Julián Granados, el cantante que buscaba a Lupita

Pasado con presente incluido

A finales de la década de los sesenta la canción de un granadino fue éxito de ventas en varios países

Fundó el grupo los Ángeles Azules y Los Buenos

En 1975 dejó la música y se dedicó a criar perros

Su hermano Paco fue guitarra solista de Fórmula V

Julián Granados, con una guitarra, en una imagen reciente
Julián Granados, con una guitarra, en una imagen reciente / Archivo

Granada/Julián Granados tiene una voz muy sonora y agradable por teléfono. También es agradable su trato y exquisitos son sus modales. A medida que avanza nuestra conversación compruebo que mi interlocutor es una persona interesante con la que puedes hablar, sin recelos y sin malentendidos de por medio, de los recovecos que tiene la vida. Enseguida entendemos lo que queremos el uno del otro a la vez que nos emplazamos a conocernos personalmente algún día.

Le explico que mi labor periodística ahora pasa por a rescatar a personas en la memoria de los demás y a que los granadinos que tengan la suficiente edad para ello se acuerden, en este caso, de que un paisano compuso una pegadiza canción que fue un éxito de ventas y una de las más escuchadas en todas las emisoras de radio a finales de los años sesenta del siglo pasado.

Portada del disco Lupita
Portada del disco Lupita / Archivo

Contaba la historia de un tipo que con una guitarra al hombro iba buscando a Lupita, camino de México, para declararle su amor. Y raro era el español de entonces que no se sabía estribillo y que la tarareaba a todas horas y sin venir a cuento. "Sí, aquello fue una pasada, algo con lo que no contaba", dice.

Julián Granados fue conocido mundialmente por esa canción, Lupita, pero cuando la compuso ya había sido uno de los primigenios creadores de Los Ángeles Azules (germen de Los Ángeles) aquí en Granada y había tocado en varios grupos como The Brisks o Los Buenos.

El gran éxito le vino cuando decidió cantar en solitario. Hizo bolos por medio mundo y su rostro con melena larga, tupé abundante y pilosas patillas de hacha, salía a menudo en las revistas de música y los programas de televisión. Un crítico musical de cierto prestigio llegó a llamarle el enfant terrible de la canción española. Se bebió la vida a toneles en aquellos años en que la música era la salida emocional de una generación que tenía avidez por cambiar el mundo y hacer lo que le viniera en gana.

La primera fotografía de Los Ángeles Azules
La primera fotografía de Los Ángeles Azules / Archivo

Dejó de cantar en los escenarios y de grabar discos en 1975 para dedicarse a una clínica veterinaria que abrió en un pueblo de la Sierra de Madrid. Aunque su pasión por la música nunca ha desaparecido y ahora tiene un estudio personal en el que graba melodías country. Me cuenta que hace mucho no viene por Granada, desde que murieron sus padres, y reconoce que tiene un poco abandonada a su patria chica, aunque nunca la olvida. Y si antes se bebía la vida a toneles, ahora se bebe la vida a chupitos, saboreando aquellas situaciones que le permiten ser feliz. Julián Granados encontró a Lupita, nosotros la seguimos buscando.

Con la oreja pegada a la radio

  • Nací el último día del año de 1947, pero me inscribieron el 1 de enero de 1948. Mi casa estaba situada en la calle San José Baja, paralela a la de San Antón, y que conduce, directamente, al barrio de Fígares. Mi padre, cuando era muy joven abrió una academia de enseñanza, para la que escogió el nombre de la patrona de Granada: Nuestra Señora de las Angustias. Allí se formaron bastantes granadinos. Al final dejó el cariño de muchos de sus antiguos alumnos. Yo soy el mayor de cuatro hermanos, tres varones y una chica, de los que quedamos tres al haber fallecido, muy joven, el segundo, Paco, que fue guitarra solista del grupo Fórmula V y de Doctor Pop. Un excelente guitarra, gran músico y mejor persona. Tirando de memoria, he llegado a pensar que tal vez el origen de mi pasión por la música esté en una armónica que le regalaron a mi hermano Paco, que ya de niño estaba enfermo del corazón. Él no le hizo mucho caso y yo me apoderé de ella. Y empecé a tocarla en reuniones, en campamentos… De la armónica pasé a la guitarra.
Con el cantante sueco Peter Holm y unas amigas
Con el cantante sueco Peter Holm y unas amigas / Archivo

