El día que Pepe pasó a ser José Guirao, el nuevo ministro
El nuevo responsable de la cartera de Cultura y Deporte charlaba tranquilamente con Granada Hoy horas antes de recibir la llamada de Pedro Sánchez
Granada/José Guirao prometió ayer el cargo de ministro de Cultura y Deporte ante el Rey y el presidente del Gobierno, pero la llamada de Pedro Sánchez fue un día antes, el miércoles. Ese día la jornada informativa fue de infarto: por la mañana su antecesor, el periodista Màxim Huerta, declaraba que no tenía intención de dimitir a pesar del escándalo por fraude fiscal y a las seis de la tarde convocaba a los medios para hacer pública su renuncia. Una cita que finalmente se atrasó a las siete. ¿Qué pasó durante esas horas? ¿Se sucedieron las llamas, las reuniones y las negociaciones? Al menos hasta prácticamente las dos del mediodía, José Guirao charlaba durante más de una hora con Granada Hoy aparentemente ajeno a todo lo que sobrevendría después.
Extraordinariamente amable, siempre abierto a atender a la prensa, el ahora ex secretario de la Fundación García Lorca conversaba con la locuacidad que lo caracteriza sobre la llegada del legado o la futura fundación pública que lo gestionará, pero también sobre tus tiempos de estudiantes de Filología Hispánica en la Universidad de Granada.
"Yo hice en Granada el curso 78 o 79. Luis García Montero fue compañero mío de clase y nos sentábamos casi siempre juntos. Tuve de profe a Ángeles Olalla y conservo de ella un recuerdo estupendo", comentaba el nuevo ministro, un almeriense nacido en el pequeño municipio de Pulpí en 1959.
Aunque su paso por la Universidad de Granada se limitó a ese curso, para todo joven que empezaba Filología Hispánica durante aquellos años -y durante muchas décadas después- había un profesor mítico: Juan Carlos Rodríguez. "No me dio clase de ninguna asignatura pero, como era Dios en la Facultad, hice un seminario que él impartía por conocerlo, porque ni me acuerdo de lo que era".
Tras su paso por Madrid y finalmente Murcia, Guirao se licenció a principios de los años 80. Aunque pudo haber optado por la vía académica o la enseñanza, como tantos estudiantes de esta especialidad, mucho se ha escrito en estos dos días sobre su larga y fructífera carrera en la gestión cultural. Como él señalaba justo horas antes de la llamada de Pedro Sánchez, "los filólogos estamos en todas partes".
"Todos los que hemos hecho Filología Hispánica trabajamos en cualquier cosa. Yo, menos de filólogo, he hecho de todo", bromeaba sobre esa exitosa trayectoria que le ha valido la cartera de un ministerio, y además con el respaldo unánime del mundo de la cultura tras las críticas que generó el nombramiento de su antecesor desde un primer momento.
De él se ha dicho en pocas horas que es un experto en gestión cultural pública con maneras de diplomático, de consenso, un 'pata negra' o un profesional transversal, y que su designación ha supuesto el paso de la cultura de masas a la exquisitez. El propio Pedro Sánchez lo definía así en su cuenta de Twitter: "Un apreciado y reconocido gestor cultural, un hombre solvente y creativo".
Todo han sido elogios, especialmente del mundo del arte y la literatura. Sin embargo Guirao resumía con modestia el mismo miércoles su currículum con una exclamación: "¡No sabes el sufrimiento de la gestión cultural!".
Él empezó a curtirse en estas lides en su Almería natal, donde fue responsable del Área de Cultura de la Diputación Provincial entre 1983 y 1987. Un año después se marchó a Sevilla, donde ocupó el cargo de director general de Bienes Culturales en la Junta de Andalucía, y de allí pasó a Madrid para ser director de Bellas Artes y Archivos del Ministerio de Cultura. Entre 1994 y 2001 fue director del Reina Sofía, cuya colección remodeló, antes de pasar a ser director de la Casa Encendida de 2002 a 2014, un experimento cultural que aprobó con nota hasta el punto de ser un revulsivo para el barrio de Lavapiés. Y hasta la llamada de Sánchez era director general de la Fundación Montemadrid. Además, es patrono de la Fundación Federico García Lorca, la Fundación Antonio Gala o la Fundación Museo del Grabado Español de Marbella.
Con semejante trayectoria, se ve que después de la 'sofocación' que supuso para la familia la anterior elección secretario de la Fundación García Lorca, la sobrina del poeta tuvo muy buen ojo para elegir al nuevo patrono, que será seguro muy beneficioso para el futuro del Centro de Romanilla.
