José Miguel Barea: Observando, y gestionando, el cambio climático

Paisaje y paisanaje

Coordinador del Seguimiento de fauna en el Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada

Naturalista, investigador, divulgador y gestor ambiental

José Miguel Barea frente a las cumbres del Mulhacén y la Alcazaba una tarde de verano / I. H.
Ignacio Henares

13 de abril 2019 - 00:27

Granada/José Miguel Barea lleva ya casi 20 años trabajando para la administración ambiental andaluza, desarrollando proyectos con diferentes grupos de fauna, principalmente aves y mamíferos entre los vertebrados, y lepidópteros, odonatos, coleópteros y moluscos dulceacuícolas, entre los invertebrados.

En la actualidad trabaja en el Seguimiento del Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada como coordinador de los seguimientos de fauna. Su participación en el proyecto Life Adaptamed le ha introducido en el campo de la gestión adaptativa, formando parte del equipo multidisciplinar mixto entre gestores y científicos.

–Las montañas, son observatorios privilegiados del cambio climático...

–Efectivamente, por muchas razones. Las montañas acogen ecosistemas y comunidades especialmente sensibles al cambio climático. La atmósfera y la capa de ozono son finas, la radiación muy alta, las condiciones frías facilitan la condensación de compuestos semi-volátiles y la orografía ejerce un efecto barrera ante sustancias y microrganismos transportados a lo largo de largas distancias por las masas de aire. Las comunidades de organismos se encuentran especializadas a unas condiciones extremas.

–Y Sierra Nevada muy en especial…

–La situación biogeográfica, la paleohistoria de Sierra Nevada… la hacen muy especial y aquí encontramos una biodiversidad única en Europa y en el Mediterráneo, con más de 2.300 especies de plantas vasculares, más de 4.000 especies de insectos descritas, casi 300 especies de vertebrados… además con un elevado número de especies endémicas, joyas vivientes que no podemos dejar que se pierdan. Hemos de facilitar los procesos de adaptación para cuya implementación la gestión ya dispone de herramientas adecuadas.

En un muestreo de invertebrados / I. H.

–Se habla de los efectos del cambio climático en el Ártico, en islas remotas del Pacífico, pero el cambio climático también tiene efectos aquí y ahora.

–Totalmente de acuerdo, el cambio climático no es una cuestión con efectos sólo en regiones remotas del planeta. En Sierra Nevada los efectos ya se están observando y las consecuencias no son sólo ambientales, sobre la biodiversidad, también hay impactos socioeconómicos de gran calado. Por ejemplo, hemos comprobado en el marco del Observatorio de Cambio Global una subida de las temperaturas y una tendencia negativa de la cantidad de precipitaciones... Las condiciones en las lagunas de alta montaña, (ecosistemas únicos, extremadamente complejos y sensibles), han cambiado notablemente en las últimas décadas... Se han constatado efectos sobre la biodiversidad que involucran la aparición de nuevas especies y la rarificación de otras. Sin ir más lejos, el prestigioso diario británico The Guardian incluye a la 'niña de Sierra Nevada', una pequeña mariposa, entre las diez especies más amenazadas por el cambio climático del Planeta junto a otras especies icónicas como el pingüino de Adelaida o los corales que forman la famosa Gran Barrera.

–En el apartado de fauna ¿qué indicadores habéis seleccionado?

–Los insectos y las aves tienen un papel protagonista en nuestros seguimientos de fauna. Son grupos muy sensibles a los cambios ambientales, y se cuenta con multitud de valiosos datos históricos previos. Entre los insectos, destacamos el esfuerzo que se está haciendo en el seguimiento de mariposas diurnas, como uno de los grupos de bioindicadores que reúne mejores condiciones para trazar los cambios en el clima y en los usos del territorio. Aves y mariposas diurnas son además objeto de seguimiento a lo largo de multitud de puntos distribuidos por todo el Planeta, lo que confiere un enorme valor añadido, para comparar resultados y extraer conclusiones a gran escala.

Seguimiento de aves / Juan Enrique Gómez

–¿Qué le está ocurriendo a los pájaros en una montaña como la nuestra, al Sur de Europa?

–Las comunidades de aves de Sierra Nevada han cambiado mucho en las últimas décadas. Si comparamos las comunidades actuales con las de los 80, vemos una reducción en el número de individuos, la aparición de determinadas especies y el deterioro especialmente acentuado de las poblaciones de especies asociadas a la alta montaña. Por otro lado, el abandono de la agricultura y la ganadería junto a las políticas de conservación y el importante trabajo de gestión forestal ha facilitado la mejora del estado de los bosques de Sierra Nevada. Esta nueva situación podría estar favoreciendo a determinados grupos de aves en los que se ha detectado un incremento destacado durante este periodo. También estamos observando el hecho de que especies propias de zonas más bajas experimentaron cambios positivos en sus poblaciones, mientras que especies con preferencias por zonas elevadas mostraron tendencias negativas.

–¿Cuál es el 'estatus' de las poblaciones de rapaces en Sierra Nevada?