Julián dice que recuerda una infancia feliz allí por el barrio de Fígares, jugando con amigos y sin ninguna preocupación que llevarse a su alma de niño con ansias de vivir y de comerse el mundo. Y recuerda que desde muy pequeño tenía casi siempre la oreja pegada a un receptor de radio escuchando canciones extranjeras. Y recuerda también que a su familia no le agradaba sobremanera que él se dedicara a la música porque tenía otras expectativas laborales para él.

  • Figúrate el disgusto de mi padre, al que su hijo mayor le había salido rana. Pero yo tenía inclinación por la música. Junto con Agustín Rodríguez formé un dúo con el que hacíamos nuestros pinitos en pasos del Ecuador, serenatas, reuniones... También formé parte de un trío: Los Celtas Cortos (risas)... Estudiando cuarto de bachiller en la Academia San Fernando vinieron miembros de la Tuna de Farmacia para invitarme a formar parte de ella. Recuerdo el ambiente, muy divertido, serenatas e, incluso, un viaje para actuar en Ceuta. Cuando formamos Los Ángeles Azules, que sería el embrión de lo que serían luego Los Ángeles, nos hicimos una fotografía. Todos muy jovencitos. Teníamos un buen amigo, de nuestra edad, que trabajaba como ayudante de escaparatista en el que era el comercio de ropa más importante de Granada. Estaba en pleno centro, en Puerta Real. Le dimos la foto y la colocó en el mejor de los escaparates. Nosotros nos paseábamos, ufanos, por delante, una y otra vez, escuchando los comentarios que hacían las niñas cuando se paraban a mirar la foto. Este amigo, y paisano, se llamaba Miguel Ríos.
En la boda de uno de sus hijastros
En la boda de uno de sus hijastros / Archivo

Abandona el hogar

Tenía Julián solo quince años cuando deja el hogar familiar y se traslada a Torremolinos para cantar con el grupo The Brisks, que eran naturales de Ceuta y que estaban actuando en el hotel Carihuela de dicha localidad. Con ellos graba en Barcelona 17 discos para el sello de la compañía Belter, más interesada en presentaciones en vivo que en sus propias grabaciones. Sus actuaciones por toda España, Marruecos, Portugal, Alemania –estuvieron en el histórico Star Club de Hamburgo– hacen que el grupo sea conocido y suene mucho en las emisoras de radio. Hacían un pop sencillo y divertido. Canciones como María Cristina y Pepe será papá se hicieron muy populares.

Después de rodar por medio mundo se marcha a Londres por el interés del beat-blues británico y atraído por la influencia que llegaba a esas tierras de la música americana. A su regreso, y tras contactar con músicos con la misma tendencia musical, forma el grupo Los Snobs, que hizo la música más avanzada del momento en España, según los críticos. Firman contrato discográfico con el sello Acción y pasan a denominarse Los Buenos. Para este sello la banda graba cuatro singles que, hoy en día, son buscados con afán por muchos coleccionistas.

  • Fue una época de tremenda ilusión. Hay que tener en cuenta que fueron los años del nacimiento de la música pop, no solo en España, sino a nivel mundial. Todo estaba por hacer y no fue, simplemente, un cambio musical, fue una revolución cultural, política, personal, de unas nuevas generaciones que cambiamos la sociedad establecida hasta entonces.

El grupo Los Buenos tiene un tiempo de vida muy corto y cada uno se marcha a buscar su propio camino. Es cuando Julián logra el éxito de su vida, una canción de corte mejicano que enseguida se pone el número uno en la lista de ventas.