Y es que el nuevo ministro de Cultura y Deporte el mismo miércoles por la mañana sólo tenía palabras de elogio para los descendientes del desaparecido poeta y el papel que han jugado durante todos estos años. "A la familia la han criticado mucho, pero injustamente. Lo que los Lorca tenían cuando se fueron en los años 40 y lo que han devuelto está multiplicado por 50. Ellos, como salieron como salieron, se llevaron dos maletas de cosas. Y cuando volvieron, volvieron con un camión. Y después de regresar, han seguido comprando y consiguiendo. Y más cosas que se irán añadiendo en el futuro".
Y no sólo tenía palabras de admiración para la sobrina del poeta, también para su marido, el catedrático de Literatura de la Universidad de Granada Andrés Soria Olmedo. "Andrés se sabe el archivo de la Fundación Lorca de memoria. Tiene una cabeza privilegiada. Se puede decir que a él le cabe el archivo en la cabeza como a Fraga le cabía el Estado", comentaba entre risas haciendo gala de un sentido del humor que tamiza toda la conversación de este excelente orador.
Porque Guirao tiene la virtud de transmitir optimismo y entusiasmo casi juvenil, aunque él parecer ser consciente de unas limitaciones de la edad que al menos no transmite. "Yo me he montado ya en los 59. La mejor década es la de los 40 a los 50. Es fantástica porque uno está físicamente fenomenal y tiene la cabeza muy, muy organizada. Eso ayuda a la vida y a la madurez, pero a la vez es uno joven y con ganas de todo", comenta con llaneza un hombre que como gestor cultural también tenía fama de refinado.
A pesar de ese optimismo y de un éxito profesional que ha tenido como guinda la cartera ministerial, no vive apartado de la realidad ni pierde de vista las dificultades que atraviesan otros compañeros de generación a los que la situación que se ha vivido en los últimos años los ha castigado en su última etapa de la vida laboral. Es directo cuando la ocasión lo requiere. "La crisis ha sido letal. Para los jóvenes por supuesto pero hay también gente que conozco que ha estado toda la vida trabajando en el mismo sitio y se ha ido a la calle. Y con 58 y 59 años, ¿quién te va a contratar? Buenos profesionales, con idiomas... Las empresas no se lo dicen, pero si tienes más de una determinada edad ya no miran nada más. Resulta una desgracia, porque con cierta edad también es complicado irte fuera. Es una situación muy dramática y desalentadora para personas que están en plenitud de facultades y tiene un bagaje de experiencia. Para el país es una pérdida de masa gris laboral".
Ahora él podrá tomar muchas decisiones que pueden cambiar muchas sobre esa y otras cuestiones. A unas pocas horas de la conversación telefónica, Guirao pasaba de hablar como parte de la Fundación García Lorca a formar de ese "ellos" al que aludía cuando hacía referencia al Consorcio del Centro Lorca, del que es miembro el Ministerio de Cultura. "Por nuestra parte está todo listo para el traslado del legado, ahora ellos tienen que dotar de personal al Centro".
"Estuvimos en el Consorcio, pero cuando todo el mundo nos miraba mal, nos sacaron. Nosotros hemos hecho un trabajo ímprobo para justificar todo. Ahora de lo que nos encargamos es el buen uso del legado pero no tenemos competencia para decirle a la Junta o al Ayuntamiento "contrate usted a veinte o contrate usted a tres". La clave es que lleguen los papeles y echemos a andar. Y en función de los recursos que ponga el Consorcio, andaremos más o más lento", comentaba el miércoles por la mañana. Y el mismo jueves a primera hora, antes de jurar siquiera el cargo, ya había reacciones tanto del consejero de Cultura como del alcalde de Granada, que le devolvían el guante con las altas expectativas puestas con su nombramiento.
Aunque era uno de los nombres que se barajaba como gerente del Centro Lorca, finalmente requerimientos de más altas esferas lo descartan definitivamente para el cargo. Mientras el Consorcio del Centro del que forma parte el Ministerio sigue tomando esas y otras decisiones, la programación cultural que dará la bienvenida al legado tiene ya parte del sello de su gestión cultural: la calidad y el rigor.
Así hablaba sobre el simposio con algunas de las principales figuras internacionales que analizarán el potencial del archivo lorquiano. "Creo que es una buena manera de empezar. Este congreso fue una propuesta que nos hicieron a la Fundación y nos pareció estupendo. Lo propusimos al Consorcio, y se aprobó. Era lo que tocaba porque la opinión pública tiene que saber qué llega y es importante marcar una línea de calidad. Se tiene que hacer algo a la altura del legado, que es impresionante".
"Tres meses sólo tardaron en organizar el programa. Siempre vamos arre que es tarde, como decimos en Almería", comentaba con la afabilidad que caracteriza a Guirao, al que si el ministerio no obliga a cambiar las formas, se despide afectuosamente con el apelativo "niña", un calificativo que demuestra su familiaridad en el trato. "Yo se lo digo también a mi madre cuando hablamos por teléfono, y tiene 92 años. Siempre le pregunto. ¿Cómo está la niña hoy?".
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