'Okupada' una vieja casa del Realejo para centro cultural
Llevaba años abandonada y sus nuevos habitantes quieren darle un uso social, pero no de ocio nocturno
Entre 30 y 40 personas ocuparon ayer una casa abandonada en el barrio del Realejo, a la que quieren dar un uso fundamentalmente cultural. El objetivo es instalar allí su nuevo centro social La fábrica de sueños, que hasta ahora estaba en otro edificio abandonado, en la calle Marqués de Falces, del que hace muy poco se marcharon.
La ocupación del bloque, de tres plantas y ubicado en la calle Damasqueros, se hizo de forma pacífica y como colofón a un pasacalles que hicieron por la mañana desde la plaza de San Agustín. Entraron en la casa y se pusieron a limpiarla, que falta le hacía porque llevaba bastantes años sin ser habitada.
"No hay instalación eléctrica ni tuberías. El suelo estaba lleno de palomas muertas", explicó uno de los portavoces del grupo, que añadió que antes de entrar se documentaron a fondo sobre el sitio en el que pensaban meterse. "Estuvimos en el Registro de la Propiedad y comprobamos que figura a nombre de una misma persona desde hace cincuenta años. No sabemos si es que habrá muerto y nadie se ha hecho cargo luego de la casa o qué habrá pasado, pero sí constatamos que la casa llevaba muchos años vacía y por eso decidimos meternos", contó.
Los vecinos, agregó, les han dado una bienvenida calurosa. "Muchos nos han dicho que están encantados con que nos quedemos si lo que queremos es darle un uso social y cultural. De hecho, alguno ya nos han asegurado que colaborarán en las actividades que organicemos".
En el nuevo centro social La fábrica de sueños va a haber talleres de títeres, malabares, teatro o cine. No funcionará, y eso lo quiso dejar claro el portavoz, como local de ocio nocturno. De hecho, las actividades culturales no se prolongarán más allá de las diez de la noche y en principio a esa hora se cerrarán las puertas de la casa. Los okupas dicen que no dormirán en ella.
"Lo que hacemos es un poco como respuesta a que nos tuviéramos que ir de Marqués de Falces", añadió el portavoz de los nuevos inquilinos del Realejo, que aclaró que aquello no fue un desalojo, sino que se llegó a un acuerdo con el propietario del edificio abandonado, según el cual ellos se marchaban y él retiraba la denuncia que puso el pasado noviembre, dos meses después de que se creara el centro social.
Los ocupantes esperan que esta vez no haya denuncia o que, por lo menos, les dejen más tiempo para trabajar. "Ahora estamos mejor asesorados y esperamos poder demostrar, llegado el caso, que es una casa que estaba en una situación de total abandono y que lo que hemos hecho ha sido mejorarla", finalizó.
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