Patrimonio y memoria social: la recuperación del lavadero de Lopera

Patrimonio en vivo

Invertir en la recuperación de un elemento patrimonial de rotundas connotaciones sociales es lo que ha hecho el Ayuntamiento de Cortes y Graena

Patrimonio y memoria social: la recuperación del lavadero de Lopera
Patrimonio y memoria social: la recuperación del lavadero de Lopera / Alberto Tauste

Hay ocasiones en las que las intervenciones sobre el Patrimonio Histórico van mucho más allá de la simple, aunque necesaria, recuperación de un edificio perdido o a punto de perderse, y hay ocasiones en las que el lugar de la intervención introduce matices de hondo significado en esa recuperación.

Los medios de comunicación, la prensa escrita, sobre todo, nos suele hablar, y viene a ser lo habitual, de grandes intervenciones en importantes núcleos de población y en significativos elementos patrimoniales de rotunda presencia y visibilidad; un castillo, un gran yacimiento arqueológico, una villa o un teatro romano, una iglesia… Y echando mano, además, de toda la parafernalia inversora habitual y de sus protagonistas políticos. Sobre todo, de ese famoso 1,5% del Ministerio de Fomento que los ayuntamientos esperan como agua de mayo con la esperanza de que la restauración de su castillo pueda revolucionar el turismo del municipio y solucionar todos sus males incluido el que la gente huya del pueblo a la ciudad.

La información gráfica que acompaña a la noticia confirma el especial protagonismo del político del ramo, local, provincial o autonómico que, para la ocasión y si es generoso, se suele acompañar de algún técnico que aderece el guiso para que no huela demasiado a gabinete de prensa. Así viene a ser y tengo algo de experiencia en el asunto.

Otra cosa más difícil es leer en los medios información referente a intervenciones en pequeños núcleos de población y sobre elementos patrimoniales que se alejan de esa idea de la gran pieza intervenida y que, además, son fundamentales no sólo por su valor artístico o monumental, sino por otros valores más humildes, pero no menos importantes, por ejemplo, el que ese objeto sea un referente de la memoria colectiva de una comunidad. En serio, cuando se habla de Patrimonio Histórico, la memoria colectiva no es un asunto menor.

También es más difícil leer en esos medios de comunicación, algo que resulta hasta paradójico; que el mayor peso inversor sobre Patrimonio Histórico en la provincia de Granada, recaiga, para bien o para mal, en una estructura creada para canalizar inversiones y potenciar el desarrollo en un ámbito rural alejado de los núcleos urbanos, me refiero a los GDR (Grupos de Desarrollo Rural).

Invertir en la recuperación de un elemento patrimonial de rotundas connotaciones sociales, es lo que ha hecho el Ayuntamiento de Cortes y Graena en la Pedanía de Lopera, recuperando su antiguo lavadero público a través del “Laboratorio de Urbanismo” que dirige la arquitecta Susana García Bujalance con la colaboración del arquitecto José Miguel Molero de Blas y del arquitecto técnico Alberto Manuel Olea.

Recuperar el patrimonio puede significar muchas cosas y tener variadas repercusiones, pero, sobre todo, debe significar la socialización de un bien que un día se perdió o que está en riesgo de perderse y que vuelve a sus legítimos propietarios, los ciudadanos. En este caso, los habitantes de un pequeño núcleo rural, escasamente poblado que necesita, más que ningún otro lugar, la recuperación de los espacios públicos que son seña de identidad, patrimonio común y hermosos recipientes de la memoria.

Susana García Bujalance: “En esta intervención destaca la participación ciudadana”

Lopera, una pequeña pedanía del municipio de Cortes y Graena de poco más de un centenar de habitantes, está formada por menos de una docena de calles, una pequeña plaza y como único edificio singular cuenta con unos lavaderos públicos.

Los lavaderos surgen cuando aún no existía el agua corriente, y han seguido usándose hasta hace pocos años mientras muchos hogares, sobre todo rurales, no se dotaron de lavadoras domésticas. Eran pequeños edificios de uso público que facilitaban el lavado de la ropa aprovechando el discurrir del agua de fuentes y arroyos. Como equipamiento simbolizan la relación entre la comunidad y el agua, su aprovechamiento y su función social, y un ejemplo de aprovechamiento integral del ciclo del agua en equilibrio con la naturaleza.

De una antigüedad de unos 80 años, el lavadero de Lopera ha estado en uso hasta hace unas décadas. De planta rectangular, cubierta de teja a cuatro aguas y estructura de arcos de descarga, responde a la tipología tradicional.

Durante el año 2020 el municipio de Cortes y Graena acometió las obras de la restauración del edificio y su entorno. Una intervención de este tipo no es posible sin una suma de actitudes y voluntades. En este caso cabe destacar el empeño de la Alcaldía del municipio y el apoyo del GDR de Guadix.

La intervención ha consistido en la restauración del edificio debido a su gran deterioro estructural, y en la incorporación del entorno más próximo como espacio público. El objetivo del proyecto ha sido integrar espacialmente la fuente, el lavadero y la balsa de riego, haciendo del discurrir del agua y su sonido, el elemento que lo articula todo. Como resultado se ha creado una pequeña zona de estancia que apropiándose del espacio público permite celebrar eventos al aire libre, manteniendo el carácter doméstico que marca la historia del lugar.

La actuación se ha desarrollado utilizando materiales tradicionales de proximidad (ladrillo, teja cerámica, madera, cantos rodados) y técnicas locales (muros de carga de fábrica de ladrillo, enjalbegado de cal, empedrado en los pavimentos, etc.), enfatizando el valor de la arquitectura popular como elemento patrimonial.

La recuperación de un edificio como este, no sólo representa la mejora de un equipamiento y un espacio público, sino que es un mecanismo de visibilización del papel fundamental que ha supuesto la actividad de las mujeres en los entornos rurales a lo largo de la historia. Los lavaderos, como espacios de encuentro y socialización femenina, configuraban uno de los pocos lugares no doméstico, junto con la iglesia y el mercado, donde la mujer podía relacionarse y establecer redes de apoyo, de intercambio de conocimiento y de información. Sin embargo, tanto el mercado como la iglesia eran ámbitos compartidos con los hombres, por lo que no eran lugares verdaderamente propios. El lavadero, como espacio de trabajo doméstico comunitario exclusivamente femenino, representaba la posibilidad de reunirse solas, sin el control masculino y con auténtica libertad de expresión.

En esta intervención, se ha de destacar el modo en que se ha incorporado la participación ciudadana al proceso. Desde el aporte de documentación fotográfica del estado original del edificio, a la toma en consideración de las opiniones de la población a través de distintas actividades, así como la recopilación de los testimonios de personas mayores que aún recordaban los tiempos en los que el lavadero seguía en uso. Un documental muestra todo el proceso y sobre todo, sirve como testigo de la restauración, no sólo del edificio y su entorno, sino del valor patrimonial, etnológico e histórico que suponen los lavaderos en la historia de nuestros pueblos, y el papel que las mujeres han desempeñado y desempeñan, en los territorios rurales.

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