Luis Portero y sus verdugos de ETA: la batalla del relato en tiempos de 'Patria'

20 años del asesinato del fiscal jefe de Andalucía

Los hijos de Igor Solana y Harriet Iragi, los terroristas que mataron al fiscal granadino hace dos décadas, son expuestos como símbolos a favor del acercamiento de presos

Luis Portero y sus verdugos de ETA: la batalla del relato en tiempos de 'Patria'
Igor Solana y Harriet Iragi en la Audiencia Nacional. / Efe

El 9 de octubre es una fecha crucial para los hermanos Portero de la Torre y para otras personas como los niños Garikoitz y Amaiur. Los acontecimientos de aquel día del año 2000 en un portal de la calle Rector Marín Ocete de Granada, cuando unos pistoleros de ETA asesinaron por sorpresa al fiscal jefe de Andalucía que volvía a su casa para comer, marcaron sus vidas de forma irreversible. Tienen en común el sufrimiento por la ausencia del padre, pero cualquier intento de comparación es imposible: unos son hijos de la víctima y otros descienden de los verdugos. Además, los últimos aún pueden escuchar su voz.

El vigésimo aniversario de aquella oleada de asesinatos del Comando Andalucía de ETA, que en pocos días acabó con las vidas del concejal malagueño José María Martín Carpena, del médico sevillano Antonio Muñoz Cariñanos y del fiscal Luis Portero, en Granada, ha llegado en un momento en el que la batalla ya no se libra con las armas sino con el relato. Así lo reconoce una de las víctimas, Daniel Portero, que estos días ha lamentado públicamente la humanización del entorno terrorista y la "justificación" de los crímenes que a su juicio se transmite con producciones cinematográficas y televisivas. El último y más popularizado ejemplo es Patria, serie recién estrenada por HBO.

La familia de Portero lamenta que se equipare el sufrimiento de víctimas y verdugos en películas y series actuales

El hijo de Luis Portero se fijó hace unos días en el cartel anunciador de la serie, en el que a partes iguales se divide la imagen para mostrar dos mundos, dos entornos familiares alejados, pero unidos por el sufrimiento. Para las víctimas de ETA, no es comparable el dolor y hay que discernir entre víctimas y verdugos. Pero el entorno de quienes sembraron este país de crímenes, encubridor y tapado durante décadas, es un mundo que aflora ahora, con su propio relato, en un momento clave para explicar a las nuevas generaciones qué fue ETA.

La historia del asesinato de Luis Portero en Granada también encierra experiencias por ambas caras de la moneda, como las de la serie basada en la novela de Fernando Aramburu. De un lado, el de la víctima, esta ciudad ha llorado y acompañado a la familia del fiscal asesinado. Cientos de miles de personas se echaron a la calle tras el atentado del año 2000 para mostrar su indignación y desde hace 20 años se recuerda la figura de este jurista, muerto a los 59 años a manos de dos pistoleros que llegaron de paso, simulando ser estudiantes, con el único objetivo de matar. Además de llevarse la vida de esa víctima que sus jefes habían marcado en rojo, los etarras dejaron en su céntrica calle un coche bomba cuya explosión podría haber tenido mayores consecuencias.

Tras el asesinato de Luis Portero, los terroristas dejaron un coche bomba en Granada
Tras el asesinato de Luis Portero, los terroristas dejaron un coche bomba en Granada

De estos dos miembros de ETA, Jon Igor Solana Matarranz y Harriet Iragi Gurrutxaga, ha trascendido que fueron detenidos por la Policía pocos días después en Sevilla, tras asesinar al médico militar Cariñanos en su propia consulta. Tuvo especial seguimiento mediático la espectacular persecución previa al arresto de ambos por las calles de la Macarena, el juicio en el que fueron condenados a 54 años de cárcel o la batalla legal posterior de la familia Portero por imputar también el crimen a los ideólogos e inductores del atentado. Algunos años más tarde, el dirigente de ETA Olarra Guridi también fue condenado por ordenar los atentados del Comando Andalucía.

Los hijos del terrorismo

Más allá de la crónica policial y judicial o de algunas novedades sobre el periplo carcelario de los condenados, ¿qué fue de los asesinos de Portero? Ambos han tenido hijos que viven en el País Vasco y tienen en común que sus familias los han expuesto públicamente como símbolos y ejemplo de los problemas que les acarrea la política de dispersión de presos de ETA. Los niños de la Mochila es el título de un documental de ETB (la televisión pública vasca) donde aparece el hijo de Igor Solana y Eider Pérez (también condenada por una acción de ETA). El abuelo del niño se quejaba en enero de este año, en otro programa de Radio Euskadi, que "quien paga son los familiares". El propio niño, de 12 años, explicaba al periodista su periplo habitual en autobús para ir a ver a sus padres a la prisión de Algeciras.

Captura del documental del ETB sobre los hijos de condenados de ETA
Captura del documental del ETB sobre los hijos de condenados de ETA / ETB

Junto a sus dos abuelos maternos, el menor se sube el viernes por la tarde en un autobús especial que lleva a familiares de presos a distintos puntos de España. Llega a la cárcel de Botafuegos el sábado, para pasar un máximo de hora y media con sus padres, y emprende el viaje de vuelta para estar el domingo en casa, en un pueblo del País Vasco. Se quejan de la dureza del viaje, del coste económico y del riesgo de estar en la carretera. Y la imagen del hijo del asesino de Luis Portero es uno de sus emblemas.

Este niño es en realidad granadino, porque nació en 2008 en el Hospital Materno Infantil de esta ciudad, el lugar donde su padre sembró el terror ocho años antes y dejó a otros cuatro jóvenes huérfanos. Sus padres iniciaron la relación y lo concibieron durante los años que pasaron en la prisión de Albolote. El recién nacido fue inscrito en el Registro Civil de Granada por su propia madre, que fue escoltada hasta la sede judicial para hacer el trámite, lo que provocó las protestas de la familia Portero porque consideraba que era un trato especial prestado a esta reclusa.

Una vez que el hijo de estos dos condenados de ETA pasó a vivir fuera de la cárcel, con sus abuelos, comenzó la etapa en la que tiene que viajar para ver a sus padres. En 2015, Igor Solana pidió voluntariamente el traslado a la prisión más alejada del País Vasco, la de Algeciras, porque en ella estaba su pareja y de este modo el hijo en común solo tendría que desplazarse hasta una prisión para hacer un vis a vis familiar.

Otro símbolo de ese mismo relato es la hija de Harriet Iragi, que tiene 17 años y sí cuenta con su madre fuera de la cárcel. Maider Viso, la pareja del otro asesino de Luis Portero, es portavoz de la plataforma de familiares de presos Etxerat. En entrevistas, documentales de televisión y actos públicos ha aireado de forma reiterada el sufrimiento de su hija por tener que hacer desde niña largos trayectos en autobús (Iragi está en Castellón) para ver a su padre. Además, su entorno denuncia que el preso ha estado muchos años en aislamiento y que las visitas de su hija eran siempre a través de barrotes.

Es el relato de otro sufrimiento, el de los hijos y familiares de aquellos hombres que hace 20 años, pistola en mano y de forma voluntaria, viajaron a Andalucía para quitar vidas y sembrar el dolor. Aunque también salpicó a los suyos y a los que estaban aún por nacer.

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