Miguel Botella: "No tengo esperanzas de que haya una momia en el sarcófago"

Arqueología

El catedrático de Antropología Física de la UGR explica que el plomo es un material que no conserva la musculatura por lo que cree que lo único que se podría encontrar dentro de la tumba es el esqueleto

Miguel Botella: "No tengo esperanzas de que haya una momia en el sarcófago"

Miguel Botella, catedrático de Antropología Física de la Universidad de Granada y uno de los mayores referentes a nivel internacional opina, a preguntas de este diario, que es casi imposible que dentro del sarcófago romano de Villamena pueda encontrarse una momia. "Momificado no va a aparecer eso es segurísimo porque el plomo no conserva la musculatura, si fuera de hierro sí lo haría", comenta Botella, que entiende que "allí se va a encontrar un esqueleto, más o menos bien conservado, con algunos elementos de ajuar" como algún ungüentario, o fíbulas.

Botella, que aún no ha visto el sarcófago en persona, aunque sí una compañera de su departamento, supone que para abrirlo y el estudio de los huesos contarán con él y su equipo de la UGR, o al menos con su laboratorio, porque es el único que hay aunque aún no lo confirma porque no han contactado con ellos.

La razón por la que el experto está a "un 90% seguro de que no va a parecer la momia", es que el plomo no conserva bien los huesos y además "aunque esté cerrado seguramente tendrá una pequeña rotura por lo que posiblemente la humedad haya estado allí". Espera, por supuesto que sí se conserve la momia aunque señala: "No tengo muchas esperanzas de que aquello esté muy bien, ojalá me equivoque".

De esos restos, relata Botella, se puede sacar muchísima información, en primer lugar el sexo y en segundo, la edad que tenía al morir, pasando por las enfermedades que padeció y "si hubiera suerte se podría ver la causa de la muerte". Incluso dice, se puede saber por el estudio de los dientes cuál fue la alimentación de esta persona hasta cinco años antes de fallecer.

El estudio de los restos puede durar hasta un mes, "una primera aproximación se puede hacer pronto, en 4 o 5 días" y después el estudio completo duraría algo más de un mes, por lo que "estaría terminado para el mes de agosto".

Aunque no se cuenta con encontrar la momia romana, "el ambiente de Granada es propicio para la conservación de cuerpos dado su sequedad", relata el catedrático que pone como ejemplo todos los cuerpos que se momifican en el cementerio. "La momificación es ni más ni menos que el cuerpo pierda líquido por lo que las bacterias no pueden penetrar y provocar la descomposición", además, insiste en que parece que el sitio donde estaba la tumba era muy húmedo.

Una vez abierto el sarcófago, el proceso empezaría por "hacer una visión general de los restos que haya, ver cómo están" y sobre el terreno lo primero que haría su equipo "será estudiar la edad y el sexo del sujeto y después habrá que llevarlo al laboratorio para someterlo a todas las pruebas".

Para conocer el sexo, explica, habría que remitirse al hueso del pubis, "que marca muy bien el sexo del sujeto y la edad también". "Con un fragmento de hueso de poco más de 2 centímetros podemos saber el sexo de una persona al 98%", sentencia Botella.

Si por algún azar del destino se hubiera conservado la momia supondría un paso clave en el estudio del iliberitano ya que "una momia siempre aporta infinidad de datos y si de verdad apareciera, solo ella ofrecería más información y más valiosa que todos los restos de esa época que han aparecido en toda Andalucía". "Hasta ahora solo se han encontrado huesos por lo que si los investigadores pudiera trabajar con huesos o piel, sería un privilegio, aunque seamos realistas".

En cuanto al valor histórico del hallazgo, el director del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR, Andrés Adroher, explica que al ser el primer sarcófago no expoliado encontrado en Granada, un caso único, “habría que valorar la cantidad de posibilidades que se abren ahora” aunque advierte de que hay que tratar la pieza con mucho cuidado a la hora de abrirlo y analizarlo para evitar “posibles destrucciones”.

Dice Adroher que el valor del contenido no solo estriba en los restos humanos sino también otros tipos de evidencias como el ajuar funerario o incluso tejidos, y elementos orgánicos madera. También habrá que recoger restos de la tierra de la zona del abdomen y de la cabeza porque ahí pueden quedar todavía restos de la propia persona o incluso de parásitos –exoesqueletos o huevos– que permitan identificar posibles enfermedades.

El profesor cuenta que los romanos tendían a hacer enterramientos comunes, por lo que un sarcófago aislado no tendría mucho sentido. “Eso nos acerca a la posibilidad de que haya una vía de acceso que lleve de la ciudad a la Vega”. En ese sentido, remarca, “eso daría una cantidad impresionante de información muy grande desde el punto de vista del urganismo de la ciudad”.

El investigador añade por otra parte que Granada está “muy mal” en cuanto al conocimiento de la Iliberis romana. “Es una pena porque a pesar de su antigüedad, no hay nada visitable en esta ciudad, salvo un depósito de agua ibérico en Álamo del Marqués”. La falta de información en cambio, no es por falta de hallazgos, si no “porque se ha publicado muy poco, se hace poca investigación”. Este problema lo achaca a que los arqueólogos suelen trabajar solamente de urgencia cuando aparecen restos en alguna obra, pero después de eso, no se continúa la investigación científica.

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