Mariano Fortuny era granadino
Mariano Fortuny y Madrazo, el Mago de Venecia, calificado por Marcel Proust como el Leonardo del siglo XX nació en 1871 aunque marchó pronto a París para luego asentarse definitivamente en VeneciaNació en el Realejo, fue diseñador de moda femenina, pintor y fotógrafo · Fundador de la Bienal de Venecia; a él se debe el nombre de la Pasarela Fortuny, creación de la Escuela de Arte de Granada
TAL día como hoy, el 3 de mayo de 1949 moría en Venecia un granadino poco conocido en su tierra natal, eclipsado tal vez por la fama de su padre, el gran pintor Mariano Fortuny y Carbó y por el no menos famoso apellido de su madre, Cecilia Madrazo, hija del también pintor Federico Madrazo.
Mariano Fortuny y Madrazo, el Mago de Venecia, calificado por Marcel Proust como el Leonardo del siglo XX, nació en Granada en 1871, aunque marchó pronto a París para luego asentarse definitivamente en Venecia, donde ubicó su taller de diseño, pintura, escultura y fotografía nada menos que en el palacio Pesaro degli Orfei, un precioso edificio gótico del siglo XV comprado por su padre en 1889.
La mansión había pertenecido a la noble familia de los Pesaro y fue después sede de la Accademia Filarmónica degli Orfei. Fue cedido en 1956 a la ciudad de Venecia por su viuda, Henrieta Negrín, con las telas y las colecciones de su marido incluidas. Luego sería utilizado como Museo Fortuny y sede de estudios y experiencias relacionadas con las artes audiovisuales y de diseño. Aquí fue donde nuestro paisano diseñó la famosa Cúpula Fortuny que se utiliza como teatro a cielo abierto en muchísimos escenarios.
Muy pocos granadinos conocen a este interesante personaje que nació en pleno Realejo, en una antigua casa morisca situada en la actual Plaza de Fortuny , que correteó como cualquier niño del barrio jugando con los greñúos del Campo del Príncipe y que acabó de Cónsul Honorario de España en Venecia.
Su afición al diseño, a la pintura y a los nuevos recursos electrónicos le viene de su estancia en París, cuando precisamente se ponía en marcha el nuevo invento de la iluminación por electricidad. En 1883 se inaugura en París el Teatro Eden con espectaculares bailes adornados con fantásticos juegos de luces, y fue todo aquello lo que movió a este granadino a dedicarse al estudio de la física, la óptica, la fotografía y la electricidad para luego realizar sus maquetas de teatros.
Precisamente fue Fortuny uno de los fundadores en 1895 de la Primera Exposición Internacional de Arte de Venecia, lo que luego sería la Bienal. Como diseñador le encargaron los bocetos de Tristán e Isolda de Wagner que se iba a representar en el Teatro de la Scala de Milán. Los estudios de luminotécnia que empleó con fantásticos juegos de luces directas e indirectas asombraron a los asistentes y su nombre empezó a alcanzar fama mundial.
Pero quizás lo que más asombró fue su creación de la llamada Cúpula Fortuny, consistente en un armazón de hierro en forma de esfera recubierto con telas impermeables sobre las cuales se puede reproducir el cielo abierto creando un ambiente de gran realismo. A partir de ahí una empresa ligada a la compañía AEG, la Beleuchtung System Fortuny, empezó a fabricar cúpulas de este tipo para los teatros alemanes.
Como diseñador de moda femenina trabajaba la seda, el terciopelo y el algodón con espectaculares colores conseguidos con fórmulas que nunca reveló; pero consiguió su gran fama a raíz de la presentación en Berlín 1907 del famoso chall Knossos, confeccionado en muselina decorada muy fina y tratada con un procedimiento especial de plisado y ondulado de la tela, inspirado en los vasos cretenses de Kamarés. Esta prenda, unida a la otra creación suya, la túnica Delphos, marcó la moda femenina de las primeras décadas del siglo XX al ser adoptada por las clases altas de la sociedad europea. A él se debe el nombre de esa Pasarela Fortuny creada para jóvenes diseñadores.
Mucho sabe de esto nuestra Escuela de Arte de la calle Gracia, organizadora de cada edición, que guarda, por cierto, una tela original del ilustre granadino.
Tal vez conozcamos más a su padre, el pintor de La Vicaría, pero no por eso deberíamos olvidar a su hijo Mariano, aunque sea por ser nuestro paisano.
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