Parque Nueva Granada, el vertedero de las promesas urbanísticas
Historia reciente de La Azulejera
El barrio de la Zona Norte convive con la basura desde hace años
La construcción de una nueva zona residencial debería de haber comenzado hace años
El Parque Nueva Granada es un barrio relativamente joven. La primera fase se realizó en 1977, con un bloque de edificios situado sobre la residencia de estudiantes Fernando de los Ríos. Allí se instalaron 60 familias entonces y hoy día la zona ya supera los 6.000 habitantes. Pero han de convivir con los escombros de solares abandonados desde hace décadas.
En el año 2008, la Junta de Andalucía, el Ayuntamiento y la ciudad (principales propietarios del suelo de La Azulejera) impulsaron una inversión millonaria para urbanizar el llamado Plan Parcial E2 de la ciudad, en Parque Nueva Granada. Se trata de un espacio con más de 279.000 metros cuadrados donde estaba prevista la construcción de unas 400 viviendas de protección oficial. Era uno de los grandes proyecto de VPO en la ciudad y el primer paso, la urbanización, arrancó justo al comienzo de la crisis, lo que provocó importantes trifulcas entre administraciones por el abono y el adeudo de su parte correspondiente.
En 2009 las inversiones públicas flaqueaban y las cifras comenzaron a variar, se hablaba de la construcción de 1.413 casas unifamiliares y pisos de los calificados como VPO, además de otras casi 300 más que serían de venta libre a precio normal de mercado. 25.000 metros estaban destinados a equipamientos docentes, colegios, además de otros 13.000 para usos deportivos públicos; otros 8.300 para usos sociales, 3.700 metros para construir un centro de salud.
Ese año comenzaron las obras, que incluso fueron visitadas por el exalcalde José Torres Hurtado, pues era un proyecto inmobiliario de gran importancia para la administración del momento. Se esperaba que los trabajos finalizaran en septiembre de 2010.
Año 2018. La Azulejera ya era un conjunto de calles urbanizadas, pero invadidas por la maleza y llenas de farolas sin cobre. Sirve como espacio de paseo para los habitantes del Parque Nueva Granada y Casería Montijo, no hay ni un ladrillo alzado. El Juzgado de Primera Instancia número 8 de Granada condena al Ayuntamiento a pagar 297.504 euros a la empresa Gijón Arquitectura S. L P., que reclamó el pago de una cantidad económica relativa al contrato de prestación de servicios de consultoría y asistencia en trabajos a la extinta Emuvysa (absorbida por el Ayuntamiento en 2014) para la construcción de las VPO en la Azulejera.
Las familias afectadas por la promoción de, finalmente, tan sólo 170 VPO decidieron no continuar con la reclamación de los alrededor de 240.000 euros que adelantaron en su día por estas casas, después de que el Ayuntamiento les devolviera aproximadamente una cuarta parte de ese dinero, correspondiente a las penalizaciones que hubieron de pagar en su día. Ese mismo año, una promotora activa la construcción de 600 viviendas en esta misma zona, una inversión de 97 millones. Fecha de inicio de la construcción: 2020.
En la actualidad, la situación de la antigua Azulejera es aún más desoladora. En la web de esa empresa ha desaparecido el Residencial La Alcazaba, nombre que se le ha dado al proyecto, los accesos a las carreteras de la zona residencial fantasma siguen abiertas. Bolsas de escombros, restos de tierra usada para el cultivo de cannabis, retretes, mobiliario, cristales y botellas de vidrio inundan la zona.
Poco sentido tiene la apertura de estas carreteras. Una reclamación histórica del barrio es la conexión con Casería Montijo, una apertura anunciada a bombo y platillo por Paco Cuenca cuando era alcalde, pero que en la práctica resultó la apertura de una vía de conexión entre Casería Montijo y las carreteras fantasma del fracasado proyecto, además, divididas por dos glorietas en la cabeza y pies del Parque Nueva Granada, una unión tan inexistente como los nuevos residenciales.
Estas carreteras y los espacios naturales colindantes han sido para los habitantes de la ciudad una vía de escape este año. Durante la desescalada los vecinos recorrían en masa estos caminos, una ruta habitual para pasear con mascotas, que tienen que esquivar los desechos del vertedero en el que han convertido su lugar de residencia, además de los desprendimientos de tierra o los agujeros en el suelo de un sistema eléctrico jamás implementado. Y para colmo, tampoco se libra la zona de los cortes de luz, tan habituales en el norte de la ciudad.
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