José Luis Serrano, intelecto y pasión, autenticidad y coherencia

La noticia de su muerte, aunque esperada, nos llegó con la contundencia de un martillazo en el alma.

Andrés Cárdenas (Periodista Y Escritor)

30 de enero 2016 - 09:02

La noticia de la muerte de José Luis Serrano, aunque esperada desde hace días, nos llegó este viernes por la mañana con la contundencia de un martillazo en el alma. Llevábamos la tristeza instalada en el ánimo desde el pasado miércoles en que su mujer, Eva, nos dijo que José Luis estaba muy mal, que el cáncer le había llegado al hígado y que todo era cuestión de horas o de días. "De aquí ya no saldrá vivo", nos dijo en la sala de espera del Hospital de la Inmaculada, en donde estuvo ingresado.

Entonces a todos los que fuimos a verle nos recorrió una lombriz de desasosiego por el estómago. Nos miramos unos a otros en silencio, con rabia mantenida y con la sensación de que no era real lo que estaba pasando.

Somos un grupo de personas a las que nos une nuestro amor por los libros. De cuando en cuando nos reunimos en Casa Salvador para hablar de todo y de todos, para contarnos nuestras inquietudes y para ponernos al tanto de nuestras vidas. Sixto Sánchez dice que no somos escritores sino literatos porque nos gusta más la literatura que escribir. Hace un año y pico que nos dejó Juan Manuel García Marín, autor de 'Azafrán, un malagueño que acudía siempre a nuestras convocatorias porque le gustaba estar con nosotros y porque le gustaban las mollejas que ponen en el restaurante en el que nos reunimos. La llegada de José Luis siempre se hacía notar, enérgico, patoso, grandote, con la sonrisa del que tiene algo divertido que contarnos. La última vez que asistió a una de las tertulias lo vimos desmejorado, tanto que Paco el camarero de Casa Salvador, inocentemente y sin saber qué le pasaba, le soltó: "La política lo está dejando a usted en los huesos". José Luis llevaba solo unos meses en el Parlamento de Andalucía como diputado de Podemos y lo que Paco no sabía es que estaba tan demacrado por el tratamiento contra el cáncer de páncreas que le habían detectado. José Luis se le quedó mirando y le contestó: "La política y más cosas, Paco".

José Luis, generoso y risueño, era catalizador de muchas de las conversaciones. Transformaba una anécdota, un pequeño acontecimiento, una experiencia, el descubrimiento de una palabra, en un material de primera para un escritor. Su facilidad para dar los mensajes que quería era proverbial. Lo mismo que cuando escribía o presentaba un libro a un amigo. Tenía el don de saber juntar bien las palabras, que es una de las cualidades del oficio. Nunca olvidaremos su imagen, sentado y la cabeza gacha, como buscando en el mantel de la mesa esa idea que siempre le llegaba y que difundía con sonrisa zalamera y perspicaz, de las que perduran en la memoria. Semblante que cambiaba con facilidad cuando le indignaba un tema y ponía los ojos a cavilar para encontrar las palabras justas con la que calificar cualquier desaguisado. Los vimos muy ilusionado con el proyecto de Podemos, partido que lo había elegido para encabezar la lista en las pasadas elecciones autonómicas. Nos hablaba con pasión de los proyectos que tenía. Si como escritor se le juntaban el intelecto y la pasión, como político hay dos palabras que hoy están devaluadas pero que a él lo definían: autenticidad y coherencia.

Siempre con los de abajo, enemigo de la verticalidad jerárquica en las relaciones entre los hombres. Sus intervenciones que ha tenido en el Parlamento como portavoz de Podemos eran de diferente talante al que nos tienen acostumbrados los políticos. De otro nivel. Muy por encima de la media. Su corrección verbal y sus conocimientos legales (era catedrático de Filosofía del Derecho) desarmaban a sus contrarios. Amaba Granada y amaba Andalucía. En el último careo con la presidenta de la Junta, dijo algo que quedará para siempre en nuestra memoria: "Andalucía no es como las demás, sino como la que más". José Luis tú no eras sólo como los demás, sino como el que más.

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