Martínez fuset El hombre que pudo salvar a García Lorca
El 'Torquemada' y misterioso secretario personal de Franco fue amigo del poeta, quien incluso le dedicó uno de sus poemas Tras el suceso, el asesor jurídico dio el pésame a la familia por la muerte de Federico
MANO derecha de Franco, creador del aparato legal represor del régimen, encargado de la custodia de Carmen Polo y de Carmencita, el ubetense Lorenzo Martínez Fuset habría sido el único hombre con poder suficiente como para haber detenido el asesinato de su amigo Federico García Lorca. En agosto de 1936 se encontraba en Bayona, pero al conocer la noticia del crimen dio el pésame a la familia del poeta. "A Lorenzo Martínez Fuset, gran amigo y compañero", escribió Federico García Lorca en la dedicatoria de la sección 'Albaicín' del libro Impresiones y paisajes. Fueron amigos en los estudios de Derecho granadinos, una relación que se mantuvo gracias al interés de ambos por la poesía y de la que solo se han conservado algunas cartas de las que Martínez Fuset le enviara al poeta en aquellos años de juventud. Toda la correspondencia del poeta granadino al ubetense fue destruida o bien se encuentra desaparecida, según los herederos del jienense. La paradoja del destino llevó a este jurista militar a convertirse en confidente, valido, ayudante y persona del círculo más íntimo y cercano al general Francisco Franco.
Fue el investigador lorquiano Roger Tinnell quien publicó en la revista Stichomythia, en 2011, un artículo titulado 'Correspondencia inédita a Federico García Lorca desde la Comunidad Valenciana'. Las cartas ponen de manifiesto la relación de amistad entre el granadino y el jienense. Según Emilia Llanos, Martínez Fuset, "muy amigo de Federico, estudió en Granada y estaba en 1923 en Barcelona destinado de teniente jurídico». En una carta inédita, del 23 de julio de 1923, Emilia Llanos le escribió a Lorca: "Veremos si se organiza alguna lectura de sus poesías: cuando vuelva Lorenzo de Valencia hablaremos con él de esta idea y trabajaremos porque sepan los catalanes qué cosas se crían en Graná". Según el investigador lorquiano Ian Gibson el poeta era un habitual en la casa de Martínez, a donde acudía a menudo a tocar el piano. Aquella relación también tuvo su reflejo en la reseña que el ubetense escribiera en la revista Letras y figuras sobre el primer libro de su amigo Federico.
Seguir la pista y reconstruir la biografía de este personaje supuso una enorme dificultad incluso a personas como el periodista Ramón Garriga, autor de Los validos de Franco (Ed. Planeta), que fue testigo presencial de los comienzos del régimen franquista. Garriga señaló las dificultades para investigar a un personaje que siempre "se movió en la sombra". Reconoció que durante tres años fue detrás de la pista de Fuset, quien en la historia del franquismo "ocupa el primer lugar de eminencia gris de Franco".
Lorenzo Martínez Fuset nació el 23 de noviembre de 1899 en Úbeda. Parte de sus estudios los cursó en Granada, ciudad en la que entabló relación con el joven García Lorca. Ingresó en el cuerpo jurídico militar en 1921 y fue destinado a Santa Cruz de Tenerife donde se casó con Ángeles Pérez González de Mesa, hija de Benito Pérez Armas. Su primer destino como 'jurista' militar fue Melilla y posteriormente, siempre según el expediente oficial, fue destinado a Barcelona, donde permaneció hasta 1924. De Barcelona regresó a Canarias, donde actuó como asesor y censor de prensa, hasta finales de octubre de 1925. De baja por enfermedad, recuperaría su salud en balnearios de la península durante varios meses. Pasó a situación de supernumerario sin sueldo, permaneciendo en este estado hasta finales de febrero de 1927, para ingresar en el servicio activo nuevamente a Canarias.
La presencia de un apartado general Franco en Canarias, debido a sus conspiraciones contra la República, supuso para el jurista un cambio en su existencia. Para combatir la impopularidad que en la isla reinaba contra su persona, el general mermó sus apariciones en público. Diariamente jugaban una partida en el Club de Golf y acompañado de su mujer, no faltaba a ninguna de las fiestas que se celebraban en los centros de mayor relieve social como el casino y el club náutico. Esta agitada vida social permitió que el matrimonio Martínez Fuset intimara con los Franco. Martínez Fuset, debido a su condición de comandante jurídico en la Capitanía General, tenía acceso directo y contacto con los oficiales que formaban la 'guardia pretoriana' del comandante general. Además, Franco vio en Lorenzo Martínez Fuset a un asesor sobre asuntos jurídicos. A todo esto se le suma que el jienense contrajo matrimonio con la hija del prócer político de Canarias, el diputado Benito Pérez Armas. La confianza de Franco en el jurista fue en aumento hasta tal punto que estuvo al corriente de los pasos que se dieron en torno al general en los meses previos a la rebelión militar contra la República. Es en esas vísperas del alzamiento, en junio de 1936, cuando gana la plaza de notario con el número uno, ante un tribunal formado por conspicuos notarios. Su notaría estaba en la casa solariega de su suegro, que todavía hoy se conserva en la zona antigua de Santa Cruz de Tenerife.
