¿Invernaderos en la Alpujarra?
Administraciones y colectivos sociales trabajan para lograr un modelo agrario en Sierra Nevada viable desde un punto de vista económico y paisajístico Un grupo de propietarios se moviliza para que les dejen usar cubiertas
La Alpujarra es su plato con huevo, chorizo, jamón, patatas, cebollas y pimientos. Pero esta comarca que se cobija debajo de Sierra Nevada es muchas cosas más, como sus excelsos paisajes marcados por las formas de cultivo que introdujeron los musulmanes y que todavía perviven. Un panorama de bancales labrados en las laderas, a donde el agua llega a través de sus acequias y que forman parte de los atractivos y las peculiaridades del lugar. No obstante, como pasa en todos los sitios, nunca llueve a gusto de todos y las leyes de protección del Espacio Natural de Sierra Nevada, que atañen a muchos pueblos de la Alpujarra Media, constituyen un punto de conflicto para agricultores y propietarios de tierras que solicitan más flexibilidad a la normativa de la Junta de Andalucía para poder asegurar sus cultivos. En concreto, el principal punto de controversia está en la utilización de mallas antigranizo, que los agricultores defienden como el mejor instrumento que tienen para salvar sus cosechas de temporales, pero que están prohibidas a partir de 900 metros de altitud en base al decreto de gestión de Sierra Nevada. Todo esto genera el clásico debate entre conservación y desarrollo para un territorio cuya gran fortaleza reside en su singularidad.
Estas infraestructuras agrícolas, que los propietarios denominan mallas antigranizo son desde un punto de vista técnico una suerte de invernaderos que no sólo rompen con la estética del paisaje alpujarreño sino también con las formas tradicionales de cultivo. Así lo explica Ignacio Henares, conservador del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, quien valora la importancia de "buscar el equilibrio entre conservación y desarrollo manteniendo la identidad cultural y actualizando ese equilibrio histórico entre el aprovechamiento de los recursos naturales y la conservación de la rica biodiversidad". En este sentido, señala poco eficaces esas cubiertas antigranizo porque "las precipitaciones no han cambiado mucho en los últimos años" y apuesta por la utilización de una malla puntual y limitada en el tiempo de protección sobre el cultivo ante una alerta específica por fenómeno climatológico adverso.
Es decir, la opción que se le está ofreciendo a los agricultores es la de unos sistemas que no estén todo el tiempo puestos, unas mallas que se desplieguen en función de las previsiones que marca la Agencia Estatal de Meteorología y no cuatro o cinco meses que es lo que algunos propietarios reclaman. La normativa actual de 2011 permite la instalación de estructuras desmontables de entutorado entre junio y septiembre siempre que se mimeticen con el entorno y estén por debajo de los 900 metros. Reglas que se han incumplido en reiteradas ocasiones, pues se han contabilizado durante estos años más de 60 expedientes sancionadores con las consiguientes multas económica para los infractores. Este grupo de agricultores es el que ha montado la Asociación de Propietarios y Agricultores del Parque Nacional y Natural de Sierra Nevada, quienes justifican la colocación de cubiertas para proteger sus productos.
El director del Parque Nacional de Sierra Nevada, Javier Fernández, muestra su satisfacción por los progresos que se están logrando en las comisiones participativas en busca de una agricultura sostenible desde un punto de vista económico, social, cultural y ambiental, que respete la normativa y la identidad paisajísticas y patrimonial del entorno donde se actúa. Estas reuniones de trabajo llevan tiempo realizándose "con una dinámica normal" en la que participan ayuntamientos, Universidad, asociaciones agrarias, ecologistas, la Agencia del Agua y responsables todas las administraciones competentes como las delegaciones de la Junta de Andalucía y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, ente del Gobierno central. El director reconoce que dentro de "los avances sustanciales" a los que se está llegando a través del esfuerzo conjunto caben "opiniones diversas" como la que piden un grupo de agricultores, aunque confía en que con el trabajo conjunto y con serenidad se alcanzarán acuerdos y resultados provechosos. "El objetivo es generar un modelo para hoy y para mañana", asegura Fernández sobre la necesidad de encontrar soluciones que no sean cortoplacistas ni incoherentes.
Entre los logros, el director del Parque Natural de Sierra Nevada ve muy positivo que se esté mejorando la situación de cobertura de seguros agrarios ante las inclemencias meteorológicas. De esta manera, a través de los mencionados consejos de participación se está aportando a los agricultores información sobre la línea de subvención a la contratación de seguros que promueve la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural. Además, se ha conseguido involucrar al Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (IFAPA) para desarrollar un programa formativo y de transferencia hacia el modelo sostenible que se pretende implantar. La acción del IFAPA se centrará en abordar temas como el uso eficiente del agua, las estructuras y protecciones de los cultivos, los seguros, los productos fertilizantes y fitosanitarios, el tratamiento de residuos y la comercialización, entre otros.
Esto es sólo un punto y seguido pues ya están programadas las siguientes comisiones del Consejo de Participación del Espacio Natural de Sierra Nevada a final de este mes y a principios de junio. Reuniones encaminadas a sacar el "valor añadido" de la Alpujarra a través de productos que identifiquen a la comarca. Según Henares, es un error que los agricultores de la comarca intenten hacerle competencia a la Costa en productividad con el monocultivo de tomate cherry, lo que además de propiciar el uso ilegal de cubiertas lleva a hacer un mal uso de los recursos hídricos. De hecho, los expertos garantizan que si se mantienen los usos tradicionales habrá agua suficiente para los cultivos.
El contrapunto a la agricultura intensiva que algunos propietarios proponen son proyectos como el de la recuperación de la patata copo de nieve, una variedad de entre cinco y diez centímetros de tamaño redondeado que se cultiva entre los 1.000 y los 2.000 metros de altitud y que está recibiendo un alto grado de aceptación entre los comerciantes locales por sus propiedades gastronómicas. Ésta como otras iniciativas se entiende como una opción más lógica de defender el acervo cultural y agrario de la Alpujarra más que el de 'plásticos' debajo de Sierra Nevada. Más aún si la comarca sigue en sus trece de alcanzar algún día la declaración de Patrimonio de la Humanidad.
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