Nueva polémica por la absorción de la Escuela Andaluza de Salud Pública ubicada en Granada
La propuesta del PP es fusionar la EASP y la Fundación Progreso y Salud, que pasarán a formar parte de un nuevo Instituto Andaluz de Salud y que por el momento tendrá su sede en la Consejería de Sevilla
Tras la imposición de un nuevo modo de gestión y control financiero en el Parque de las Ciencias de Granada, que ha provocado una oleada de protestas y críticas por lo que se considera un ataque contra la autonomía del centro cultural granadino, vuelve la polémica, esta vez con el foco puesto sobre la Escuela Andaluza de Salud Pública y otros organismos que llevan muchos años ubicados en Granada y que representan la vanguardia en investigación y formación en salud desde hace décadas.
La Junta propone la absorción de la actividad y gestión tanto de la Escuela de Salud Pública como de la Fundación Progreso y Salud por parte de un Instituto Andaluz de Salud que aglutine varios centros que hasta ahora gozaban de autonomía en su gestión y organigrama.
El Partido Popular andaluz ha propuesto que la Escuela de Salud Pública (EASP) pase a formar parte de una nueva entidad, dependiente de la Consejería de Salud, llamada Instituto Andaluz de Salud y que por el momento tendrá su sede en la Consejería de Salud, en Sevilla; salvo que el futuro Consejo Rector decida otra ubicación.
El grupo popular presentó el pasado día 30 de diciembre ante la Mesa del Parlamento de Andalucía una Proposición de Ley por la cual establece que este nuevo instituto no sólo fagocitaría a la EASP –con sede fundacional en Granada– si no que también fusionaría la Fundación Progreso y Salud, lo que daría lugar a este nuevo organismo público de investigación. Este último ente representa el futuro de la salud ya que a su vez aglutina a la fundación Fibao y a Iavante, centros punteros en investigación sanitaria de toda Andalucía.
Por otro lado, en el ámbito sobre todo de la formación, la absorción de la Escuela de Salud Pública dejaría a Granada sin su ente de referencia en Salud que cuenta con 34 años de historia y situaba a la ciudad como sede de la investigación y formación sanitarias con reconocimiento tanto nacional como internacional.
Tras el traspaso de competencias del Parque de las Ciencias, este sería el segundo de los movimientos de la actual Junta de Andalucía por el cual capitaliza funciones y autonomía de un organismo de genética granadina para que dependa de un ente superior. Todo ello bajo la incertidumbre ya que aún Salud no se ha pronunciado, de dónde radicará su sede.
Esta Proposición de Ley expone que con esta fusión se integrarán los medios materiales y humanos de la Secretaría General de Investigación de la Consejería de Salud y según el segundo capítulo de la norma, tanto la Escuela de Salud Pública como la Fundación Progreso y Salud quedarían extintos dado que la creación del Instituto de Salud comenzaría a andar con una organización a estrenar y “adaptada a las necesidades del nuevo ente”.
Este capítulo establece así que se crearán dos cuerpos específicos de funcionarios investigadores en materia de salud y donde se exigirá que la dirección del Instituto la obtenga una persona que reúna las condiciones para ser funcionario y tenga el título de Doctor o Doctora.
La noticia, dada por la parlamentaria andaluza del PSOE María José Sánchez Rubio, no tardó en recoger críticas. La primera de ellas vino por parte de Sánchez Rubio quien pedía a la Junta que explique los “verdaderos planes” de futuro sobre la Escuela de Salud Pública y que exponga cómo quedarían los ejes fundamentales del desarrollo del modelo productivo de Granada.
A este interrogante respondía de inmediato el delegado de la Junta de Andalucía en Granada, Pablo García, quien se mostró tajante cuando aseguraba que la EASP no será trasladada a Sevilla ni será cerrada, sino que pasará a ser integrada en “un órgano que aglutine a todos los órganos de los entes instrumentales que tiene la Consejería de Salud”.
García declaró que esta integración se llevará a cabo para que estos organismos “no estén deslavazados”, sino que todos se integren “dentro y coordinados por un Instituto Andaluz de la Salud que organice, controle y ayude a mejorar esa calidad”.
Ante las dudas de en quién recaerá la gestión y dirección del ente y de si la EASP perderá autonomía o funciones, también se pronunciaba Joan Carles March, quien fuera director de la Escuela hasta 2017 y actual profesor de la misma. El investigador y docente reclama en primer lugar más información sobre esta fusión, que se ha dibujado “sin la participación de ningún trabajador de la Escuela”.
Por otro lado, March sostiene que es necesario que “la Escuela tiene que estar en el futuro porque dejar de contar con una institución como esta sería perder un valor muy importante”.
El docente se refiere sobre todo a la pérdida del nombre de la Escuela, que al hacerlo y quedar aglutinada bajo otro ente perdería su identidad como órgano de referencia con más de 200.000 profesionales formados en ella así como colaboraciones internacionales como con la Organización Mundial de la Salud o nacionales, como es el propio Gobierno de España.
Sobre la fusión, March no se muestra del todo reticente, ya que señala que no tienen por qué ser negativas, lo que sí advierte es que el papel de la Escuela en Granada debería mantenerse.
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