Martínez Fuset fue el confidente de Franco durante el alzamiento y una de las pocas personas que supo ganarse la confianza de quien era reservado, astuto y desconfiado por naturaleza. Desde el gobierno militar de Tenerife fue el encargado de cursar las órdenes para la declaración del estado de guerra en las islas, una decisión que se comunicó telefónicamente a Ceuta, Tetuán y Melilla. Además cursó un telegrama a los jefes de división de la península, que constituye el primer documento que certifica la rebelión de Franco. La historia de lo acontecido a continuación es bien conocida. Franco saltó con el avión Dragón Rapide desde las Palmas a Tetuán y de ahí a la península en un viaje que le convirtió en dictador absoluto de España durante cuarenta años, después de alzarse con el poder por las armas en una incruenta guerra civil y su posterior represión. Tal era la amistad de Franco con Martínez Fuset que fue encargado de la custodia de Carmen Polo y su hija Carmencita, llamada familiarmente 'Nenuca', y de llevarlas a Francia, concretamente a Bayona, donde residía la 'gouvenante' de las hermanas Polo, 'madame' Claveri, hasta que se despejara la situación en España. Franco había acordado con el comandante del barco Uad Arcilla para que se refugiaran en esta nave de guerra hasta la llegada del barco alemán Wald, que desde Canarias les conduciría a Lisboa y luego a El Havre. En este puerto les estaría esperando el comandante Antonio Barroso, agregado militar de la embajada en París, quien en el mayor de los secretos las condujo hasta Bayona, a la casona de Claveri.
Martínez Fuset no volvió a encontrarse con Franco hasta el 26 de agosto de 1936, en el Palacio de los Golfines de Arriba, en Cáceres, la localidad en la que el militar rebelde estableció su cuartel general. En este marco Martínez Fuset inicia su labor como asesor jurídico de Franco y se convierte en uno de sus hombres de máxima confianza. La asesoría se amplió a las cuestiones políticas, porque el general entendía que el ubetense tenía un buen criterio para enjuiciar los temas civiles. Sería en estas fechas cuando recibe la noticia del asesinato de su amigo de juventud y compañero de versos Federico García Lorca. Desconocemos el momento concreto, pero Ángeles Martínez Pérez, hija de Martínez Fuset, recordó a Roger Tinnel en una conversación telefónica en marzo de 2010 que su padre visitó a la familia García Lorca para darle el pésame por la muerte de Federico. Martínez Fuset, una simple llamado suya, podría haber salvado al poeta, pero se encontraba en Bayona junto a Carmen y 'Nenuca' en una misión de suma importancia. Fue el encargado de redactar los principales documentos jurídicos de la gestación del régimen franquista, pero también fue el instrumento que Franco utilizó para el tema de la represión, aplicada sin piedad por los generales golpistas. Hasta que no se hizo cargo Martínez Fuset de la Asesoría Jurídica del Cuartel General del Generalísimo en Salamanca, cada general aplicaba la justicia a su modo mientras que se permitía en muchos casos que los falangistas y elementos incontrolados (quizá los promotores de la muerte del poeta) continuasen practicando los asesinatos que se definían como 'paseos'. Para acabar con este 'caos sangriento', Martínez Fuset cambió el procedimiento para quizá evitar casos como el de su amigo García Lorca, que alcanzó la condena internacional. Lo que se pretendía en definitiva era tener una 'justificación legal' de los crímenes. Tras las matanzas de Málaga, Franco cursó una orden de que no se cumpliera ninguna pena capital sin que se le sometiera el veredicto directamente a él. El general ya había dado un primer discurso como jefe de gobierno, que fue escrito por Martínez Fuset, y ya tenía plenos poderes. A partir de mediados de marzo de 1937 todas las sentencias de muerte pasaron por las manos de Francisco Franco, quien examinaba los documentos. Fuset leía al generalísimo las justificaciones de las sentencias y los informes. Franco tenía en sus manos dos lápices, uno de color rojo y otro azul. Con el rojo trazaba una 'E', que significaba que se daba por 'enterado' del veredicto dictado y que no se oponía a su ejecución; con el azul escribía una 'C', que quería decir que se conmutaba la pena impuesta por una inferior. Cuando la 'E' se refería a un caso especialmente grave, como un acusado de crímenes masivos, violaciones y asesinato de sacerdotes, se le añadía un "garrote y prensa", para dar difusión a la ejecución. En este repaso de sentencias, Martínez Fuset se mantenía en pie junto al general a fin de facilitarle cualquier otra explicación o comentario que solicitara.
De haber llegado un supuesto expediente de un tal Federico García Lorca, ¿cómo habría reaccionado? Quizá se le hubiera dado la 'C' en vez del 'enterrado', que es como se le decía vulgarmente a la fatídica rúbrica del general. Aunque, según los testimonios, a Franco no le cabía la menor duda con masones y marxistas, quienes tenían asegurada la 'E', pero paradójicamente corrían mejor suerte los anarquistas, muy respetados por el caudillo. La llegada de Suñer, el 'cuñadísimo', en quien Franco vio al constructor de su nueva 'España imperial', sesgó cualquier ambición política de Martínez Fuset, quien detestaba a los falangistas al no creer en la 'revolución nacionalsindicalista'. A mediados de los años cuarenta regresa a Canarias, pero siempre se mantuvo 'al servicio del caudillo'. En 1950 fue llamado a El Pardo, pero finalmente no llegó a sustituir a Carrero Blanco en la presidencia y continuó su refugio canario. Se enriqueció desempeñando las presidencias o direcciones de los resortes del poder en Tenerife. A su muerte era consejero del Banco de España, de la caja de ahorros tinerfeña, de la Compañía Trasmediterránea, de la Comunidad Aguas del Norte y de Teleférico al Pico de Teide S. A.
En abril de 1961 voló a Madrid para pasar consulta en la clínica del doctor Jiménez Díaz por una afección pulmonar aguda. Nada más llegar se sintió mal y se retiró al Hotel Palace donde falleció a causa de un cáncer pulmonar. Pasó a la historia como el creador del aparato legal del régimen franquista, lo que le valió el sobrenombre del 'Torquemada de Franco'.
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