–Sierra Nevada cuenta con nutridas poblaciones de rapaces. La 'reina' de la Sierra es sin duda el águila real, con más de 20 parejas reproductoras. Prácticamente no hay valle en donde no encontremos territorios ocupados. La perdicera, por su parte, ocupa zonas menos elevadas con una población reproductora promedio de 11 territorios en la última década. En los últimos años, además, estamos asistiendo a la recolonización de dos especies de rapaces necrófagas, el buitre leonado y el quebrantahuesos. Hace unos años se veían pocos buitres sobrevolando Sierra Nevada, mientras que en la actualidad la presencia de esta especie se ha consolidado. No hay constancia de que se estén reproduciendo en Sierra Nevada, pero todo llegará... El 'quebranta' también es un morador habitual ahora, con presencia constante de varios individuos excepto en pleno invierno. Esta recuperación es el fruto del buen trabajo de los responsables del programa de reintroducción de esta especie con las crías y liberaciones que se llevan a cabo en las cercanas Sierras de Cazorla, Segura, las Villas y en la de Castril.

En la estación meteorológica de Cáñar / J. Enrique Gómez

–¿Qué le pasa a la chova piquirroja?

–Esta ave es emblemática de la montaña y su piar está inexorablemente unido a esa fabulosa sensación que experimentamos al asomarnos a un paisaje abrupto de montaña. El problema con esta especie no es otro que los cambios en los usos del suelo y la gestión actual de la agricultura que afectan a su alimento, los insectos. También la matorralización de los pastizales de alta montaña tiene efectos. Esta especie ha disminuido cerca de un 60% en España en diez años por lo que estamos preocupados y haciendo un seguimiento en colaboración con la Universidad de Granada.

–¿Cuál es el carnívoro más 'en peligro' en Sierra Nevada?

–El carnívoro más amenazado de Sierra Nevada es el gato montés. En realidad, las poblaciones de este felino han sufrido una regresión importantísima en toda la provincia de Granada en menos de dos décadas. Los motivos aún no están del todo claros. En Sierra Nevada, nuestro trabajo mediante seguimiento a través de trampeo fotográfico ha desvelado la presencia de unos 74 individuos. Las mejores poblaciones se mantienen en la orla forestal de la Sierra Nevada almeriense y en determinados puntos de las alpujarras granadinas. Urgen medidas para la conservación de esta especie que se está perdiendo de forma silenciosa.

–Y a las mariposas, ¿cómo les va?

–En el Observatorio de Cambio Global contamos con completos seguimientos de este grupo, en los que colabora una red de voluntarios, que han desvelado que cada vez hay menos mariposas en Sierra Nevada. Esta conclusión es extensiva a toda la superficie del Parque excepto para las zonas de cumbres en donde las poblaciones parecen estar creciendo. La explicación a este crecimiento en las zonas más elevadas hemos de buscarlo en que las cumbres se han convertido en un lugar más 'amigable' para las mariposas debido a la subida de temperaturas y la reducción de los periodos de innovación que está facilitando que algunas especies propias de zonas no tan altas 'pasen arriba' cada vez más tiempo y encuentren la 'ventana de oportunidades' que necesitan para tratar de completar sus ciclos vitales. Algo que hace unas décadas seguramente sería impensable. La reducción de las poblaciones de mariposas en zonas bajas se debe a la pérdida de usos tradicionales que está favoreciendo la escasez de hábitats en mosaico que favorecen la aparición de multitud de nichos ecológicos. Esto nos indica la importancia de conciliar en la montaña la conservación con el mantenimiento de las actividades tradicionales como la ganadería extensiva o una agricultura de montaña.

Exponente del 'nuevo naturalismo'

José Miguel Barea Azcón es de formación, licenciado en Ciencias Biológicas, especializado en Zoología, lo que venía a llamarse un “biólogo de bota”, de campo. De vocación, es uno de los nuevos grandes naturalistas, heredero de aquellos investigadores decimonónicos enciclopédicos de Historia Natural y de los grandes naturalistas del siglo XX como Félix Rodríguez de la Fuente, Valverde o Araujo. Lo mismo lo encuentras en un seminario internacional de seguimiento de mariposas diurnas, junto a los más importantes investigadores europeos, que inventariando pequeños moluscos de agua dulce o proponiendo ideas para la renaturalización del Río Genil por la ciudad y para eliminar las barreras que impiden el paso de la nutria hacia Sierra Nevada. José Miguel Barea es uno de los grandes naturalistas ‘modernos’. Como sus antecesores, es un biólogo 4X4, un ‘todo terreno’, que aunque especializado en fauna, tiene un conocimiento muy amplio en otras disciplinas y una curiosidad y una pasión eternamente juvenil por descubrir, por conocer. Su motivación y entusiasmo por emprender nuevos proyectos, por explorar ideas, por abrir nuevos campos de investigación, es digna de admiración y debiera ser una ‘enfermedad’ infecto-contagiosa. De casta le viene al galgo y él la heredó de sus padres y la comparte con su mujer y sus hijos pequeños.

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