  • En un momento dado, hacia el final de los años sesenta, apareció una corriente por la que los cantantes de grupos nos convertimos en solistas: Camilo, Mike Kennedy, Pablo Abraira, Tony Landa... Yo no fui una excepción en ese aspecto y junto con Alfonso Sáinz, saxofón y alma máter de Los Pekenikes, formé parte del primer sello discográfico independiente que hubo en España: Guitarra. Yo fui el primer lanzamiento del nuevo sello, distribuido por Movieplay. Para ese primer single, compusimos, Alfonso y yo, Lupita. Era una canción graciosa, sin pretensiones. Nuestra sorpresa fue que muy rápidamente se convirtió en un gran éxito, no solo en España sino en un montón de países. La cara B era la canción Donkey, que también fue un éxito, sobre todo en discotecas. Este fue un tema que compuse con la idea de haberlo grabado con mi grupo Los Buenos, pero que aproveché para mi primer disco como solista. O sea, que el nuevo sello nacía con buen pie.
En su estudio personal de música
En su estudio personal de música / Archivo

El nuevo sello discográfico le exige que cambie de estilo. Debía hacerse más meloso y menos radical. En ese tiempo y con la canción Soy feliz participa en un concurso para representar a España en el Festival de Eurovisión. No gana él, sino Julio Iglesias con la canción Gwendoline, pero logra más popularidad y fama. Viaja a Japón en el año 1972 para intervenir en Festival Mundial de Tokyo con su composición Sunday Morning. Allí consigue el Premio del Gran Jurado de la Crítica. A su regreso a España, presenta otro tema, Hosanna, en el Festival de la Paz en Valladolid y obtiene el primer premio y, también, el premio de la Crítica. En 1974 fue contratado por la disquera Marfer. Su carrera en solitario contiene once singles y un elepé. Más un sinnúmero de recopilatorio y cedés. En ese tiempo viaja por medio mundo, reside en diversos países y compone y produce canciones para cantantes conocidos. Hasta que decide dedicar su alma a otras emociones.

Criador de perros

Nuestra conversación fluye a la manera de dos colegas que se estén confesando las correrías por la vida. Yo sé, según he leído, que lo pasó mal en algunas casas discográficas y que se desilusionó con algunos compañeros, lo mismo que algunos compañeros se desilusionaron con él, pero de eso no habla. Ahí no entra, como alguien que encuentra en el discurrir del presente el antídoto contra el veneno del pasado.

  • Llegó un momento en el que me cansé, me aburrí, sin duda debido a haber empezado muy, muy joven. Y cuando se marcha la ilusión, lo mejor es dejar la actividad. En ese momento, y sin dejar la música (de puertas para adentro), me sumergí en el mundo de los perros, animales a los que amo. Fui criador, como hobby, de mastines españoles, schnauzers medianos y rottweilers. Influyó, también, que la que por entonces era mi mujer, era veterinaria de profesión.
En un festival de música country
En un festival de música country / Archivo

Julián tuvo un hijo, se divorció y se casó de nuevo, esta vez en Biarritz. Ahora tiene dos hijastros que dice que son estupendos y dos nietastros que son un encanto. Aunque su amor por la música, nunca se ha apagado del todo.

  • Te contaré que tengo otro tipo de actividades, por lo que no necesito, afortunadamente, de la música para vivir. Tengo lo que se llama en Estados Unidos mi home studio. No es un estudio comercial, es un buen estudio que utilizo para mis grabaciones y ensayos con el grupo que me acompaña, entre ellos mi hijo, Julián Granados junior, que toca la guitarra. Después de muchos años de estar apartado del mundo activo de la canción, he vuelto, para hacer la música que me apetece, que es la música country. Voy a hacer muy pocas actuaciones, teatros, casas de cultura o similares. De hecho, al saber que volvía al mundillo de la actuación en directo, he recibido propuestas para actuar en festejos y fiestas mayores, que, aun agradeciendo, declino sin remisión, ya que ni me apetece, ni lo necesito. Estoy preparando grabaciones de country music para Estados Unidos, que, como mercado, sí me interesa.
  • Julián, tienes que hacer como Miguel Ríos y volver a Granada.
  • Sí, es verdad. Tengo que volver. Cualquier día me da la vena.
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