Visto y Oído
Broncano
Miguel José Hagerty, sobreviviente de mil batallas contra la enfermedad, falleció el sábado en un hospital de Granada. Hagerty, de 64 años, catedrático de Árabe de la Universidad de Granada, investigador, traductor y articulista desde su fundación de Granada Hoy, deja una obra cuajada de piezas relevantes. El oficio fúnebre se celebra hoy a las 10:15 en el cementerio de San José.
Hagerty fue el primer traductor de los libros plúmbeos del Sacromonte, que dieron origen a la invención de San Cecilio y a la leyenda de los mártires sacromontanos, y tradujo por primera vez en 1979 la poesía del último rey moro de Sevilla, Al-Mutamid, cuyos versos sirvieron a toda una generación para descubrir los vínculos medievales de la Andalucía actual. Su último artículo en Granada Hoy, que reproducimos más abajo, y que fue escrito horas antes de ingresar el pasado mes de agosto en el hospital, reproduce las preocupaciones éticas que inspiraron su trabajo: la lucha contra la segregación racial reproducida, ahora, en pleno siglo XXI, y representada en la expulsión de los gitanos decretada por el Gobierno de Sarkozy.
Hagerty fue un caso peculiar de agitador cultural de la Granada de los años setenta y ochenta. Nació en Chicago procedente de una familia irlandesa y aterrizó en Granada en los años setenta para estudiar árabe. Además de su labor como profesor de la universidad -fue alumno del fray Darío Cabanelas- mantuvo una estrecha relación con los sectores artísticos de una ciudad que despertaba desde el sopor franquista a los albores de una democracia interesada en la búsqueda de sus antepasados y en la reconstrucción de su historia.
Hagerty publicó en los años setenta dos títulos fundamentales en la Biblioteca de visionarios, heterodoxos y marginados de la Editorial Nacional: la traducción de los libros plúmbeos y Los cuervos de San Vicente, un interesantísima ensayo sobre los mozárabes. Ambos libros fueron reeditados en los últimos años por editorial Comares.
Otra de sus aportaciones impagables fue la traducción de la poesía de Al-Mutamid en 1979. El descubrimiento de la sensibilidad del rey sevillano, que ordenó sembrar de flores de almendro las orillas del Guadalquivir para que su amante, Rumaykiya, imaginara la ciudad nevada, causó una profunda impresión en una Andalucía que buscaba sus ancestros. Enrique Morente cantó los poemas traducidos genialmente por Hagerty. En 2006 revisó la versión inicial y reeditó la poesía completa en Comares.
Hagerty, a pesar de la salud delicada y de las secuelas de la enfermedad, mantuvo su actividad docente hasta el pasado mes de julio en que interrumpió sus visitas semanales a la facultad.
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