Paseo de ilustres por el bulevar
La comitiva municipal inaugura las nuevas esculturas de la Avenida de Constitución · El alcalde ejerce de maestro de ceremonias acompañado por representantes de las instituciones de la ciudad
Con los acordes de la Banda Municipal de Música para enfatizar el momento, el alcalde de Granada tiraba de la sábana roja que descubría la cabeza gigante del Gran Capitán. Cual David Copperfield, como si de un mago se tratara, Torres Hurtado descubrió ayer lo que cientos de transeúntes llevaban intentando averiguar desde primera hora de la mañana: qué ocultaban exactamente esa primera sábana y las otras diez que cubrían los enormes bultos de la Avenida la Constitución. Al igual que los grandes ilusionistas suelen llevar una pareja que los ayude en el escenario para hacer sus números de prestidigitación, el alcalde se rodeó de distintos acompañantes para revelar las diez esculturas y el banco que se habían instalado la madrugada del viernes al amparo de la oscuridad.
En el caso del Gran Capitán, el parteinaire fue el propio artista, Miguel Moreno. Las otras obras representan a Elena Martín Vivaldi, Federico García Lorca, Manuel Benítez Carrasco, Manuel de Falla, San Juan de la Cruz, Pedro Antonio de Alarcón, María la Canastera, Eugenia de Montijo y Frascuelo.
Pero hasta ese momento, la operación había transcurrido con nocturnidad y el máximo secreto. Algunos de los que paseaban por el bulevar por la mañana tenían referencias por la prensa de la instalación de las piezas que representaban a personajes ilustres de la historia de Granada pero para otros la sorpresa era mayúscula. El caso es que tanto los ilustrados como los desinformados, salvo excepciones con mucha prisa, reaccionaban igual: impulsados por la curiosidad se paraban, rodeaban el novedoso volumen e intentaban tirar de la esquina del trapo. Sin embargo ese era un privilegio del alcalde y un grupo de agentes de la Policía Local se encargaron de que hasta diesen a las 17:30 horas nadie le levantara las enaguas a ninguna obra.
Lo que no podían evitar, porque es de los pocos vicios que han escapado a la Ordenanza de la Convivencia, es el cotilleo. Solos o en compañía de amigos, familiares o parejas, se acercaban a los policías para preguntarles por el objeto de sus guardias en el bulevar. Los operarios que estaban terminando de colocar las placas de los mecenas, los jardineros y los barrenderos también eran tratados como posibles fuentes. Y los informados por los medios de comunicación se convertían en los amos de los corrillos compartiendo los datos que poseían.
Aunque informantes había muchos, porque si una treintena de trabajadores colocaron las esculturas por la noche, por la mañana había casi el mismo número de empleados sembrando las flores y plantas o barriendo para que el árido paseo luciera en pleno esplendor en la inauguración.
Y así fue. Ahora sólo queda esperar que ni las zonas verdes estén mustias en un mes y que las esculturas no corran la misma suerte que la de Yehuda Ibn Tibon, conocido como el moro del pergamino y diana de frecuentes gamberradas pese a su altura. Habrá que cruzar los dedos para que Eugenia de Montijo no acabe con una litrona en la mano o Frascuelo con un porro entre los labios. El mismo alcalde, que dirigió unas palabras a los medios, pidió ayer respeto para el proyecto que se acababa de inaugurar. Y aprovechó también para dar las gracias a los cinco escultores, que han rebajado su caché para la ocasión: además de Miguel Moreno, José Antonio Castro, Miguel Barranco, Juan Corredor y Ramiro Megías.
La inauguración, desde luego, fue un éxito y la hora fijada a los pies de la gran bandera de España se dieron cita cientos de personas para acompañar al alcalde en su paseo triunfal. Además de representantes de la empresas patrocinadoras de las esculturas (conviene recordar que los 36.000 euros que costaba cada obra han sido sufragados por distintos espónsores), muchos curiosos y familiares de los homenajeados. Por ejemplo, la inauguración contó con la presencia de Laura García Lorca, Elena Martín Vivaldi o los hijos, los nietos y los bisnietos de María la Canastera. Y cada uno vivió el homenaje a su manera. Si Laura García Lorca retiró la sábana con su habitual sobriedad, el hermano de la orden de San Juan de Dios depositó un ramo de flores a los pies de la escultura del Santo, pero la familia de María la Canastera rompió en llorar. Luego su hijo se mareó por la emoción y su nieta besó la imagen de la abuela, vivo retrato del de ella. Entonces, para rebajar la emoción, todos se marcaron unos cantes y unos bailes como si la zambra se hubiese trasladado a la Constitución.
También acompañaron al alcalde el delegado de Cultura, Pedro Benzal; el director de Centro Cultural de CajaGranada, Enrique Moratalla; la hija del autor del Auditorio Manuel de Falla y responsable de su reforma, Ángela García de Paredes; el que fuera secretario general de UGT de Granada, Mariano Campos; el presidente de la Asociación de la Prensa, Antonio Mora; el director de la Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias, José García Román, o el concejal del PSOE, Isidro Olgoso.
El edil dijo que la iniciativa municipal es positiva para la ciudad, pero resumió lo que ha sido la polémica previa a la colocación de las esculturas y lo que previsiblemente será también el debate futuro: "Artísticamente la propuesta es muy desigual. Además ha habido mucha controversia sobre los personajes que se han elegido para que estén representados. Nos hubiera gustado que el Gobierno municipal hubiese contado con el criterio de toda la Corporación, pero ese debate tenía que haber sido previo. No son todos los que están ni están todos los que son".
El caso es que esas diez figuras contarán ya para siempre con un recuerdo en la ciudad de Granada. Y las diez empresas que las han patrocinado, que cuentan con una pequeña placa en la base de las esculturas. Y, sobre todo, con un recuerdo para la empresa Molina Segovia, que ha aprovechado sus trabajos de "arte en bronce" para colocar una pequeña placa tallada en cada obra en la que reza un número de móvil por si alguien está interesado en contratarlos para futuros trabajos. Un anuncio que también pasará a la historia y la posteridad.
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