnev.es) se cuenta con una red de puntos de muestreo y transectos de censo en los que se registran periódicamente los cambios en las poblaciones de mariposas y de otras especies de insectos como coleópteros, dermápteros y ortópteros asociadas a los pisos bioclimáticos superiores, el oro y el crioromediterráneo, por encima de los 2.000 metros de altitud.

Estas especies son testigos de los cambios en el ambiente y de alguna manera son vigilantes del clima, de los cambios en bosques, praderas y matorrales de Sierra Nevada. El seguimiento de las tendencias poblacionales y el conocimiento de la huella de la actividad humana sobre estas especies son muy útiles para adoptar las medidas de gestión adecuadas para minimizar el impacto y promover las medidas de adaptación necesarias.

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