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Peña La Platería. Obra de plateros

Informatizar los fondos sonoros y bibliográficos de la Peña Flamenca de la Platería ha sido una labor meticulosa; casi obra de plateros. El papel de la Universidad es fundamental

1. En el cuadro, Manuel Salamanca, fundador de la peña La Platería. 2. Carteles y caricaturas. 3. Imagen del interior del museo. 4. La profesora María José López-Huertas y la bibliotecaria Sonia Ruiz. FOTOS: JOSÉ LUIS DELGADO
José Luis Delgado

15 de junio 2015 - 01:00

EL riquísimo museo de la Peña de la Platería se halla situado en esa diagonal museística del bajo Albaicín marcada por la calle San Juan de los Reyes; arranca en Plaza Nueva con el Museo de San Juan de Dios de la Casa de los Pisa, sigue más arriba el Monasterio de la Concepción; la colección particular que regentan Juanma Segura y Paco Jiménez en la calle Zafra y el de la Platería en la Placeta de Toqueros. Abajo queda mudo el Museo Arqueológico con sus puertas lamentablemente apestilladas.

No fue tarea fácil. Los enormes fondos documentales con unas 3.000 citas, entre registros sonoros, vídeos, libros, etcétera, que se apilaban en cajones requerían para su catalogación un trabajo de titanes; verdadera obra de plateros. Entre compras y donaciones el museo ha conseguido centenares de discos de pizarra, vinilos, cassettes, cds, dvds; carteles de eventos flamencos, revistas, anuncios de fiestas taurinas, colección de guitarras, gramófonos y hasta radios de cretona, donde aún parecen sonar las voces de Antonio Mairena o Manolo Caracol; docenas de objetos entrañables, platos, llaves, trofeos de veladas flamencas inolvidables; magníficas colecciones de caricaturas de personajes ilustres salidas de las manos de dos artistas: Carlos Belda y Martín Morales.

Impresiona recorrer en tan poco espacio un mundo tan rico de recuerdos que llegan a emocionar: fotos de los mejores representantes del flamenco tapizan sus paredes; no falta nadie. Hasta las escaleras de acceso se cubren de carteles que evocan las mágicas veladas vividas por el mejor flamenco, Patrimonio Cultural de la Humanidad. En una de las salas queda el recuerdo del fundador de la Peña; allí está la foto de Manuel Salamanca sobre su banco de trabajo; allí queda su soplete, balanza, limas y astillera. El platero que dio nombre de plata a la peña flamenca más antigua de España. El apellido de oro lo puso el inolvidable Manuel Martín Liñán con su generosa donación del actual carmen.

Había que ordenar, catalogar, informatizar y, en adelante, digitalizar. Granada merecía este esfuerzo para poner a disposición de todos, a través de la red de bibliotecas, la riqueza del Museo de la Peña de la Platería. Fueron muchos los presidentes que se esforzaron en ello. Hay que agradecerlo. Tenemos noticias de la colaboración del Centro de Documentación Musical; sabemos de la intervención de la Facultad de Bellas Artes en la restauración de algunas colecciones. La providencial aparición de la doctora de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación María José López-Huertas, como vocal de la Peña, sugirió y consiguió la participación de la propia Universidad de Granada acudiendo al programa de prácticas Ícaro. Firmado el convenio en 2012, hoy es una realidad que mantiene viva la catalogación de los fondos que lleva a cabo la bibliotecaria Sonia Ruiz con la meticulosidad de un platero. Allí trabaja frente a su ordenador, actualizando datos, introduciendo autores, clasificando palos, anotando fechas, imprimiendo signaturas, pegando tejuelos, ordenando estantes… Hoy podemos acceder a tan ricos fondos conectándonos con la red IDEA (Información y Documentación Especializada de Andalucía).

La sensibilidad de la profesora López-Huertas, con el apoyo de la junta directiva presidida por Juan de Dios Vico, ha vestido de gala unas instalaciones perfectamente organizadas que pueden ser consultadas desde el mundo entero; pero yo aconsejo una visita al Museo que abre sus puertas el primer y tercer sábado de mes desde las 11 de la mañana. Un paseo al Carmen de La Platería es una subida a la antesala del cielo. Pero si vas las noches de jueves y sábados es ya "otro cantar", otra magia. Es entonces cuando callan los libros, suenan las guitarras y llegan los cantes de plata desde el Albaizín a la Alhambra.

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